¡Qué mejor forma de castigar a tu enemigo que olvidándolo!
La existencia se vuelve tan efímera como una nube en el ocaso, la cual ofrece un breve instante de belleza y paz, pero al día siguiente no es más que un recuerdo que se pierde. Una flor más en el valle del olvido.
Eliminar a alguien es un trabajo tan sencillo que se ha vuelto complicado, a tal grado que muchos han intentado eliminar a quienes les estorban por medio de la muerte. Craso error, pues como dijo un filósofo en alguna ocasión: ``La vida es la que, de manera cruel e inminente, nos arranca a los seres que amamos. La muerte por el contrario, los inmortaliza en el recuerdo.´´
Eliminar a las personas, era el oficio del Banisher, quien era temido entre los grandes círculos políticos por su infalibilidad al eliminar a las personas.
Él era como una leyenda, sin carta de presentación a causa de su forma tan radical de eliminar a los sujetos.
El método que él utilizaba era tan frío y eficaz, que no requería matar a nadie para cumplir con su encomienda. Bastaba solo borrarlos de recuerdo en toda mente.
``Te pienso, luego existes.´´
Solamente es necesario hacer que se olvide todo rastro de un ser para así dejarlo eliminado. Eliminando la presencia en la mente, la persona eliminada no es nadie ni es nada, y al no saber cómo volver a colocarse en el recuerdo de la gente, termina por suicidarse sin que a nadie le importe y siendo un cuerpo más de las fosas comunes, un sepulcro sin nombre, aunque éste estuviese escrito en letras de oro.
Es tan simple sacar a alguien del recuerdo, y más aún si éste es grande y poderoso. Pero muy por el contrario, es más complejo eliminar a las personas pequeñas y sencillas, pues mientras más insignificante parece una persona, más acostumbrado está a encontrar la forma de hacerse notar entre la gente y ganarse así un sitio en su recuerdo y en su mente.