—¿Señor Ben?, ¿Está ahí?
—¡Joro!! ¡Dios te bendiga noble anciano!
Ya habían pasado más de 3 días de cumplirse la semana en la que Ben debió salir de la carceleta, Rai fue llamado a un caso en Sares y dejó encargados a algunos oficiales que no se olviden de Ben. Pero por el comportamiento un poco irritante de este, los oficiales supusieron que el escarmiento podría durar algo más.
—Viniste de parte de Rai, ¿verdad? Has venido a sacarme, ¿verdad?
—Lo siento, señor Ben —dijo arrepentido Joro —. No sé nada del señor Rai, solo venía a entregarle un poco de comida, estoy muy apenado por toda la confusión que cause.
—¡Maldito Rai!, olvidarse de su amigo.... No te preocupes Joro, yo sí sé perdonar...total, equivocarse puede cualquiera... perdonar solo unos pocos —respondió Ben mientras desesperado tomaba la comida —Además tampoco me aburro tanto, pude convencer a los oficiales que me den mi celular y hago que los idiotas lo carguen de vez en cuando.
—¡Qué bueno señor Ben! —dijo alegre Joro —¡Usted tan magnífico como siempre!
—¿Verdad? —respondía Ben con la boca llena.
—Bueno señor Ben, es mejor que me retire.... Los negocios no se atienden solos ¿sabe?
—Es cierto viejo... espero que te cuides mucho, eres una buena persona... —Ben pasaba la comida —Es más... ¿sabes qué?
Sin dudarlo dos veces Ben sacó su celular, se dio la espalda y se puso al lado de Joro. Solo con la reja en medio de ambos, y con flash incluido, Ben tomó una foto.
—¡Estúpido! —gritó enojado Joro mientras salía corriendo repentinamente
—¿Ah? —Ben se quedó confundido —seguro no es fotogénico... pobre... no todos nacimos con... ¿qué?
Ben, sorprendido, dejó caer el plato de comida mientras observaba como en la foto que se acababa de tomar con Joro, no aparecía Joro.