Recuerdo que cuando era pequeña mis padres me querían mucho. Con el tiempo tuvieron un hijo más. Y de alguna manera me sentía desplazaba.
Mis padres dejaron de prestarme atención tan pronto como Brayan llegó a nuestras vidas. Todo se centraba en él. Era como si se hubieran olvidado de que también tenían una hija.
Aunque yo ya tenía 12 años yo aun quería tener la atención y el amor de mis padres y también quería llevarme bien y cuidar de mi hermanito.
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Mi vida escolar no era nada buena.
No era inteligente como los demás. Mi desarrollo de aprendizaje era muy lento y tampoco los chicos se fijaban en mí de una manera romántica por que no me consideraban bonita y tampoco interesante.
Mi manera de vestir y comportarme, era muy distinta a las de mis compañeras. Normalmente me gustaba dibujar, pero no eran cosas muy agradables para los demás. Entre los profesores y mis compañeros era considerada como una persona rara, debido a mis gustos.
A mi no me importaba ese tipo de cosas. Pero por culpa de ello, mis compañeras me molestaban eventualmente. En mi estaba la idea equivocada de que ellas solo querían desahogarse de la frustración o pensamientos que no los dejaban estar tranquilos y por eso, me utilizaban a mi.
Supongo que era demasiado positiva en ese entonces.
En la hora del recreo, aprovechaban para arrojarme lo primero que encontrarán a la mano, desde las más pequeñas cosas, hasta las más grandes.
Normalmente eran lapiceros o cuadernos pero con el tiempo fue cambiando. Tierra, agua sucia e incluso piedras y como terminaba cubierta de suciedad, los profesores no me permitían entrar al salón.
Por lo tanto, constantemente llamaban a mis padres para que me fueran a recoger. Mis padres que ya estaban acostumbrados a ello, simplemente iban, me recogían y luego me regañaban.
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─Misha, te haz vuelto una decepción para nosotros. Porque no tratas de no causar más problemas ─ ¿No te das cuenta que nosotros tenemos que cuidar a tu hermano pequeño? ¿Es que acaso no tienes consideración por él?─ decía mi madre un poco alterada y triste al ver mi estado.
Yo simplemente no podía decirles que no quería a mi hermanito. Porque no era cierto y tampoco porque él no tenía la culpa de nada de lo que estaba sucediendo. La única culpable era yo.
Si por lo menos tuviera la misma forma de pensar que mis compañeras, tal vez ya no me molestarían más. Eso fue lo que pensaba, cuando mi madre me regañaba.
También era cierto, que de alguna manera no tenía consideración por Brayan. Por que me gustaba que mis padres por una vez en cuando se preocuparan por mí, que hablaran de mí y que me notaran en la familia. Pero un día que fui al colegio, algo cambió drásticamente mi vida.
Era verdad, que las cosas no estaban del todo bien, pero no creo que este suceso haya mejorado la situación, al contrario la empero.
Como mis compañeras tenían la costumbre de molestarme en la hora de recreo y usualmente en lugares donde los maestros no miraban lo que me hacían, decidí que de ahora en adelante me iba a quedar en el patio de juegos en donde todos verían si me hacían algo y me podrían ayudar.
Los primeros cinco minutos de recreo lo pase de una manera muy tranquila. Esa fue la primera vez que me sentía así después de tanto tiempo.
Eso me hizo pensar en que mis otras compañeras debían de sentirse de la misma manera.
// En ese momento de algún modo, quería ser normal como todos allí. Yo ya no quería que me molestaran más y mucho menos que mis padres siguieran teniendo problemas por mi culpa.
Mientras yo estaba comiendo un sándwich en las gradas del patio. Aquellos que me maltrataban subían a la azotea del colegio cargando una maceta en sus pequeñas manos.
Indiferente de lo que iba a pasar, yo simplemente me quede hasta terminar mi sándwich ignorando la intención de aquellas personas. Hasta que sentí una sensación de frió en la parte superior de mi cabeza─fue como si hubiera perdido el sentido y la conciencia por un corto periodo de tiempo.
Cuando ya lo podía ver claramente, me di cuenta que estaba tendida en el suelo y por el corría la sangre que salía de mi cabeza. Ellos habían soltado intencionalmente la maceta sobre mí, para lastimarme. Y pensar que yo no le prestaba atención a todas las cosas que me habían hecho hasta el momento.
Aquellos que estaban jugando aun en el patio, corrieron del susto al ver la sangre. La mayoría por miedo se fueron a los salones. Y cuando ya mi visión se volvía borrosa llegue a ver a un niño que fue en busca de los maestros, para que me ayudaran. Eso es lo último que llegue a ver en ese día.
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