Cuando aprendí a quedarme solo entendí que no hay otro lugar donde no quisiera estar más que conmigo mismo. Quizás ellos lloran todavía o simplemente la vida sigue para ellos, pero en realidad solo han pasado segundos y horas desde que estoy aquí adentro.
En el baúl había un diario, casi intacto, sino fuera por las manchas de moho. Los diez libros raros y el tocadiscos me parecieron una cosa peculiar. Quien taparia un cuarto diminuto para guardar solo un baúl con pequeñas cosas en el. Ignore los libros y el tocadiscos. Mi atención estaba en el cuaderno viejo. Ni siquiera era importante para mí usurpar las memorias de otra persona. En la primera hoja estaba escrita una frase "Feliz cumpleaños" y más abajo el número 16 un poco borroso.
Tome una posición cómoda para empezar a leer el viejo cuaderno fue mi manera de matar el tiempo en el encierro. Jamás imagine lo que encontraría detrás de aquella tinta y hojas frágiles por el pasar de los años.
El tiempo del exterior deja de existir en mí, el ritmo de las horas del interior pasan como una extensa prosecion. Leó las primeras líneas de este diario y hay un nombre.
NANDO
Agosto de 1992
Me llamaba Nando Andersom y fue un nombre muy raro y creo que para ellos también, aunque el nombre es lo de menos en mi vida.
Siempre quise que me regalaran algo y fue especial ver a mi madre dandime un regalo de cumpleaños el único que recibiría porque nunca nadie me obsequiaba cosas. Sobre estas páginas talle una parte de mi existir hasta que llegue hasta esta decisión de la que no pude evitar.
Me siento extraño veo las cosas, la gente... todo mi entorno y tengo la sensación de que esas cosas y esas personas están tristes y que no tienen absolutamente ningún sentido en la vida.
Evito cuanto puedo estas sensaciones de abismos melancólicos. Si siguo pensando de esta manera acabaré en un malestar de existencia. Posiblemente sea por la edad que me dan estas sensaciones.
Ayer no pude evitar la sensación de muerte cuando vi que degollavan una gallina. El cuerpo me temblaba un poco, quizá llorar, pero lo oprimi en el pecho. Le conté a Marko mi hermano mayor y su único justo fue mover la cabeza y reírse irónicamente de mí. El me dijo "los hombres no pueden llorar, sos un marica"
Hice lo de siempre encerrarme e imaginar la muerte de la gallina y recordé la vez en que tuve conciencia de lo que era morir. Una tía me lo hizo saber cuando tenía diez años y desde entonces lloro y pienso mucho en la muerte como algo siniestro y desconocido. "Nos vamos volando como palomitas blancas" me dijo mi tía y nunca he olvidado esas seis palabras.
Nota: Esta novela corta continuará y por si lo notaron me equivoque en la sinopsis el verdadero nombre del segundo personaje es Nando y no Toto. Una disculpa