Detrás del Paraíso (borrador)

Capitulo 4‖

CAPITULO CUATRO

"La cámara"

Salí sigilosamente de la casa procurando que Liam no me viera. La casa frente a mi da una fachada de ser lujosa, el cesped es verdoso con un camino al cual rodean pequeñas piedras blancas a las orillas del pavimento que guían a una puerta grandisima.

Me acerqué en modo detective viendo a todos lados para asegurarme de que nadie me viera, cualquiera hubiera pensado que era una loca acosadora.

Revise cada extremo de la pared pero no había rastro de nada, ademas, la altura no me ayudaba, mi metro con sesenta no me permitía ver más alla de la puerta alta. Saqué el móvil de mi bolsillo trasero y volví a reproducir el vídeo analizando el ángulo de donde provenia. Sin embargo, el espacio estaba vacío, ni una cámara puesta sobre ese lugar. Observé las plantas que adornaban el pasto y subí un pie sobre la maseta para alcanzar la barra metálica que estaba unos centímetros arriba del marco con las intenciones de supervisar por la ventana que se encontraba cerca y también para tocar la pared.

Pero como tengo taaanta suerte, todo fue de mal en peor.

La maseta cayó de lado provocando que mi cuerpo se mantuviera colgado, mis brazos aguantaron todo mi peso al estar colgada de el palo de metal que con suerte logré alcanzar, pero mi falta de ejercicio no ayudo. 

Me hubiera encantado gritar, cosa que haría, pero... ¿Que pensarían al verme colgada de ahí?, Lo primero sería es que me quería colar a la casa (cosa que no es así), talvez también pensarían que estoy demente por querer entrar a una casa sin el consentimiento de las personas que la habitan, lo cual es ilegal, o pensarían que simplemente me caí de chiquita y me golpee en la cabeza para quedar de esta manera.

Tan Loca.

Baje la cabeza y ví la altura que me separaba del suelo, cosa que no me agradaba. El rugido de un motor resonó en toda la calle llamando mi atención y mi corazón dió un brinco al ver el auto negro en la otra esquina el cual avanzaba con rapidez hacia su respectiva casa.

El auto de la familia Myers.

Aparcó frente a la casa y de ahí salió Sean reluciendo una camisa blanca la cual le daba un aire elegante junto a un pantalón ajustado que se amoldaba perfectamente a sus marcadas piernas sin olvidar su chaqueta de cuero café. Quitó las gafas de sol negras y las deslizó hacia la punta de su nariz para darme una mirada divertida acompañada de una sonrisa juguetona.

—Me encantaría saber el porqué de tu situación—cerro la puerta del auto y se recargo sobre la misma cruzándose de brazos, mostrándose así jodidamente sexi.

—Haciendo ejercicio—respondi viéndolo y sintiendo un dolor en mis músculos.

—Claro, ¿Cómo no me di cuenta antes?—soltó una risa mirando hacia otro lado—no quiero interrumpir tu jornada de ejercicio pero estás colgada en la entrada de mi casa.

—Ah, ¿Esta es tu casa?—le pregunté fingiendo demencia.

—Si—respondio alegre—si no te has dado cuenta ahí hay un letrero que dice familia Myers.

Me señala el letrero rojo que está frente a mi.

—¿Tu eres un Myers?

—Asi es—le dió un vistazo a el caro reloj que adornaba su muñeca—si me permites voy a pasar.

—Ahm, si, en un momento bajo.

En mi mente creé un mapa con cálculos para planear mi bajada, esto no sería para nada fácil, mi pregunta es... ¿Cómo logré subir? Si había logrado subir era obvio que sería sencillo bajar o al menos esa era mi lógica. El silencio se apoderó de la situación mientras el esperaba a que bajará.

—Sigo esperando—espeto con burla y le di una sonrisa finjida.

El sabía que necesitaba de su ayuda, pero quería que se la pidiera.

—Lo que pasa es que me encanta estar colgada de aquí...

—¿Por qué no mejor me pides ayuda y yo con mucho gusto te bajo de ahí?—pregunto.

Me adentre en mis pensamientos de nuevo. ¿Dejaría que mi vecino que parece un idiota egocéntrico me ayudara? Eso definitivamente sería un rotundo no.

—Puedo sola—me límité a decir, observe a mi alrededor buscando algo para detenerme, e ignore su mirada que me observaba con detenimiento.

¡Diablos!

Eso era más difícil de lo que pensé.

—¿Sabes que...—voltee en su dirección pero solté un grito con indignación al ver cómo veía mi culo con una sonrisa.

Gran idiota.

—¿Que rayos haces?—le rugi con enojo.

—Viendo lo tierna que te ves arriba—me sonrió inocente.

Si claro y mi novio era Tom Holland.

—Mas bien estás viendo mi culo, pervertido—contraataque.

—¿Yo?, Para nada—bajo las camisuras de sus labios en un gesto rápido y después formó una sonrisa resplandeciente.

¿Que acaso no sabía dejar de sonreír?

—¿Podrías ayudarme de una jodida vez?—pregunte ya harta y cansada de aguantar mi peso.

—Si me lo pides de otra forma con mucho gusto.

Miren, no queria ser exagerada pero realmente la altura en la que me encontraba me haría caer y un buen golpe si me llevaría.

Rodee los ojos.

—Bajame—le volví a pedir.

—Quedaria mejor un: Sean, mi vecino favorito, ¿Me podrías ayudar a bajar de aquí? POR FAVOR— recalcó lo último.

—No diré eso—me negué.

Le dió una vuelta a las llaves de su auto con hagilidad y paso a mi lado haciendo mis piernas a un lado, saco una llave y la introdujo en la cerradura de la puerta. 

El maldito estaba apunto de dejarme hasta que decidí soltarlo.

—Sean, mi vecino favorito, ¿Me podrías ayudar a bajar de aquí? POR FAVOR— me rendí.

—Wow, wow, wow, esas palabras me gustaron—sonrio.

—No me importa, ahora bajame—ordene.

Su sonrisa se amplío y rodó los ojos divertido, se hacerco a mi y tomo mi cintura con un brazo, un toque tan delicado que llegó a sorprenderme.

—Agarrame fuerte—le ordene.

—Lo estoy haciendo, ahora sueltate.




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