Detrás del Paraíso (borrador)

Capitulo 7‖

CAPITULO SIETE

"Tabla de chocolate"

Después de esa discusión Liam no pregunto nada, los primeros días actuó distante, quería explicarle todo lo que paso pero no me sentía en las condiciones aun sabiendo que el y la.pelirroja no se llevaban bien. Tuve que reincorporarme al instituto y en cuanto puse un pie en los pasillos no faltaron los susurros y las miradas intimidantes.

Durante esa misma semana me mandaron a detención por defender a mi amigo. El rumor había corrido a pesar de que no éramos muy importantes dentro de la sociedad. Dentro de Maxon jamás habían ocurrido este tipo de cosas en las que se involucran asesinatos y esto realmente fue un impacto que sorprendió a todos.

Estaba claro que a los primeros que señalaron fueron al grupo de chicos en el cual estaba involucrada Scarlett, sin embargo se hicieron a un lado y con el paso de los días las sospechas se desvanecieron mientras se creaban otras excusas para meterle miedo a la comunidad. 

Las autoridades trataron de no alarmar pero se hicieron presentes las mamás y señoras exageradas que armaron un escándalo buscando seguridad para el instituto y sus alumnos, por lo que una tropa de policías hicieron guardia a los alrededores del instituto y se turnaban. Vi varias veces a Scarlett en el rincón de las aulas y aunque las miradas eran mutuas e incómodas no se dignaba a hablarme y yo tampoco lo haría.

Y respecto a la platica que había tenido con Sean no tenía idea de que reglas poner, pondría algunas que fueran justas pero también que me beneficiarán.

—¿Es cierto que los Myers son tus vecinos?—Briana me da un codazo juguetón—Que suerte, son guapísimos.

Oh claro, lo había olvidado. El mismo día que entré al instituto la presencia de los Myers me acompañaron y subieron las hormonas de todas las chicas robando suspiros mientras los veían embelesadas.

Sean Myers es el mayor, y lo primero que capte fue su manera tan práctica de Ligar.

Christian Myers hermano del medio, chico atractivo sin intenciones de coqueteo y altamente inteligente.

Nathan Myers el chico también del medio con una seriedad indescriptible que ignora a todos los que se le cruzan.

Y por último está el pequeño Henry con tan solo cinco años. Aquel niño bajo de aquella camioneta lujosa luciendo un outfit lujoso junto a unas gafas de sol negras que provoco muchos Awww en las chicas.

—Si, son mis vecinos—ruedo los ojos—no es nada del otro mundo.

—¿Vives con tremendos dioses y se te ocurre decir que no es nada del otro mundo?—niego—Estas loca.

Caminábamos por los pasillos con chicos caminando a nuestro alrededor apunto de cambiar de clase, algunos platicando otros bromeando entre empujones, en fin, un desastre. Paramos frente a nuestros casilleros y sacamos lo necesario para la próxima materia.

—¿Cuál es tu próxima materia?—me preguntó cerrando el casillero con fuerza.

—Matematicas—ruedo los ojos con fastidio haciendo notar mi rabia por el maestro—Parker parece odiarme.

—Mas bien, no sabes de la materia, no es que te odie—se recarga en el casillero de a lado—El profesor Parker también es un bombón.

Me guiña un ojo.

—¡Tiene treinta años, Briana!—exclamo sorprendida—¡Tiene lo doble de nuestra edad!

—La edad es lo de menos—se encoje de hombros con una sonrisa picara—¿Acaso has visto sus abdominales?

Pregunta y niego.

—¿Los has visto, cochina?—le pregunto empezando a caminar hacia el aula.

—El otro día lo encontré ejercitándose en el gimnacio y lo mejor es que no traía playera—se muerde el labio recordando—Esta buenísimo, su abdomen parece tabla de chocolate.

El chocolate es delicioso.

Maldita Conciencia. 

—Lo amargado le quita lo atractivo—paramos en el umbral de la puerta—De tantos chicos que te rodean el único que te gusta es Parker.

Asiente.

—¿Te cuento un secreto?—acerca su boca a mi oido—me prometió una clase privada.

—¿Que?—suelto horrorizada.

Está claro que una clase privada no es. Es más que un par de números en el cuaderno.

En ese momento el atractivo profesor pasó a nuestro lado, a mi me miró con dureza y a ella le dedicó una sonrisa juguetona. A leguas se nota que se gustan pero sería algo así como un amor imposible, ella tiene diesisiete y el casi treinta años. Además es casado.

—Señorita Anderson—se dirige a mi—en una semana será su extraordinario, necesito que comience a estudiar desde YA, próximamente le daré un proyecto para que su calificación sea aprobatoria de lo contrario de mi clase queda reprobada.

—Pero...

—Shh—me calla mientras entra dejando sus cosas en el escritorio y provocando que todos se sienten en sus lugares correspondientes—Bien, hoy harán un trabajo en parejas.

Me despido de Briana y está sale corriendo en dirección a su clase. El me mira serio mientras veo a mi amiga correr y se cruza de brazos.

—¿Que espera Señorita?—en ese momento reaccionó y entro acoplandome a una banca.

Parker empezó a explicar fórmulas, letras números pero no presto tencion a cada palabra. Su voz era tan tranquila que de tanto hablar aburre y da sueño. Una bola de papel impacta contra mi frente y en cuanto busco al culpable veo a Sean quien me guiña un ojo.

Está a lado de una chica rubia la cual toma un mechón de su pelo y juega con el coqueteando. La chica acerca más su banco a él, mientras esté toma su mentón y roza sus caras. Bajo la mirada y veo como la mano de la rubia recorre la pierna de Sean, pero parece no incomodarse, al contrario la anima a subir un poco más casi hasta llegar a su entre pierna.

Le susurra unas cosas al oído y se separa para darme una mirada triunfante.

Empezo la competencia.

Rebuscó en el salón y me encuentro con gran variedad de chicos. Pero hay uno en específico, Harry Barker, popular, jugador de el equipo de fútbol americano, guapo, atlético, e inteligente (hay que recalcarlo).




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