Lily se despertó relajada pensando que los peligros eran cosa del pasado cuando se encontró siendo observada por un rostro suspendido en el asiento de enfrente. La mujer no se veía en harapos y la escrutaba con la mirada recabando también en Boris aún dormido. Antes de que Lily pudiera reaccionar, la mujer la sostuvo del brazo y la arrastró hacia la salida. El conejo burlón despabiló por el ruido y las siguió torpemente llamando a su compañera de viaje.
La mujer abofeteó a Lily y la contuvo en el suelo. Se veía delgada, pero su fuerza era incluso superior que la del Cazador.
—¡Lo encontré! ¡Aquí está! —Lily enterró las uñas en la mano de la mujer intentando liberarse, quien azotó su cabeza contra el suelo desorientándola—. No quieras pasarte de lista maldita rastrera, ya no tienes quien te ayude.
En el instante, Boris impactó a la mujer en un salto logrando que Lily se levantara. La luz del día no le permitía ver bien a la joven y el golpe seguía mareándola sin entender la situación. Lily vio pasar una mancha lanzada por la mujer hasta su pecho, recibiendo a su amigo y sentándose por la fuerza. La mujer sacó un tubo pequeño parecido al del Cazador y apuntó a ambos.
No intercambiaron palabras, luego de unos segundos, Lily recobró el sentido palpando sangre que manaba del lado izquierdo. Boris se apretujó temblando mientras sus orejas se movían. Le indicó a su amiga que más personas se acercaban, cosa que comprobaron al ver a otros sujetos aparecer en una esquina.
Tres hombres y una mujer rodearon a Lily con cierto aire de desprecio e ignorancia. Parecían haber encontrado lo que buscaban, pero decepcionados con la apariencia del mismo.
—Te felicito Vero, pero no creo que esta niña pueda ser el Monstruo —dijo uno de los hombres.
—Walt, ¿qué nos ha enseñado Padre? Nunca juzgar las apariencias. —Todos asintieron sosteniendo los tubos de su cintura—. Nadie la había visto antes y los Perdidos señalaron que presenciaron un milagro hace poco. Estoy segura que esta alimaña está detrás de las destrucciones que hemos sufrido.
Lily intentó incorporarse con Boris, pero Vero le lanzó una patada recordándole su puesto.
—No soy un monstruo —dijo Lily—, solo queremos salir de aquí. Mi amigo está herido y necesita descansar.
El hombre llamado Walt se arrodilló observando el estado de Boris. Seguía decepcionado y cada vez se convencía de que estaba agarrando a la presa equivocada. La otra mujer ingresó a la carreta de metal y trajo su mochila. La volteó dejando caer todas sus pertenencias, encontrando como única arma posible, un cuchillo con el filo desgastado. Walt lo levantó curioso por la forma del mango, tenía el dibujo de un zorro en perfil.
—Creo que tiene razón Vero, tan sólo mírala, parece que ni siquiera sabe dónde está.
Ese es el problema, pensó Lily en un leve mareo. El sol en alto toqueteaba los alrededores y el calor aumentaba conforme los minutos transcurrían. Los desconocidos charlaban sin perderla de vista y en voz baja para decidir cómo procederían. Que fuera o no la persona que buscaban, no podían dejarla pasar. Parecía que había interferido en un círculo mediado y protegido como un coyote que encuentra la abertura de la cerca para entrar en el gallinero. Pronto decidieron que hacer, aunque lo que continuaba no sería del gusto de Lily.
—Te llevaremos con nosotros —dijo Walt volviendo a ella—, ¿ocasionarás problemas?
La pregunta era ambigua, no sabía si se alejaba de los problemas o se acercaba al obedecerlos. Boris no tenía las energías para desenvolverse en el área, y correr no era una opción cuando tenías 4 adultos persiguiéndote. Ahora extrañaba las capacidades perdidas de la maldición oscura, nadie podría darle caza en ese entonces, excepto quizá... Se dignó a seguir de forma pasiva en lo que restaba del viaje, no se separaría de Boris, no quería hacerlo.
Asintió a la pregunta de Walt, y este le extendió una mano para levantarse. Había que caminar de nuevo, pero su destino no tenía rastros del sol.
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Editado: 23.06.2020