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—¡Es aquí! ¡Seguro sí que es aquí!
Debieron patear mucho terreno luego de dejar el tren y volver a la superficie. La guía de Buck era bien agradecida tras días sin tener siquiera pistas que seguir. Walt le explicó a Lily que los lugares donde habían querido establecerse fueron quemados, mostrándole como un intento de hogar en uno de los edificios casi se derrumba por el avance de las llamas. Era un impedimento y un peligro quedarse arriba, los túneles eran más seguros y debían pensar que no podían poner en riesgo a los más jóvenes. Era irónico que llevaran consigo a Lily.
Buck se paseaba muchas veces deteniéndose y eligiendo un camino. En un momento Vero pensó que habían dado la vuelta al notar el mismo carro metálico, pero no se quejó hasta que el sol parecía descender. Marlon y Prix se quedaron en el tren ayudando al rey, no tenían forma de llamarlos por lo que debían volver antes del anochecer.
Lily siguió de cerca a Buck observando cómo apegaba el hocico al suelo. Un perro era muy distinto de un lobo, eso seguro, pero nunca pensó que fueran amistosos con las personas.
Tras doblar en un recoveco, Buck se detuvo y apuntó a una valla donde muchos árboles se agrupaban en un área extensa. Lily creyó volver al bosque oscuro y sintió añoranza por su hogar, faltaba poco si el rey le daba la dirección correcta.
—Así que el parque —dijo Vero—, no entramos mucho ahí. Hace una semana Prix casi se pierde, que tonta, solo tenía que caminar en línea recta.
Se mantuvieron quietos decidiendo si entrar o no. Cabía la posibilidad de encontrarse con el Monstruo rezagado en alguna parte y eso solucionaría el problema sin arriesgarse a perderle el rastro. No creían que Buck fuera capaz de hacerlo dos veces, y también el Monstruo se movería si se sentía acorralado.
Walt estiró un brazo en la valla y ayudó a Lily a cruzarla, quien no le importaba ingresar al bosque en lo absoluto. Temía los carromatos de metal y el suelo sólido donde la vegetación reclamó lo que era suyo. Antes de internarse, mandaron a Buck devuelta a casa, no tuvo objeción alguna según Lily.
Los retazos de luz los seguían filtrándose en las hojas de las ramas en alto ocasionando cierta molestia en Walt y Vero. Sus experiencias estaban con el frío de las construcciones, la naturaleza era más volátil y Vero entendió por qué Prix casi se perdió. Si alguien se quedaba unos minutos, parecía que solo existía eso; árboles, el sonido de pájaros cambiando de posición y la incipiente sensación de que estaban siendo observados.
Lily podía moverse sin dificultad llevando la delantera del grupo. Le fascinaba la idea de que cuando subiera una pequeña cuesta ahí estaría su cabaña, aún cálida por el fuego de la chimenea y acogedora por su modesto intento de sofá. Pero cuando llegaba a la cima se decepcionada por tener que continuar, nunca se detendría si seguía atrapada ahí, y Boris no se sentía cómodo al compartir su temor.
Descansaron en el nacimiento de un riachuelo donde fragmentos de estatuas se aferraban a la tierra. Lily se arrodilló y bebió junto a Boris el agua clara. Vero pegó el grito en el cielo antes de poder dar el segundo sorbo.
—¡¿Acaso quieres morir?! Esa agua debe estar contaminada —dijo separándola a una distancia.
¿Contaminada?, pensó Lily asimilando la palabra como veneno. Se miró con Boris y no entendieron a qué se refería. No había pruebas para sugerir que hubo personas en los alrededores para causar un mal en aquel bosque. Estaba segura de la pureza al invitarla a probarla. Vero se rehusó y Walt lanzó una risilla quien, a diferencia de ella, sació su sed.
—Si Padre te viera te llevaría a hacer guardia por una semana —dijo Vero—. Estamos perdiendo el día así, pronto caerá la noche y creo que Prix no estaba del todo equivocada cuando dijo que se perdería.
—¿Qué pretendes? —preguntó Walt sabiendo la respuesta.
—Separándonos cubriremos un mejor terreno. Ya hemos rodeado el parque antes y tú más que nadie sabe que tardaremos si no lo hacemos. —Se subió a una roca lisa inspeccionando cada sendero—. Nuestras voces pueden escucharse si pegamos un grito, digo que esta niña puede ir sola si la dejamos.
Walt meditó unos minutos, agradeciendo la tranquilidad del correr de las aguas en pendiente. Aceptó el plan, Lily se las había arreglado sin compañía y podría serles de utilidad si tenía las posibilidades a su favor.
Luego de separarse, Lily tardó en moverse de su sitio sintiendo un pesar cuando dejó en el suelo al conejo burlón. Si terminaban la tarea ayudarían a que el pueblo del rey avanzara y no corriera peligros, un bien recibido luego de que estuvieran rezagados en la oscuridad del túnel. Podía girar sobre sus talones y salir del parque sin necesidad de entrometerse, pero nunca se le pasó por la cabeza hacer eso. Dependían de ella, y si tenían la confianza para soltarla, ella tendría la confianza para ayudarlos. Pero había algo que sabía con certeza como un licat sabía cuándo llegaba el momento de su muerte. Giró su vista hacia los caminos por los que se fueron Walt y Vero y entendió que jamás volvería a verlos.
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Editado: 23.06.2020