Detzia

VII

7

En el primer pestañeo hay oscuridad, pero en el siguiente una pequeña mancha blanca aparece sobre el cielo y se extiende cubriendo hasta el suelo que pisa. Mira hacia abajo y la blancura del infinito le hace creer que caerá en cualquier momento.

Una imagen se proyecta muy profundo, y parece acercarse a una velocidad extraordinaria. Lily siente vértigo y se agacha ocultando el rostro entre sus rodillas. No hay sonido alrededor cuando una pequeña brecha en su defensa le hace ver que algo a cubierto por completo su visión.

Teme por su vida, pero se levanta a ciegas estirando las manos para descubrir donde se encuentra. Por primera vez advierte que no siente dolor en absoluto y su respiración es inaudible. Piensa que está cerca del final, más cerca que…

—Siento hacerte esto —dice una voz en su cabeza.

Lily toca algo, parece una tela al moverla entre sus dedos, y termina abriendo los ojos sin importar cometer un error.

En frente se dibuja una figura alta y oscura que observa de espaldas el horizonte perdido en un mar de burbujas flotando en la nada. Lily observa con atención una en particular y le parece ver algo dentro, un castillo quizá, o una montaña solitaria.

—Me gusta tu compañía, pero no me gusta que me toquen —dice la figura. Lily reacciona soltando su capa—. Hermosas, ¿no lo crees? Cada una se percibe como una ventana hacia otro reino.

¿Reino?, piensa Lily como un eco en su cabeza. Abre la boca sin que escapen palabras. Hablar no era la forma de comunicarse con aquel sujeto.

—Mencionaste reino —dice Lily recordando su hogar—, ¿el reino de Mandur?

—Quién sabe, ni yo conozco la extensión de los mismos.

Lily frunce el ceño.

—Eres raro… —Viene a ella el recuerdo de Boris y su posterior desenlace contra el Monstruo—. Acaso estoy…

El sujeto avanza unos pasos llegando al borde del lugar.

—No, por eso te pido disculpas. Pocas veces he logrado arrancar a una criatura cuando se encuentra en la fase final de la Transición. No funciona con todos.

La respuesta le crea más preguntas, aunque el sujeto parece dispuesto a dar sus razones.

—Te he traído aquí porque has estado transitando más allá de un simple terreno. No es algo que yo pueda castigar porque no existe un castigo como tal. Debes tener una idea de cuando empezaste a hacerlo.

Cuando crucé la muralla al iniciar el viaje, piensa recibiendo un asentimiento por parte del sujeto. Sus pensamientos no estaban seguros ni tampoco le pertenecían, al menos no ahí.

—Así es —continúa diciendo—, te observé un rato porque me pareció curioso que fueras capaz de hacerlo, creo que lo haces inconscientemente. Incluso pudiste llevar a otra criatura contigo, te felicito.

Lily abre los ojos como platos y busca a Boris por todas partes, pero es en vano. En ese espacio existían ellos dos y terminó por preguntar donde se encontraba su amigo.

—¡Vaya! Te interesa saber más si tu compañero está bien en vez del lugar en el que te encuentras. Él está bien, ya no tienes que preocuparte más, siento que su destino ya se ha desligado de ti.

Unas lágrimas asoman y caen en la soledad. Lily oculta sus emociones recordando que debía ser fuerte a pesar de las adversidades. Boris estaba bien, y le dolía pensar que aquel sujeto tuviera razón.

—¿Por qué me trajiste aquí? —pregunta cortante.

El sujeto estira su brazo sin poder revelar su apariencia tal siquiera. Sigue la dirección de su guante apuntando a una de las burbujas flotantes. Lily nota un fino hilo que la une con otra cercana y con otra, deteniéndose en una que parece haber sido manchada de hollín.

—Lo que estás viendo son las transiciones que hiciste. Te seguí cuando llegaste a un mundo cubierto de arena y luego… Detzia.

—¿Detzia?

—Así es como se le llama a la Transición Infame —dice rodeando a Lily—. Verás, la Transición es el equivalente a que entres por una ventana, no haces mucho ruido y tampoco afectas el terreno que pisas, existen criaturas que aborrecen esa capacidad y pueden seguirte la pista, así que ten cuidado si vuelves a transitar. Como puedes ver dejaste un rastro en los reinos que pisaste. Tuviste suerte de que estuvieran conectados.

A Lily le resulta extraña tal habilidad. El don para entender a los animales le resultaba más práctico e interesante, ¿para qué necesitaría moverse a otro reino? Olvidó el tema sintiéndose incómoda cuando la mordida del lobo le dio la respuesta.

—No me has dicho el problema aún.

El sujeto pone los brazos en la espalda y se detiene.

—Detzia es el equivalente a una puerta. Puede que no adviertas tu llegada, pero si no la abres con cuidado puedes causar daños colaterales a ese reino. Alguien te ayudó a cruzarla y en eso estoy seguro que sabes a quién me refiero.

Vean al Tic-tac, y sigan al tic-tac.

El viajero, piensa Lily, y de inmediato el sujeto bufó.

—No sé su nombre y él tampoco el mío, pero en el punto que lo conociste era reconocido como Alfred Jenkins. Temo que para cumplir tu deseo de volver a casa debes encontrarlo, pues él fue tu llave para abrir Detzia.

Lily se muerde el labio. La risa del viajero no la tranquilizó en la que debía ser una noche pacífica tras escapar del Cazador y buscarlo sería una tarea complicada, aunque no estaba dispuesta a rendirse.

El sujeto entiende por sus pensamientos lo que quiere saber a continuación y le hace gestos para que se acerque al borde junto a él.

—Ten cuidado si llegas a encontrarlo y no caigas en sus palabras. La voz ensucia la existencia y perturba hasta el paso del tiempo, ¿no te gustaría seguir conmigo?




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