Los días siguientes no fueron mejores para el marginado chico. Los infames de Milton y Sam obedecían las ordenes de Ronny sin chistar. Cerciorándose de la ausencia de los profesores en el pasillo, llevaron a cabo su plan.
— ¡Déjenme en paz! ¡por favor! ¡No les he hecho nada! — gritaba indefenso intentando quitarse de encima sin éxito cuatro pesadas manos que lo introdujeron en el lavabo de un impulso.
Con la mala suerte de que éste resbalara y golpeara su cabeza contra el excusado.
La sangre que emanaba de él empañaba el inmaculado piso que delataba un trágico final.
— ¡Está muerto! ¡Lo matamos! — Entraron en pánico los tres y huyeron dispuestos a ocultar la verdad.
— Nadie ha visto nada . Y nadie dirá nada — silenció Ronny a los demás — El desgarbado era demasiado torpe y resbaló. Un desafortunado accidente. Eso es todo.