Devastadora tormenta.

XXVIII. Miedo a la oscuridad.

– ¡Kay!

Aquel gritó llegó hasta mí abriéndose paso entre la vorágine de miedo que en ese momento se había apoderado por completo de mí. Mis ojos lo buscaron hasta que encontraron su rostro sobre el mío, completamente transformado por la preocupación. Me di cuenta entonces de que me encontraba en el suelo, pegada a la pared. El calor de sus manos traspasaban en ese momento la piel de mis hombros.

– ¿Kay?

Miré alrededor sin saber muy bien que hacer. Jack me observaba como si me acabara de encontrar con una pistola en la mano a punto de saltar a un edificio en llamas. No, no estaba exagerando.

– Estoy bien. - declaré elevando la comisuras de mis labios en un intento de sonrisa.

El no sonrió, su semblante estaba completamente serio.

– ¿Estar agazapada en el suelo ida y temblando es estar bien?

Respiré hondo. Aquello se estaba descontrolando. Sacudí los hombros consiguiendo liberarme de su agarre y comencé a levantarme despacio. Jack hizo el amago de ayudarme pero una sola mirada mía bastó para que entendiera que lo último que quería era su ayuda.

- Estoy bien. - repetí una vez más.

Lo rodeé caminando hasta el centro de la habitación. Mi mente vagaba entre lo que acaba de pasar hace un rato en la ventana.

"Solo ha sido tu imaginación."

Sí, claro. ¿Solo había sido eso no? Una mera ilusión de mi subconsciente creada por la mezcla de miedo y pánico que había sentido aquella noche. ¿Qué más iba a hacer? Tenía que calmarme, había sido un día demasiado largo. Solo tenía que dormir un poco, unas horas de sueño aclararían mi mente. Respiré lentamente, dejando que el aire llenara mis pulmones y después de una rato finalmente me di la vuelta, controlando mi expresión.

– ¿Por qué has entrado en mi habitación?

– Has gritado. - respondió enseguida como si supiera ya lo que iba a preguntarle.

Arrugué la frente.

– No he gritado. - negué.

– Lo has hecho. - declaró metiendo sus manos en los bolsillos mientras se dirigía a la ventana para mirar hacia fuera. – Pregunté si pasaba algo desde el otro lado de la puerta, pero no me respondiste. – se dio la vuelta de nuevo clavando sus ojos en mí. – Así que entré y fue cuando te encontré así.

No pude creerlo. ¿Como iba a gritar y no darme cuenta de ello? Busqué su mirada, sin embargo, nada en ella me decía que estuviera mintiendo. Además, ¿para que hacerlo? Me mordí el labio empezando a ponerme nerviosa.

– ¿Qué ha pasado? - preguntó dando un paso hacia mí.

– Nada. - me moví para dirigirme hasta la cama. – Debería irme a dormir. No hace falta que te quedes, si Eleanor me pregunta le diré que te quedaste conmigo, no te preocupes.

Esperé su respuesta, pero no llegó. Intrigada me di la vuelta, encontrándome con su espalda; se había girado de nuevo hacia la ventana.

– ¿Has oído lo que he dicho?

– ¿Has visto algo?

Temblé mientras el aire escapaba de mis pulmones lentamente. ¿Cómo podía ser tan perspicaz? Me rodeé con los brazos controlando mi cuerpo y las imágenes que empezaban a aflorar en mi mente.

– Vete a casa, Jack.

Suspiré notando de repente el cansancio acumulado en todo mi cuerpo. Lo único que quería es que aquel infernal día acabara de una vez por todas. Él no se movió, ni hizo ademan de hacerlo. Yo empecé a perder la paciencia, así que caminé hacia él dispuesta a sacarlo de allí a rastras si era necesario. Entonces justo antes de llegar se dio la vuelta y fue hacia mi. No me dio tiempo a reaccionar, antes de saber lo que se proponía sus brazos me alzaron y en unos segundos me cogió para dejarme caer en la cama.

– Duerme. - ordenó con voz completamente autoritaria. Abrí la boca para replicar pero no me lo permitió. - No me iré de aquí hasta que te duermas. Si no quieres contarme lo que pasa, bien, no te obligaré. Pero no me pienso ir hasta que te vea dormida y no en una esquina en medio de un ataque de pánico.

– No ha sido...

Se cruzó de brazos y alzó las cejas. Me callé. ¿Acaso serviría de algo discutir con él? Solo con su postura estaba claro que no iba a ceder. Lo único que conseguiría si intentaba discutir con él era que acabáramos peleando toda la noche.

Me rendí. Simplemente estaba demasiado cansada para llevarle la contraria en ese momento lo más fácil era hacerle caso y dormir de una vez. Así que me di la vuelta sobre el colchón dándole la espalda y me cubrí con la sábana.

El silencio inundó la habitación repentinamente y cerré los ojos. No se cuanto tiempo pasó hasta que algo me hizo darme la vuelta para mirarlo. Se había desplazado hasta la pared al lado de la puerta y sentado en el suelo mientras miraba mas allá de donde me encontraba, suponía que la vista que ofrecía la ventana.

- ¿Por qué no apagas la luz? - pregunté después de haber intentado cerrar los ojos de nuevo y dormir sin ningún éxito.

– Creo que es mejor que la deje encendida, aunque sea un rato.

– No soy una cobarde. - abrí los ojos para observarlo una vez más. Seguía con la vista puesta en la ventana. – No le tengo miedo a la oscuridad.

Una especie de risa extraña salió de sus labios.

– A veces... hasta los mas valientes le tienen miedo a la oscuridad en algún momento de sus vidas.

No dije nada, en verdad no supe que decir. Su voz y su mirada hizo que algo en mi interior me alertara que aquellas palabras escondían mucho más de lo que parecía. Por eso decidí callarme y volver a cerrar los ojos.

Y esta vez, finalmente me sumí por completo en el sueño.

.

.

.

La tormenta continuara.

Quien levante la cazuela quien se ha quedado con las ganas de que Jack consuele a Kay 😳 Comenta si piensas que Jack debió cogerla, besarla, raptarla y llevarla a las vegas... Ok, no.




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