Devorador de Emociones

Desbordamiento

  • ¡Suéltalo!

     La voz de Ivanna resonó por encima de los latidos que retumbaban en mis oídos, la mitad de la mano de Silveiro estaba enterrada en mi hombro, sentía como mi transformación iba perdiendo efecto, era más el dolor que la rabia que sentía en ese momento. Fue así como pude escuchar a Ivanna.

     El brillo del arma entre sus manos temblorosas, su mirada fija en Silveiro y aquella extraña aura a su alrededor la hacían ver determinada entre tanto nerviosismo, Silveiro se fijó en que yo veía en otra dirección y miró sobre su hombro derecho, él no había escuchado lo que Ivanna gritó.

  • ¿Pero qué es esto? – Dijo sacando su mano de mi hombro de un tirón, enviando otra oleada de dolor que me dejó paralizado en donde estaba, se giró hacia Ivanna olvidándose completamente de mí – ¿Tu? – Dijo acercándose a ella - ¿En serio?
  • ¡Déjalo en paz! – Gritó Ivanna, pero su voz no sonaba igual a la primera vez.
  • ¿O que harás? – Silveiro dio otro paso - ¿Dispararme? ¡vamos! Quiero verte intentándolo.

      Las manos de Ivanna temblaban, pero tiró del gatillo y el disparó impactó a Silveiro en el hombro derecho, el apenas se movió, se tambaleó un poco mirando su hombro, pero recuperó el equilibrio y con su mano izquierda sacó la bala del hoyo que había dejado en su traje negro. El muy desgraciado sonrió mirando la bala entre sus dedos, y se la mostró a Ivanna, tal y como lo había hecho conmigo cuando le disparé, caminó hacia ella dejando caer la bala de entre sus dedos, no iba a permitir que le pusiera una sola mano encima.

ooooooooo

     ¡El disparó no le hizo nada! ¡Yo sabía que no iba a funcionar! Pero me dio tanta rabia que me provocara que simplemente tiré del gatillo, pero ahora se acercaba a mí, estaba asustada, no deje de apuntarle, sus ojos negros me miraban fijamente, su sonrisa maliciosa llena de colmillos y aquellas protuberancias extrañas en su rostro que lo hacían parecer un demonio me dejaron paralizada.

  •  “voy a morir” pensé “¡voy a morir aquí por culpa de una estúpida idea que al final no dio resultado!”

     No podía dejar de mirar la oscuridad en sus ojos… sentía que estaba a punto de ser absorbida por ellos, hasta que vi una mano, era la mano de Aquiles sobre la Frente de Silveiro, estaba enganchado a él sobre su espalda, con el brazo izquierdo en su cuello y la mano derecha justo sobre la frente de él. Fue casi automático, Silveiro se detuvo y su rostro se desfiguró, casi inmediatamente su cuerpo comenzó a emanar aquel humo negro como el inicio de un incendio, no podía ver a ninguno de los dos por la humareda, pero el grito desgarrador de Silveiro me hizo temblar en donde estaba. El humo comenzó a arremolinarse sobre los dos, como un tornado negro que fue encendiéndose poco a poco sobre la mano de Aquiles como si lo adsorbiera, cuando el humo desapareció, Silveiro había dejado de gritar y sus ojos negros desaparecieron, mostrando de nuevo sus ojos marrones, tan comunes como los de cualquiera su cuerpo comenzó a emanar humo negro, supuraba por todos lados, y la piel bajo la palma de Aquiles parecía arder al rojo vivo, en pocos segundos tanto el cuerpo de Silveiro como su rostro comenzaron a cambiar, se veía claramente en el tamaño, las protuberancias en su rostro fueron desapareciendo, las garras, aquel encorvamiento de su espalda… estaba volviendo a la normalidad, pero los ojos de Aquiles, que aun colgaba de la espalda de Silveiro seguían siendo tan negros como la noche misma y sus garras seguían ahí.

  • ¡Dispara! – gritó Aquiles – ¡Ivanna dispárale! ¡ahora!
  • ¡No! – La voz de Silveiro sonaba muy diferente, más aguda, tomó a Aquiles de ambos brazos y lo arrojó al suelo con tanta fuerza que levantó el polvo bajo el cuerpo de Aquiles – ¿Crees que eso va a funcionar conmigo?

     Silveiro caminó hasta estar junto al torso de Aquiles y lo pateó con fuerza, mandándolo a volar varios metros en el aire. Pero luego posó su mirada en mí, ya no eran aquellos ojos negros amenazadores, incluso su apariencia era la de una persona normal, pero seguía teniendo una fuerza brutal aunque la emanación de aquella esencia negra había desaparecido por completo. Tenía la respiración acelerada, sus ojos estaban casi desorbitados cuando me vio, y el terror me invadió cuando comenzó a dar pasos apresurados hacia mí. Le disparé, una vez, luego otra… y otra. No quería que se acercara a mí, cerré los ojos sin dejar de tirar del gatillo una, y otra, y otra vez… hasta que solo podía escuchar el “clic” de la pistola al estar descargada, aun así no quería abrir los ojos. Sentí un par de manos sobre mis hombros empujándome hacia atrás, con el corazón a punto de explotarme en el pecho trastabillé y caí al suelo con el pesó de algo que caía sobre mí… todo se convirtió en silencio.




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