El Despertar, Quinta parte
No sé cómo hice para soportar tanto dolor cuando me levantaron del suelo y me amarraron a una silla dentro del hangar. Lo único que podía hacer era apretar los dientes cada vez que sentía que el cuchillo se movía y cortaba un poco más en mi costado, El olor a Ron invadió mis fosas nasales cuando él se acercó y tomó con una mano mi barbilla. Quería que lo mirara a los ojos, me examinaba con la mirada como quien busca algo que debería estar en su sitio.
- Se supone que estás muerto – Le dije con la voz entrecortada.
- Yo también pensé que lo estaría – dijo mientras sacaba una linterna del bolsillo de su pantalón, la apuntó sobre mi ojo izquierdo y encendió la luz haciéndome parpadear – Palacios hizo un buen trabajo con las pastillas que me tomé, realmente me dio un infarto. Estuve muerto por casi dos horas.
- Esto tiene que ser una maldita broma,
- Cree lo que quieras – Dijo Alejándose de mí y dándome la espalda, volviendo a colocar la linterna en su bolsillo – Todo lo que está sucediendo había sido ya escrito, pero tu… - Giró sobre sus pies y me señalo con una sonrisa de oreja a oreja - hiciste algo que cambió las cosas, realmente eres increíble.
Pero así como sonrió me tomó del cuello a una velocidad que no pude apreciar, acercó su rostro al mío apretando los dientes.
- ¿Dónde está tu ira? – Dijo entre dientes, apretando cada vez más mi cuello – ¡Deberías estar en coma! ¡tu cerebro debería haberse fundido junto con todas tus funciones nerviosas! Pero sigues aquí… ¡dibujando esa maldita sonrisa en tu boca! ¡¿Por qué?!
¿Había una sonrisa? No me había dado cuenta, pero una voz en mi cabeza reía entre dientes por mí, la mano de Brenda había desaparecido del umbral de la puerta. Eso debía ser bueno, yo sonreía por eso, pero no la voz en mi cabeza.
- ¿Por qué sonríes como idiota? – repitió sacudiendo mi cuello, recordándome que estaba quedándome sin aire.
- No… lo sé – me hizo volver a la realidad y al dolor que causaba el agarre sobre mi cuello.
- Me has hecho perder mucho tiempo – Dijo, soltándome, se alejó de mi chasqueando los dedos a un par de hombres que había detrás de él -…arruinaste mis planes, años de planeación a la basura por tu intervención, creo que aprendiste demasiado bien.
- Aprendí del mejor.
- Aun así no todo está perdido.
- ¿Que?
Escuche como algo se arrastraba a mi derecha, cerca de seis hombres movían algo muy pesado, cubierto con una gruesa lona negra, pero por la forma no me costó mucho adivinar que era. La máquina que Kervin había creado, la que vimos en el dibujo que Ivanna había hecho. Abrí los ojos como platos cuando me di cuenta de qué era lo que Sanders estaba planeando.
- ¿Piensas traerla aquí? – Pregunté volviendo la mirada hacia Sanders.
- Así es
- Black está cuidando de ella, no podrás atraparla.
- De hecho… - Luisa se acercó a mí manejando algo en su mano derecha, era su teléfono, lo reconocería en cualquier parte con aquel colgante en forma de gato con ojos verdes. Yo mismo se lo regalé.
Cuando estuvo cerca de mí me mostró la pantalla, era un tiroteo, la imagen estaba en blanco y negro pero pude darme cuenta fácilmente de que se trataba del gran pasillo de Carlos Cruz Diez, cubierto de cajas y lleno de flashazos de los disparos de los hombres de Palacios, Jorge estaba ahí… con la detective, mi sorpresa era más que evidente; Luisa sonrió para sí misma.
- En vivo y directo.
- ¿Qué?
- Ivanna está en el aeropuerto, Señor Mora – Una tercera voz se unía a nosotros, aquella voz gruesa que reconocí casi en el acto.
De las sombras, Palacios aparecía muy sonriente, deteniéndose junto a Sanders y observándome de arriba abajo, hizo una falsa mueca de dolor cuando posó la mirada sobre el cuchillo que atravesaba mi costado.
- Eso debe doler – Dijo después de sisear.
- No tanto como cuando te rompa el cuello – Le respondí, él solo rió entre dientes.
- Mis hombres localizaron a Ivanna fuera del aeropuerto, en el estacionamiento. – Dijo dirigiéndose a Sanders - ¿Quiere que vaya por ella?
- No, ella vendrá a nosotros.