Devorando Almas

⸸ 8. Solo puedo deprimirme ⸸

ETHAN

Solo habían pasado unos días desde que sus ojos pardos ahora llenos de deseo, eran rubís al igual que la sangre que chorreaba de su boca en aquel bosque. La desesperación y euforia que me invadió al darme cuenta que era real, que al fin tendría una posibilidad desembocó en atacarla y chantajearla, pero ahora, solo era una chica linda mojada en un bosque. 

Era divertido como reía mientras nos escondíamos entre la maleza para cubrirnos de miradas ajenas. Ella se recostó sobre un árbol y extendió su mano hacia mi, llamándome, con una sonrisa amplia. Una invitación que no dude en aceptar también sonriendo.

-Creo que esta si es una buena idea.-comentó.-A veces las tengo.-y me reí.

-No necesitas alcohol  para ser tú y divertirte.

-Shh Ethan.-dijo mientras sus dedos detenían mis labios y bajaba con lentitud por mi cuello hasta el borde del escote de mi camiseta, donde tiro de mi hasta pegarme a ella.-Además, tienes que compensarme.

-¿Se te ocurre algo?

Su mano que hasta el momento había estado fija en mi pecho descendió hasta mi cinturón y sonrió. Tragué saliva viendo como su mirada se oscurecía un poco más, con picardía. No podía evitar soltar una risa.

-¿Que te parece tan gracioso?-murmuró algo molesta, berrinchuda.

-Solo que, cuando te vi, no imaginaba que atrajeras personas al bosque para esto, es mucho más inocente.

-¿Eso crees? 

Y mi cuerpo entero se fundió en un jadeo cuando bajo mis pantalones y apretó mi erección. Por momentos era fácil olvidar lo que nos envolvía, lo que ella era, lo que yo buscaba con tanto empeño, solo dos personas, solo un bosque, solo un beso en una fogata. Por momentos me deje caer en la marea de sensaciones que me atacaron al igual que sus labios, rudos y temerarios. Sonreí por lo agresivo de su beso, como mordía, chupaba a la vez que no dejaba de tocarme. 

Mis manos acariciaron su pelo, su cuello, el límite entre la tela del vestido y su piel en su pecho y mientras sostenía su nuca llegué al final de su vestido, iba a introducir mi mano debajo pero su mano presionó mi hombro y por unos segundos todo se volvió nublado y un pinchazo de dolor me atacó la cabeza.

Ya no pude mover los labios. El roce de sus yemas sobre mi piel comenzaba a picar. Me separé con tanta rapidez que aterrice en el suelo. Luchando por respirar intentaba controlar mi cabeza, pero era incapaz de evitar que mis piernas y brazos hormiguearan hasta adormecerse. Podía oler la sangre, sentirla tibia por mi torso, el dolor. Podía sentir el dolor de la herida abierta en mi hombro, pero sabía que no allí no había nada. Más que una cicatriz.

No era su culpa, ella no había hecho nada mal, absolutamente nada, y aún así se había llevado la peor parte. ¿Pero que podía decirle? Sentí que moriría allí mismo, era incapaz de aguantar un segundo más a su lado, porque parte de mi era consciente de su naturaleza y no podía separarla de los ojos marrones que me enternecían.

El corazón se me estaba por salir y escurrirse lejos, como el sudor que se desprendía de mi frente. Intentaba respirar pero no podía, me estaba sofocando, quería abrirme el pecho con las manos con tal que el aire entrará pero no podía. Me ahogaba y estaba muy asustado.

-¡Aléjate de mi!-grité aterrado cuando dio un paso al frente alarmada. Mi madre estaba frente a mi, con sangre goteando de su boca entre abierta y los ojos oscuros.

Me ardía el hombro, me picaba el pecho y era incapaz de controlar mi corazón que palpitaba como loco, llegándome a doler.

-¿Te lastimé?-dijo con dulzura, era la voz de Gwen, pero el rostro de mi madre, con sangre, mi sangre

Se arrodilló a mi lado revisando a las apuradas mi torso e intentó extenderme su mano. Aunque consternada por mi reacción no me reprocho nada.

-¡Aléjate!

-Ethan...¿Qué he hecho mal?-murmuró en un quejido. Se notaba triste. Por mi culpa. Mamá se había marchado por mi culpa, Gwen estaba triste por mi, y yo no podía respirar, me moriría. El cuerpo entero me hormigueaba.

Me estaba dando un ataque y no podía detenerlo.

-¿Que puedo hacer?-murmuro.

-Vete, te lo suplico, por favor vete Gwendolyn.-alcancé a hablar con la voz entre cortada. Y nunca me perdonaría no ir tras ella. 

Nunca jamás me perdonaría no ir por ella luego, porque cuando la encontré, todo cambió.

GWEN

El calor de la fogata me arrollaba con el crepitar de las ramas partiéndose por el fuego. Estaba hecha un ovillo junto a esta, con sus flamas danzarinas acariciando a la distancia mi cuerpo. Había arruinado todo, lo sabía. Había sido mi culpa, le había provocado aquel estado. Quise llamar a Coraline pero recordé que mi celular estaba en el auto, tendría que molestar a Evelina para que me diera sus llaves, pero aunque la llamase, tampoco quería arruinar su cita. No podía dar un paso sin interferir en la calma de alguien más.

Llegó aquel aroma amargo, a pocos pasos de mi estaban apiladas un par de botellas. Me enderecé y las observé desde una distancia prudente. Cuando tomaba, podía sentir el peso en mi pecho era mas liviano. No sentía y eso era tan liberador.

Mi garganta tragaba aquel líquido fuerte y amargo con gratitud, como si de un elixir sanador se tratase. Estaba medianamente tibio, pero no importaba, consumía cada gota de cada botella, y se sentía bien, porque no sentía. La música sonaba animada, alentándome a bailar y así lo hice.

A la vez que tomaba un trago daba vueltas y movía mi cuerpo con euforia. Sabía que era un bienestar pasajero, pero me daba igual. No quería pensar, sentir. Cuando cargar con todo se volvía muy difícil y pesado, podía irme lejos por un par de horas con una botella.  Me desinhibí, había bailado con un par de chicos, salido en las fotos de unas chicas y vomitado tras un árbol unas cuantas veces en bucle. Si bien el alcohol me afectaba en mayor medida que a un humano, el efecto se evaporaba con la misma intensidad y mis labios se resecaban en busca de otro trago al poco tiempo para  que sucumbieran los intentos de mi conciencia por manifestarse.




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