Narra Sally:
El martes transcurrió bastante normal, aunque obviamente las miradas no faltaban, si antes no nos llevábamos bien con Lucy, ahora éramos evidentes enemigas, las miradas asesinas entre nosotras eran a muerte, sus amigas de otras aulas me miraban mal cuando me veían por los pasillos, claro que mis amigas también hacían notar su malestar, era una situación insostenible, sus murmuraciones al pasar a su lado, su risa, todo me hacía sentir un poco vulnerable, pero no era tiempo para ello, debía ser fuerte ante lo malo que pueda pasar en un futuro, estar lejos de mi familia me obligaba a ser fuerte y no dejar que nadie me vea triste o desanimada, así que mi cara era lo más serio que podías ver.
Al llegar el miércoles, estaba bastante nerviosa, hoy iría al cumpleaños de Sergio y estaba casi segura de que Ian también iba a asistir, estuve particularmente emocionada ese día, mis amigas obviamente lo notaron.
Después de tomar desayuno nos dirigimos al aula donde nos esperaban Yarela y Tanza. Al vernos entrar tan animadas obviamente quisieron unirse a nuestra felicidad
Al pasar nos dan una mirada despectiva, sonrío de lado, quiera o no, se tuvo que ir hace unos días por faltarme el respeto, así le seguirá pasando si sigue molestándome, me aburrí de aguantar los caprichos de los demás solo porque sí, ya no voy a poner la felicidad de los demás antes que la mía.
Las clases pasaban lentas para mí, ya quería salir e irme al cumpleaños, cuando finalmente terminaron, me despedí lo más rápido que podía y me fui corriendo a la casa de mi abuela, al llegar me metí a la ducha, me bañé lo mejor que pude, necesitaba verme bien hoy, no porque vaya a ver a Ian, si no porque necesito sentirme segura de mí misma, sentirme linda, valorada.
Cubierta con una toalla fui a mi habitación, busqué la ropa que más me gustaba y con la que me sentía cómoda, me la puse, estaba feliz, me sentía linda, me puse un poco de mascara para pestañas y labial, me miré al espejo y me gustó lo que vi.
Bajé las escaleras de la casa en busca de mi primo Sam, pregunté por él y la abuela me dijo que estaba bañándose, que debería esperarlo un rato, asentí, me daría tiempo a ver mis redes sociales un rato, mientras revisaba mis notificaciones de Facebook vi que me habían etiquetado en una foto, vi la foto, éramos mis amigas y yo en clases, riéndonos , abajo decía “Las hienas riéndose de su estupidez”, bufé, el usuario era “Confesiones de una colegiala”, era tan obvio quien era la autora de esa publicación, ni siquiera se tomó el tiempo de cambiar de lugar para sacar dicha foto.
“Prefiero ser feliz en mi “estupidez” que una ignorante tras un usuario anónimo” comenté y etiqueté a mis amigas, ella no se hicieron esperar, comenzaron a comentar y a etiquetar a más personas, todos comentaban contra el usuario tras “Confesiones de una colegiala”, creo que a alguien le salió mala su “bromita”.
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Editado: 09.11.2024