En aquel tiempo ella tendría alrededor de diecisiete años, yo solía tocar la guitarra y ahogarme en cigarrillos.
Todos los miércoles y viernes se presentaba en la puerta de mi casa, siempre tan sencilla, tan fresca... Jamás se quitaba aquellas converse desgastadas, siempre traía una inmensa polera amarilla y esa pequeña y pintoresca mochila colgada en su espalda.
La energía se adueñaba de todo su cuerpo, era radiante, picara y muy inteligente.
Cuando acariciaba las cuerdas del instrumento, la melodía traspasaba mis sentidos, colisionaba en mi mente, me destrozaba la cordura... ella tocaba como toda una profesional, como si la vida dependiera de ello.
Nunca en la vida llegue a pensar que extrañaría tanto algunos de sus berrinches o carcajadas... O simplemente el color de sus mejillas al recibir unos de mis cumplidos.
Jamás imagine que las horas y horas sentado enseñándole a tocar fuera el mejor de los momentos que nunca olvidaría.
Alice Alice Alice la pequeña de ojos coloridos de cielo y nubes... la humilde chica de corazón noble.
Su olor era mi droga e incluso hacerle trenzas en esos largos mechones castaños era la cosa más insignificante, pero ahora tan importante... aunque para mí en aquel momento solo fue eso... un simple momento, una simple caricia...
Fue tener por un tiempo a una hermana, a una amiga, a una pareja... ella se convirtió en mi compañera de vida.
Era como una montaña rusa de emociones, a veces buena y a veces mala, sin embargo al final del día el sol siempre brillaba y el cielo se llenaba de sorpresas... se llenaba de colores y regocijo.
Pero fue cosa de la vida no estoy seguro... solamente sé que dolió y duele recordarla y sobre todo extrañarla... sencillamente duele.
[Propiedad de Harry Evans 13/04/2013]