Diario de un amigo imaginario

Diario de el error

-Buenos días mi niño, ya es hora de despertar- comienza una mañana muy rara, mi mamá jamás me viene a despertar, suele hacerlo mi padre, pero desde lo sucedido ayer no lo he visto detrás mío preguntándome como estoy, como siempre suele hacerlo.

Con muy pocas ganas y mucha lentitud abro los ojos y efectivamente compruebo que es ella.

-Buenos días- le respondo un tanto extrañado por su presencia esta mañana, si está haciendo esto pensando que olvidaré a Tomas está muy equivocada.

-Solo quería ver como amaneciste hoy, veo que bien, me iré para la oficina, no podré desayunar contigo y tu padre- no me extraña que no me haya preguntado cómo estoy, ella solo por el hecho de verme asegura que es así.

-Está bien- pero no conforme con la conclusión le pregunto – ¿me ayudaras a buscar a Tomas? – y de inmediato su sonrisa pasa de eso a una cara seria como si le hubiera hablado del mismo diablo.

A ella jamás le agrado Tomas, siempre que le hablaba sobre mis aventuras con él, ella solo miraba para otro lado, o me miraba como si yo estuviera loco. Siempre trato a mi amigo de fantasma, o se burlaba de él diciéndole invisible, eso realmente lo hería, creo que por eso también se fue, la culpa es del todo de mi padre, pero mamá jamás ha mostrado empatía con Tomas, lo cual era triste pues él era, es, y será mi único amigo.

-Tal vez tu padre te ayude a buscarlo- contesta cambiando su agradable tono de voz a uno de indiferencia. Nunca entendí porque ella se comporta así a veces. La señora Lupe dice que los padres aman a sus hijos, pero yo... pues no creo que me odie, ni tampoco que me trate así porque cree que Tomas es malo, pero...

-Supuse que responderías eso- mientras agacho mi cabeza para no mirarla.

-Tuvimos esta charla ayer, despues de todo tu circo.

-Si... estaba mal porque él es mi único amigo, además fue papá quien dijo que fuera a bañarme y acostarme, no me quiso ayudar a buscar, se enojó y me gritó, y yo me puse aún más triste- y si efectivamente fue como se lo dije.

Ayer estaba en el cobertizo, luego de la discusión con mi padre por no comprarme el juguete (el cual era lo más parecido a una maqueta de una estación de naves la cual podía ascender a las alturas en un despegue que yo manejaba) ¿qué cómo saque esa idea? Soy un niño, imagino algo y lo plasmo en un juguete, así de simple, lo suficiente como para que Nicolás haya podido conseguirlo, pero no lo hizo. En fin, estaba esperando a que mi amigo volviera, ya que siempre nos quedamos ahí jugando, en ese lugar nadie nos interrumpe, luego de estar por un rato mi padre me llamo, cuando fui para donde estaba, lo notaba alterado y le recordé que por su culpa Tomas se había ido, pero él solo me miro y no dijo nada, su cara era diferente, jamás lo había visto así, luego pasó lo que le conté a mamá y por ello terminó todo así anoche.

-Él ha de estar cansado de tu amigo inv...

-No le digas así- la interrumpo haciéndole entender que el es mi amigo, ella jamás lo conoció, simplemente no sabe lo importante que es para mí.

-Como sea, está agotado, no solo por ti y tus cosas, también por su trabajo con el cual te da todo lo que pides- me lo dice, como si fuera algo malo y me quedo sin comprender su punto.

Pero yo sé que ella no me ayudará a sí que solo asiento con mi cabeza, a lo que ella se despide y se marcha de mi cuarto.

 

La mañana comenzó un tanto mal, el ambiente en mi casa se torna tenso, lo sé porque aquí en la cocina, junto a mi padre, se siente así. Me parece injusto que no se haya disculpado por lo que hizo, ni siquiera me ha preguntado cómo estoy, cuando baje a la cocina, solo me dijo buenos días y me sirvió el desayuno, si cree que con eso me disculparé él está muy equivocado.

-¿Cómo estás hi... jo?- me pregunta al fin, pero responderle sería un privilegio que él no se merece, así que solo me mantengo indiferente.

De todas formas sigo tomando mi chocolatada fría con galletas, y él se queda observándome, no entiendo porque lo noto diferente, hasta ahora no me ha dicho nada del juguete.

-Respóndeme Valerio- con esta, mas anoche cuando me grito mientras estaba encerrado en mi cuarto, son las únicas dos veces que él me trata de una forma distinta, jamás me decía Valerio y se enojaba cuando mamá lo hacía, algo en mi o en su rostro con poca empatía me hace responderle.

-Estoy sin mi juguete y mi amigo, así estoy- le respondo con un tono de ironía desafiando su sentimientos, siempre se pone mal cuando me muestro agresivo con él y termina dándome lo que quiero. Pero para mi sorpresa el me agarra la mano y me levanta la cara diciéndome.

-Espero que aprendas a respetarme, comprendo que estés enojado pero eso no te autoriza a ser un... un niño malcriado- me lo dice en un tono silencioso y mirándome a los ojos, en esos momentos conocí unos ojos distintos, jamás lo vi así, mi corazón se alteró y una lagrima quiso salir, pero en ese momento no sabía cómo actuar, él... él, en esos momentos, no era mi padre.



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En el texto hay: misterio

Editado: 06.10.2019

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