Diario De Un Asesino Serial

13/12/2017 “BÚSQUEDA”

Soy Jonathan y hoy tuve un día bastante emocionante. Son exactamente las cuatro de la madrugada. Intenté dormir, pero me resultó imposible poder conciliar el sueño, creo que hay dos motivos, el primero el infernal y agobiante calor, el segundo es porque no puedo dejar de pensar en los sucesos que ocurrieron a lo largo del día. Por eso decidí levantarme y contarles lo que pasó.

Cuando amaneció ya estaba despierto. Sabía que hoy no iba a ser un día tranquilo. Mi curiosidad me estaba consumiendo y no podía dejar de mirar el reloj. Cuando es verano, en Argentina normalmente amanece alrededor de la seis de la mañana. Tenía que esperar dos horas, para reencontrarme con él. Seguro no están entendiendo nada de lo que estoy hablando, así que voy a contarles en resumidas palabras lo que sucedió el día anterior a hoy, es decir ayer.

Me dispuse a ir de una vez por todas con aquella persona que podría significar mi salvación. Aproveché la hora de almuerzo que daba la editorial y fui directamente a la comisaría donde el Oficial Cruz trabajaba. Daniel dijo que Horacio en esa época tenía alrededor de unos cuarenta años, por lo tanto ahora debe tener unos cincuenta años más o menos, ya que en el diario se hace una aproximación y no se revela la edad verdadera de Cruz. Cuando llegué, me paré justo en la puerta principal dispuesto a entrar y de repente algo pasó. Mi cabeza comenzó a llenarse de preguntas, que en este momento considero absurdas. ¿Y si creían que estaba loco? ¿Y si se burlaban de mí? Creo que la parte más importante de ser hombre, es no demostrar cobardía. Así que entré de todas formas, no me importaba sentir carcajadas, ni tomadas de pelo, solo quería acabar con todo esto. Ya no podía más solo. Debía contárselo a alguien y el Oficial Cruz era la única persona que me podía ayudar. Me dirigí hasta el escritorio principal donde un policía bastante gordo estaba devorando una hamburguesa.

-Disculpe que interrumpa su almuerzo, pero me podría decir si se encuentra el Oficial Cruz.

-Buenas tardes, discúlpeme usted a mí pero no lo había visto. El Oficial Cruz se jubiló hace dos años por recomendación médica.

-¿Usted sabe dónde puedo encontrarlo?

-¿Por qué lo está buscando?

-Es un tema bastante delicado, respecto a un caso que, por lo que tengo entendido él estaba a cargo.

-Tengo órdenes estrictas de no difundir la dirección de nuestros oficiales retirados, pero si habla con la comisaria Isabela Pérez quizá pueda obtener la ayuda que usted necesita, ella era compañera de Horacio cuando era comisario.

-¿Entonces usted cree que ella pueda ayudarme?

-Sin ninguna duda. Mire por este pasillo al fondo, su oficina es la segunda. Espero que tenga suerte.

-Muchas gracias, ha sido muy amable.

Por supuesto traje el diario con migo, de otra forma dudo mucho que me creyeran. De todas maneras, me gustaría hablar con el Oficial Cruz y no con su compañera. Llegué hasta la oficina y toqué dos veces la puerta. Sentí un adelante y pasé inmediatamente. La oficina era bonita, cuadros colgados por todas partes, algunos eran diplomas, otros contenían fotos y otros eran pinturas; paredes marrones; el piso era azul al igual que el techo; estantes con libros jurídicos y detrás de un escritorio lleno de papeles se encontraba sentada la Oficial Pérez.

-¿En qué puedo ayudarlo?

-Mi nombre es Jonathan Olivares y estoy buscando al Oficial Cruz ¿Usted puede decirme dónde puedo encontrarlo?

-Por favor cierre la puerta, pasé y tome asiento.

Hice lo que me ordenó. Su aspecto es igual al del diario, pero se nota que han pasado once años, ya que en su rostro no se reflejan treinta y siete años sino casi cincuenta.

-¿Por qué está buscando a Horacio?- ella se veía intranquila.

-Es un asunto bastante delicado, sobre un caso en el que tengo entendido el Oficial Cruz estaba a cargo, pero preferiría hablarlo con él en persona.

-Eso es imposible señor, no debería decirle esto, pero años atrás Horacio tubo un caso bastante complicado. De un día para el otro, muchas personas comenzaron a desaparecer, estábamos desconcertados pero luego descubrimos que lo único que tenían en común, era que habían sido compañeros de secundaria. Hubo muchos sospechosos, pero Horacio sabía quién era el culpable, él estaba seguro. Se obsesionó demasiado con ese sujeto, empezó a seguirlo, incluso a soñar con él. Imagínese su reacción cuando descubrió que ese hombre desapareció. Obviamente Horacio sabía que no lo habían secuestrado como a los demás, no señor, Daniel había huido. Pero nadie le creyó, nadie excepto yo, porque jamás perdí mi fe en él. No dormía, no comía, solo pensaba en donde se pudo haber escondido, se preguntaba ¿Dónde está Daniel? Tanta fue su desesperación con el caso que descuido su salud y enfermó gravemente. Por órdenes médicas tubo que jubilarse y yo ocupé su puesto. Así que le ruego que si se trata de algún caso lo deje tranquilo. Déjelo descansar.



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En el texto hay: asesino serial, torturas, venganza

Editado: 15.07.2018

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