Diario de un corazón roto

Día 4

Hoy me despierto sin una lágrima. Se siente bien y a la vez no porque una parte de mí sabe que va a llorar un poco durante el día aunque he prometido que ya no lo haré más. Sigo con mi rutina normal y como he quedado con mis mejores amigas del colegio de reunirnos y hacer pijamada, estoy dejando todos mis deberes en orden para no preocuparme. 

Esto me recuerda a la última vez que hice una pijamada con mis amigas. No estabas tan feliz con la idea porque pensabas que mis amigas me llevarían a beber y podría terminar haciendo cosas que no debería. No fue el caso y tampoc lo es ahora. Vamos a hablar de las cosas y de cómo me siento después de todo. Al principio estamos bien, nos reimos, bromeamos, jugamos. Y luego llega el momento de la verdad. Ellas me preguntan por ti y por lo que realmente pasó. Me dicen que parecía que teníamos algo tan bonito, pero que lo que brilla no siempre es oro.

Les conté lo que pasó ese día. No les pude contar como inició todo porque aún no me siento lista para decirle a alguien como nos conocimos y como surgió todo entre nosotros. Siento que es algo muy nuestro y no estoy lista para compartirlo con alguien más. Al menos, no a grandes rasgos. A mi madre se lo conté, pero no le proporcioné todos los detalles. Le dije como sucedieron las cosas basicamente y ellas tienen la misma versión. Así que me limité a contarles lo que pasó el día que terminamos. Pensé que iba a derrumbarme mientras lo contaba. Estaba preparada para que mi nariz este roja y mis ojos hinchados y doliendo de tanto llorar, pero no pasó. Hasta yo me sorprendí. Lo conté como si contara un cuento que tuvo un final neutro. Mis amigas me aconsejaron, me abrazaron, me dieron ánimos y me mimaron. Estaban un poco locas porque querían maquillarme y vestirme como si fuera a una fiesta solo para colgar una foto y darte celos. Absurdo, a mi parecer. No necesito de eso. Te sentiste atraído por mí sin necesidad de maquillajes y escotes. Te atraje por mi personalidad. No he sido una monja, sin embargo. Y tú sabes que así como tenía mis momentos dulces, tenía mis momentos coquetos y juguetones que te asombraban y te causaban placer. Siempre decías: ¿cómo es posible que me enamore de ti cada día más? ¿estás segura que nos has hecho nada para que caiga en tus redes mi cosita bonita? ¿sabes lo mucho que te amo? Y muchas cosas más que me hacían creer que lo nuestro era puro. Después de lo que pasó y al recordar estos momentos me pregunto si a ella le decías lo mismo, si todo lo que pasabas conmigo lo pasabas con ella también. ¿Algún día lo sabré? Quizá, la duda es lo peor que puede existir para mí y yo tengo muchas dudas. 

Así pasamos la noche, entre consejos, risas, porciones de comida y karaoke. Me sentía bien; mis amigas hicieron todo lo posible por ayudarme a olvidarme de ti. Por cierto, nunca les enseñé fotos tuyas y como ya no tenía nada en el móvil te buscaron en Instagram. Vimos tus historias, eran de desamor otra vez. Mis amigas decían: como puede ser tan cínico, él te hizo tanto daño y parece que el dolido es él. Yo solo me encogí de hombres, en realidad nadie sabe lo de nadie. Cada quien afronta el duelo de manera distinta. Yo elegí llorar 3 días y talvez tú elegiste emborracharte 3 días. No lo sé, solo espero que tus malos pensamientos no te lleven a nada malo y estés tranquilo con tu consciencia. 

Me dormí con una sonrisa en el rostro. Sabiendo que el apartarnos fue una buena decisión y siempre te desearé lo mejor.




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