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VIERNES
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¿Estás preparado para las preguntas?
Enviado a las 8:02 am.
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Tengo miedo.
Enviado a las 8:04 am.
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¡Vamos! Mis preguntas no serán para nada incómodas. Y no seré la única que lo haga.
Enviado a las 8:06 am.
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Esperar por mi amiga, sentada, balanceando las piernas y rozando los pies con el piso si me descuido ya no me parece tan malo, porque me aguanto la respiración por un instante cuando me doy cuenta que el pelinegro del cual es dueño de mis suspiros a veces, se sienta al lado mío en una distancia considerable.
Siento mi celular vibrar en mi mano y de inmediato muevo el pie en un ritmo rápido de puro nervio. Con sutileza leo el mensaje en la pantalla sin llegar a abrirlo.
Ya empiezo a arrepentirme de aceptar las preguntas.
Enviado a las 8:10 am.
Muerdo una esquina de mi labio. La verdad es que no quiero responder porque prefiero admirar esta cercanía grata que me han brindado hoy. Tiene el celular en ambas manos, inclinado con los codos hincados en sus rodillas. El día de hoy vino con una sudadera gris y unos pantalones jeans de azul oscuro. El cabello está algo alborotado por el viento, pero se ve demasiado lindo con sus ondulaciones. Varios mechones le cubren la frente como siempre y tiene una minúscula sonrisa en los labios.
Espera, ¡tiene una minúscula sonrisa en los labios! Eso me hace sonreír también. Es como si me hubiera contagiado aunque la suya no haya sido tan llamativa como la mía, que andaba con una de oreja a oreja. Seguramente si gira el rostro hacia mí, pensará qué me causa tanta felicidad, sin saber que el motivo es él mismo.
Sin querer carraspeo para intentar esconder mi estúpida sonrisa. Haciendo lo que menos quería lograr, o bueno, en el fondo sí, de captar su atención.
Ambos nos quedamos mirando por un momento y yo le sonrío con los labios apretados en modo de disculpa. Él asiente alzando las cejas y dirige de nuevo su atención al celular.
Hago lo mismo con la intención de responder.
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Ya no hay vuelta atrás, ¡atento a mi primera pregunta!
Enviado a las 8:15 am.
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«¡Acaba de chasquear la lengua!».
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Dispara.
Enviado a las 8:16 am.
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En disimulo, le apunto con la mano en forma de pistola y finjo disparar, intento reprimir otra sonrisa.
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¿Te gusta la piña?
Enviado a las 8:17 am.
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De repente giro la cabeza hacia Nathaniel por la estruendosa carcajada ahogada que suelta. Tiene una mano que cubre su boca para apaciguar su propia risa, pero que de igual forma es inútil. Al menos desde mi posición puedo oírla.
«Es una lástima que no pueda ver su sonrisa al reír. Debe verse guapo sonriendo de esa forma».
Luego le escucho toser varias veces y termina carraspeando con la mano en puño sobre su boca. Mira el celular con una sonrisa plasmada en toda su cara, o es lo que intuyo por lo que me permite su perfil.
Y yo estoy muerta ahora.
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No puedo creer que estaba esperando lo peor y me sales con esto.
Enviado a las 8:20 am.
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«No me importa si parezco evidente, necesito cubrirme la cara con ambas manos para evitar chillar. Si no hubiera visto la reacción de Nath, pensaría que me acaba de enviar un mensaje todo seco, aburrido y quejoso».
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Es de suma importancia para mí. Responde.
Enviado a las 8:23 am.
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«De reojo le miro deslizar en una caricia su dedo índice por su labio superior y el dedo pulgar sosteniendo su barbilla. Parece que esté reprimiendo una sonrisa ahora».