DOUGLAS:
—Lester… —niego—, no es nuestro problema.
Él sigue viendo en dirección a donde Angeline salió corriendo. Lo mejor que podría hacer ahora es caminar a clase, olvidarme de Lester y de Angeline, después de todo no son más que mis compañeros de clase.
Pero Lester se ve preocupado por ella y yo me estoy preocupando un poco por él. Puede que Lester sea alto pero sin duda no sabe cómo defenderse de personas como Clay.
—Pero ella no se veía bien —señala—. ¿No estará en peligro?
Rayos, ahora me siento culpable. Es cierto, Angeline se notaba tan incómoda con Clay y parecía que lo único que quería hacer era quitárselo de encima cuando la tocaba. Ella no es el tipo de personas que defiendo, ella es de ese grupo de idiotas pretencioso que se la pasa humillando a otros aunque debo admitir que en ese momento parecía vulnerable.
Y Lester ha metido ideas a mi cabeza, ¿Qué tal si le hace algo que ella no quiere? No tengo idea qué es Clay de Angeline pero lo que yo vi, no parecía nada mutuo. Era él besándola a ella, no algo reciproco.
Ruedo los ojos. —Está bien —le hago una seña—. Vamos a verificar que esté viva.
Lester parece agradecido que lo estoy acompañando, ¿Qué rayos me pasa? ¿Por qué de pronto estos dos personajes interrumpen mi vida? Después de esto me alejaré de ellos, no quiero pasar más tiempo con Angeline y aunque Lester no me desagrada, no voy a ser su amigo.
Ambos nos movemos rápido al fondo del pasillo pero no hay nadie aquí. —Bueno, lo intentamos —aun así no estoy satisfecho.
¿Puede él hacerle algo malo a ella?
Ambos nos volteamos a ver cuando escuchamos un sonido, como a una voz femenina pero es difícil descifrar de qué parte vino. Subo mis ojos al techo esperando escuchar algo más, pasan varios segundos hasta que escuchamos una palabra.
—Perdón.
Luego escuchamos un sonido de una puerta, Lester señala al otro lado. —La puerta de atrás —asegura—. Tal vez está ahí.
Sin ganas sigo avanzando, vamos hasta esa dirección y la encontramos. Angeline está presionando su espalda contra la pared y sus rodillas levemente dobladas, parece que estuviera a punto de dejarse caer al suelo.
Iba a darme la vuelta ya que comprobamos que está bien pero me detengo al ver su expresión. Es una mezcla de dolor y tristeza, como si algo muy malo le hubiera ocurrido.
Lester es quien habla. — ¿Estás bien?
Ella gira su rostro lentamente, nos mira entornando sus ojos, tal vez no esperaba vernos. — ¿Qué hacen aquí?
Eso mismo me pregunto yo.
Lester aclara su garganta. —Um, bueno… es solo que, no parecías muy cómoda con lo que estaba sucediendo, digo, con Clay.
Angeline lo observa, por un instante y suspira. — ¿No? —pregunta, aun con la mirada distante.
Lester se acerca, cautelosamente, de la misma manera que me acercaba a los conejos en la granja que visitamos con mis padres cuando era niño. Ellos eran inofensivos y yo también, pero no lo podíamos asegurar pues desconocíamos nuestras intenciones.
Creo que Angeline me odiaría mucho más si supiera que la acabo de comparar con un conejo.
— ¿Necesitas algo? —pregunta Lester.
Él es difícil de entender, he notado que lo molestan todo el tiempo y a pesar de todo, aquí está. Interesado en el bienestar de esta chica que forma parte de los verdaderos problemáticos de esta escuela.
Me hubiera gustado conocerlo antes.
Ella niega, bajando la mirada. —No, todo está bien.
No parece que nada esté bien con ella ahora.
—Oye —hablo yo—. ¿Estás triste por tu novio idiota?
Me ve molesta, Lester me da una mirada también, yo me encojo de hombros. —Clay no es mi novio, creo —exhala—. No sé qué somos… o éramos.
Lester se acerca un paso más. — ¿Vamos a clase? Podemos explicarle al señor Brendan que algo paso y…
—No —responde ella—. No quiero eso, solo… estoy bien, yo…
Suspiro. —Bien, seguramente estaremos en problemas por saltarnos una clase así que da igual —digo—. ¿Planeas quedarte contra la pared todo el día?
—Sí —responde con un tono de capricho, parecido a cuando mi hermana se enoja porque no dejo que coma más dulces.
Lester niega mientras se rasca el brazo derecho. —Ven con nosotros, ¿te pasó algo? ¿Te hizo algo?
Ella junta sus cejas. — ¿Por qué están aquí? —ahora se dirige a mí—. No son mis amigos, ¿Por qué me siguieron?
Bostezo y al terminar, le respondo: —Porque Lester y yo vimos que no querías estar cerca del idiota, ¿bien? ¿Tan mal es querer asegurarnos que no te hiciera algo?
— ¿Algo? —pregunta presionando sus dientes, ¿se ha enojado por esto?
—Sí —contesta Lester—. No queríamos que te hiciera daño, que te hiciera algo que tú no quisieras.
Angeline pasa ambas manos por su cabello y lo despeina. — ¿Algo que yo no quisiera? Pero, aun así, ¿Por qué? ¿No se supone que te caigo mal? —me acusa—. ¿No se supone que Clay te estaba molestando antes que yo apareciera? Luego él me beso —le reclama a Lester—. ¿No deberías enojarte conmigo también?
Lester me mira, yo solo me encojo de hombros.
—Porque somos personas —respondo yo—. Me das igual, Angeline, pero no me da igual que alguien lastime a una chica, no tenemos que ser amigos para que yo quiera evitar que te lastimen.
Sus ojos se abren. — ¿Por qué? —insiste—. ¿Por qué piensan así? ¿Por qué les importaría?
Lester también se encoje de hombros. —Porque sí, solo… bueno, queríamos ayudar, era solo eso.
Yo cambio el peso de mi cuerpo de un pie al otro. —Nadie con un mínimo de empatía debería estar bien sabiendo que te podían dañar —respondo—. Solo es eso, no esperamos nada a cambio.
Angeline aprieta sus labios y junta el entrecejo con fuerza hasta que la primera lagrima se asoma.
Y así fue como Lester y yo hicimos llorar a Angeline Barns.
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Editado: 15.06.2023