DOUGLAS
Si fuera de los que maldicen, este sería un buen momento para hacerlo.
Mi mamá suele decir que los planes de Dios son inesperados, misteriosos pero siempre terminan en el lugar correcto. Yo no sé si entre los planes de Dios para mi vida estaba llevar a esta niña molesta de la escuela a mi casa, a pesar que no quiero hacerlo.
Angeline se la pasó todo el viaje de regreso explicándonos lo que sucedió con su amiga Beverly. Nos contó que nadie le responde y que tiene mucho miedo que algo malo le haya sucedido.
La verdad, no confío en Angeline. Sé que nos usó como plan B esta tarde ya que discutió con su novio y sus amigos. No quiero que sepa nada de mi vida, no quiero que conozca a mi familia para que luego vaya y se lo cuente todo a su grupito de tontos.
Pero eso que una persona esté desaparecida suena a algo serio. Yo tengo la teoría que esa chica simplemente se quedó por ahí con el idiota de Seth y se olvidaron de contestar el teléfono pero Angeline ya se ha imaginado quinientos escenarios trágicos.
Llegamos a mi casa, abro la reja y dejo que entren. Respiro profundo antes de abrir la puerta de la entrada. Mis hermanos, los gemelos, están ocupados haciendo algo con unas bolas de plastilina de colores sobre la mesa de la sala de estar. Sus ojos se mueven a mi cuando llego, luego miran a las otras dos personas a mi lado.
—Lester —Marie sonríe—. Hola.
Me sorprende que recuerde su nombre, bueno, ella es muy inteligente. —Hola —levanta la mano, tímido.
Me acerco y acaricio el cabello de Aiden. — ¿Ya llegó mamá?
Marie contesta: —Está en su oficina, ¿me trajiste algo?
Siempre pregunta eso. —No —giro hacia Angeline y Lester—. Vengan.
Mi abuela debe estar en su habitación y Ty también, prefiero que sea así. No quiero que esto dure más de lo necesario. No quería que nadie conociera a mamá pero no tengo opción ahora, además solo nos concentraremos en este asunto. No tienen por qué saber más sobre mi vida.
Llego a la puerta de madera, llamo dos veces. No tarda nada en abrirla, me mira con una sonrisa hasta que nota dos desconocidos a mi lado. —Oh, hola —examina a ellos dos con los ojos entrecerrados y una mueca en los labios—. ¿Qué pasa, hijo?
La última vez que llevé a alguien mi casa era un niño y mi familia se ha acostumbrado mucho más a verme sin amigos o siquiera, conocidos, que a esto. Es inusual y muy raro, tanto para ellos como para mí.
Doy una introducción rápida: —Son mis compañeros de la escuela y estamos haciendo una tarea juntos —asiente, pero aún se ve un tanto sorprendida—. Pero necesitamos tu ayuda, no para una tarea, para algo más.
Acomoda su cabello. —Claro, dime, ¿Qué necesitan chicos? —Estira su mano a Angeline—. Por cierto, soy Marianne, la madre de Douglas.
Angeline la toma y se presenta, luego sigue Lester estrechándola.
—Bueno —digo yo—. Escucha, esto es lo que sucede…
Y así Angeline hace un resumen rápido de todo. Mamá la escucha con mucha atención mientras su rostro muestra diferentes expresiones. Cuando termina, parece que está a punto de llorar otra vez, Angeline quiero decir.
Durante todo este tiempo Lester y yo nos quedamos de pie, unos pasos atrás, sin interrumpir. En algún punto, volteé a verlo y quizás sintió mis ojos sobre su rostro porque giró, encontrándonos con la mirada. Rápidamente, retiré mi rostro.
—Entiendo —mamá coloca su mano sobre su hombro—. Tranquila, vamos a ver qué podemos hacer —sonríe para tranquilizarla—. ¿Me puedes dar el teléfono de la madre de Beverly? Hablaré con ella.
Angeline da un paso al frente y saca su teléfono y Lester se coloca a mi lado, más cerca. Mamá le explica cosas sobre cómo no es su culpa, que no es justo que la responsabilidad recaiga en ella y en cómo solo era una chica tratando de cubrir a su amiga.
—Amor —me habla a mí, llamándome con su mano—. Hazme un favor, ¿Por qué no subes con tus amigos a tu habitación? Dale agua a Angeline, está nerviosa.
No son mis amigos y no quiero llevarlos a mi habitación, bueno, Lester ya estuvo ahí. —Um…
Me da una palmada en el brazo. —Vamos cariño, voy a llamar a un par de personas, ¿sí?
Suspiro. —Está bien.
Angeline rasca la coronilla de su cabeza. —Muchas gracias por su ayuda, solo… no sabía qué hacer, no quiero meterme en problemas y solo quiero que Beverly esté bien.
—Lo estará —afirma—. Ve con Douglas, yo llego en un momento.
Señalo a la izquierda. —Síganme —murmuro.
Subo las escaleras, arrepintiéndome un poco de haber hecho esto. Bueno, sí sé que lo mejor que pude hacer fue buscar la ayuda de mamá pero no quiero que mi perfecta paz sea arruinada por problemas ajenos.
Abro la puerta de mi habitación y me dirijo a mi cama, dejo mi mochila a un lado y me siento en el colchón. Lester y Angeline se quedan de pie, cerca de la puerta abierta. Ella examina el lugar de la misma forma que Lester, quizás se asombran que mi habitación sea una común.
Angeline rasca su brazo. —Gracias, Douglas.
Suelto aire por la boca. —No me agradezcas, no lo hago por ti.
— ¿Entonces? —pregunta, elevando una de sus cejas.
Me encojo de hombros. —Porque sí, no es la gran cosa.
Cualquiera ayudaría a una persona en la misma situación, ¿no?
Lester la voltea a ver. —Estará bien, no te preocupes. Estoy seguro que la madre de Douglas te ayudará.
Su labio inferior resalta un poco. —Gracias, eso espero. Me siento tan mal, fue un error mentir, tengo miedo.
Angeline no me agrada pero tengo que admitir que la forma en que se preocupa por su amiga es una cualidad buena de ella. No creo que sea la peor persona del mundo, aun así es molesta.
Pero quizás no es tan mala.
— ¿Quieres agua? —pregunto, recordando que dejamos los vasos de los batidos en el auto.
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Editado: 15.06.2023