LESTER:
Estamos en clase de nuevo, hoy es el día de la presentación.
Douglas, Angeline y yo estamos de frente a todos en la clase. Algunas personas lucen desinteresadas, otras cierran los ojos como si quisieran dormirse y algunas le dan miradas a Angeline.
Aun así, explicamos sobre todo lo que hemos investigado. Hablamos sobre las definiciones, algunas investigaciones realizadas por otras personas expertas y las formas en que se puede discriminar a alguien por tener capacidades diferentes.
—Ahora es cada vez más común ver que se contratan personas con capacidades diferentes para trabajar en puestos como el resto de la gente —Douglas explica—. Anteriormente se les llamaba discapacitados pero han demostrado que no lo son, que su capacidad para realizar ciertas actividades está limitada si se intenta realizar como el resto de las personas pero si se brindan las herramientas correctas y se le da espacio para que se adapten, puede realizar las mismas actividades.
—Como los deportes —completo—. Se sabe que hay olimpiadas para personas que tienen diferentes tipos de problemas físicos, visuales o intelectuales —aclaro mi garganta—. Pero aun así, lo logran. Hay competencias de natación, de atletismo y de varios deportes, al igual que las olimpiadas que todos conocen.
—Por lo que el capacitismo es una forma de discriminación que ha existido desde siempre, pero, creo que antes se pensaba que si una de esas personas nacía con algún problema era inútil porque nadie intentaba ayudarles a adaptarse —Angeline habla y alguien se ríe, ella respira profundo—. Pero ahora, como dijo Douglas, si se les da las herramientas correctas y buscamos que los espacios —otra risa—. Digo, que…
—Si los tomamos en cuenta —Douglas interrumpe—, si logramos sacarnos de la cabeza lo que nos aleja de la empatía e intentamos comprender un poco de todo lo difícil que debe ser para estas personas vivir en un mundo que ha sido creado para “normales” cuando nadie realmente lo es, podremos encontrar soluciones a todos.
Asiento. —Es por eso que nosotros quisimos hablar con alguien que estuviera viviendo todo eso —Angeline cambia a las preguntas con las respuestas de la señora Verónica—. Entrevistamos a Verónica Palacios, ella nos ayudó a entender un poco sobre lo duro que puede ser, no solo su condición sino la falta de interés en las personas que necesitan comprensión sobre sus condiciones.
Angeline aclara su garganta y comienza a leer las preguntas y respuestas de esa vez que fuimos con ella. Un par de personas murmuran cosas pero ella no se detiene, sigue hasta el final.
—Y eso es —Douglas mira al profesor y luego a la clase—. Yo sé que a la mayoría no les interesa, pero un día saldremos de estas aulas y veremos que allá afuera es un mundo real y si no empezamos a tener comprensión, empatía y respeto por quienes no son como nosotros, no tiene caso que sus padres les hayan dado una educación —levanta los hombros—. No es tan difícil ser una persona decente.
—Eso es todo —finalizo.
El profesor nos aplaude, la mayoría también lo hace.
—Debo admitir que su presentación fue la mejor —expresa—. Hicieron mucho más de lo que les solicité y se nota el interés —mira hacia la clase—. Espero que para la próxima tomen ejemplo de ellos.
Alguien del frente, una chica que se llama Amelina levanta la mano. — ¿Tenemos que hacer otra presentación?
Él asiente. —Así es, pero se los explicaré en la siguiente clase, por ahora pueden irse.
Todos comienzan a levantarse, yo me acerco para cerrar la presentación de la computadora. El profesor llama a Angeline y a Douglas para que se acerquen también.
—Su presentación fue excelente, chicos —nos dice—. Los felicito.
Angeline asiente. —Gracias.
—Me gustaría que para la próxima vez ustedes trabajaran juntos, se nota que saben ser un equipo y entendieron el punto del proyecto —afirma—. Solo tengo que leer su trabajo escrito pero quería felicitarlos, ya pueden retirarse.
—Gracias —respondemos los tres al mismo tiempo.
Aún faltan unos diez minutos para que tengamos que irnos a la siguiente clase. Los tres tomamos nuestras cosas y nos despedimos del profesor, salimos de ahí.
Angeline se gira. —Al menos salió bien.
Douglas bosteza. —Bien, los veo otro día.
Ella niega. — ¿A dónde vas? Ahora somos amigos, los amigos tienen que estar juntos.
Arruga su nariz. — ¿Todo el tiempo?
—Sí —sonríe—. Todo el tiempo, hasta que la muerte los separe.
Resopla. — ¿Tu muerte o la mía?
Rueda los ojos, yo solamente sonrío.
Ayer fuimos a casa de Douglas y él le explicó que su mamá trabaja con muchas personas relacionadas con la psicología. Nos dijo que su madre escribe libros que no son necesariamente de autoayuda, sino relatando experiencias para que las personas se identifiquen y busquen ayuda profesional. La mayoría de sus amistades son terapeutas, psicólogos, psiquiatras y gente que trata enfermedades mentales.
Le pidió que hablara Angeline con ella, que le contara lo que sea que se sintiera cómoda para que pudiera orientarla en su ayuda.
Mientras tanto yo estaba con Douglas y los gemelos, jugando en el jardín de atrás. Douglas es una gran persona, se preocupó por Angeline y la está ayudando. Me agrada mucho, creo que ya lo he dicho unas miles de veces.
— ¿Por qué no nos escapamos de la escuela? —pregunta Angeline.
Douglas niega. —No, yo no hago eso —responde—. Tengo la estúpida reputación de chico malo pero no hago esas tonterías.
Comenzamos a caminar en los pasillos vacíos, sin rumbo algo. —He notado algo de ti —lo señala—. Y también de ti —me señala—. Son distintos, como si… no sé, ósea que son diferentes pero eso los hace similares.
Miro a Douglas, su cabello intencionalmente despeinado, sus ojos oscuros y su piel más clara que la mía. —No somos iguales —señalo.
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Editado: 15.06.2023