LESTER
Angeline nos avisó que está bien y que está resolviendo todo con sus padres, que nos verá mañana.
Con Douglas hemos investigado un poco más sobre el tema, terminamos una parte del trabajo y luego de comer, salimos al jardín trasero para jugar con sus hermanos.
Los gemelos querían pintar al aire libre. Ty les colocó unas hojas blancas sobre el pasto y Douglas los cambió de ropa, llevan unas camisetas blancas y unos pantalones desteñidos, seguramente para no arruinar su ropa más nueva.
Marie me pidió que me sentara en una escalera mientras pintaba mi retrato. Douglas se sentó a mi lado y Ty regresó a su casa, avisó que estaría conectado con sus amigos.
— ¡Douglas, pon tu música! —pide Marie.
Douglas toma su teléfono, busca alguna canción y la reproduce. Marie sonríe y comienza a mover los labios, intentando cantarla. Aiden se quita los calcetines, se coloca pintura en las plantas de los pies y se para sobre la hoja.
Marie lo mira y hace lo mismo, se llena de tanta pintura que gotea y luego se coloca sobre otra hoja, dando círculos y riendo, rompiéndola un poco.
— ¡Douglas, mírame! —Aiden levanta una pierna—. ¡Mira mis pies! ¡Son verdes!
—Oh, no —contesta él, sonriendo—. Te estás convirtiendo en un dinosaurio.
— ¡Yo también quiero ser un dinosaurio! —Marie afirma, toma más pintura verde y se la coloca en las mejillas.
Elevo mis cejas, impresionado por la libertad que tienen para hacer esto. Cuando Tania y yo teníamos más o menos su edad, intentábamos no ensuciar nada y si lo hacíamos, lo limpiábamos tan bien como podíamos. Mamá siempre ha sido un poco más paciente pero papá nos regañaba a gritos, nos decía que solo ensuciábamos sin parar.
— ¡Douglas, juega con nosotros! —Marie se acerca con las palmas extendidas.
Douglas se levanta de un salto. —No, ni se te ocurra pequeñita —se mueve lejos de ella—. No me ensuciarás de nuevo.
Aiden corre hacia donde él está y Douglas huye, sin mucho problema. Dos pasos de él son como diez de los gemelos. Aun así, Douglas corre en círculos escapando de sus hermanos y los tres se ríen sin parar.
La risa de Douglas es bastante agradable, es algo que me gusta escuchar por algún motivo. Quiero decírselo, quiero que sepa que su risa es solo algo más de él que lo hace tan…
— ¡Lester! —Me señala—. Vayan con él, ya me cansé.
Me levanto mientras la música sigue. —Um, esperen…
Aiden se acerca con los brazos abiertos, yo me muevo rápido y siento pánico dentro de mí, como si ellos fueran a comerme vivo o algo así.
No sabía que unos niños de cinco años pudieran ser tan intimidantes pero aquí estoy, huyendo de ellos.
Doy dos vueltas a todo el jardín mientras ambos me persiguen con las manos llenas de pintura y justo cuando estoy pasando cerca de su “área de trabajo” mi tobillo se dobla y caigo sobre todo lo que estaban utilizando.
Aiden y Marie se ríen de mí, por primera vez en mi vida, esas risas no me ofenden. No me molesta en absoluto que alguien se ríe de mí. Ambos se dejan caer al césped y se empujan entre ellos, son tan adorables.
Douglas se inclina a un lado de mí. —Oh, mírate, eres una obra de arte viviente —se está burlando.
Mi pantalón se llenó de pintura amarilla, roja y azul, mis brazos de azul y verde. Estiro mi mano, tomo su brazo para que no huya y le embarro la pintura de mi brazo sobre su mejilla.
Aiden y Marie se ríen aún más.
Douglas abre los ojos, toca su rostro y se acerca a mí. — ¿No te vas a disculpar?
—No —sonrío.
Él me empuja hacia atrás, toma un botecito de pintura y la levanta sobre mi cara. — ¿Seguro?
Intento levantarme pero él me detiene las piernas con las suyas, me toma un brazo con su mano libre y yo recuerdo el secreto que Marie rebeló. Bajo mi mano a su costado y hundo mis dedos para hacerle cosquillas.
Douglas se mueve a un lado pero ahora soy yo quien lo toma del antebrazo para que no se aleje, mientras más sigo haciéndole cosquillas, él se sacude y deja caer la pintura sobre mi barbilla, seguido de esto, cae sobre mí.
Douglas está con el rostro sobre mi hombro y mi corazón se detiene.
Él gira sobre su cuerpo para apartarse y queda acostado a mi lado, lleno de pintura en el cabello por la que dejó caer sobre mí.
Él respira profundo. —Mira lo que has hecho —levanta sus brazos para ver si tiene más manchas.
Yo estiro mi mano y toco su cabello. —Mira lo que tú me has hecho.
Voltea la cara y sus ojos encuentran los míos. Lo veo por más segundos de los necesarios y quizás me hubiera quedado aquí, solo concentrado en su mirada, si Aiden y Marie no se hubiera lanzado sobre Douglas.
Llevo mi mano a mi pecho, ¿Qué es esto que estoy sintiendo?
Podría ser que quizás…
— ¡Lester! —Aiden me llama—. ¿Puedes cargarme? Quiero tocar el cielo.
—Ya, basta niños —Douglas habla—. Mírense… tienen que bañarse ahora.
— ¡Odio los baños! —Marie grita y se tira encima de su hermano para impedir que se levante.
Aiden se una a Marie y ambos intentan que Douglas permanezca acostado, él los toma por las cinturas y los abraza. —Bien, nos vamos a quedar aquí —besa sus cabeza—. Buenas noches, monstruos come pintura.
Cierra los ojos y ellos ríen, Marie se acomoda sobre el pecho de Douglas y Aiden lo abraza con fuerza.
Creo es esto es algo hermoso de ver.
Al siguiente día nos juntamos de nuevo, esta vez, fuimos a la casa de Angeline después de mediodía.
Quise llegar antes que Douglas, quería hablar con ella de algo que me ha ocupado los pensamientos desde ayer. Necesito hablar con alguien sobre todo esto y sé que puedo hacerlo con Angeline.
Me abre la puerta su papá y no sé qué hacer, ¿Estará molesto por haber estado con su hija ayer? ¿Me alejará de aquí?
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Editado: 15.06.2023