DOUGLAS
—Quizás tú deberías aprender a bailar —Angeline me señala mientras come un pedazo de melocotón.
Lester, ella y yo estamos sentados en la parte de atrás de mi casa mientras comemos fruta cortada, papas fritas caseras (preparadas por mi abuela y Angeline hace un rato) y jugo de mandarina (exprimido por Aiden, Marie y Lester)todo porque Angeline quería hacer un día de campo.
A este punto estoy aceptando que Angeline impone sus deseos y tenemos que cumplirlos. Creo que muy en el fondo de mi corazón pienso que es tierna, siento que todo lo que siempre ha querido hacer con amigos y amigas lo está haciendo con nosotros.
A mí no me molesta, a este punto de todo ya acepté que ellos forman parte de mi vida y quiero que eso siga así. Quiero que Angeline siga fastidiándome y pelear con ella, que conduzcamos sin ningún rumbo y escuchemos canciones tontas. Quiero que Lester esté a mi lado, que se ría de esa manera tan linda que tiene y que me haga sentir muy bien con él.
—Quizás tú deberías aprender a conducir —reclamo.
Rueda los ojos. — ¿Para qué? Tengo dos choferes, es más que suficiente.
—Deberías —Lester sugiere—. Además, pues… supongo que no siempre podremos ser tus choferes.
Ah, eso es cierto. A pesar de todo lo que hemos pasado y vivido juntos, no faltan más que unos meses para que nos graduemos y quien sabe qué camino tomaremos cada uno de nosotros.
Angeline dobla sus piernas. —Me rehúso a no estar cerca de ustedes —afirma—. Mi misión y propósito en esta vida es y será convertirme en el mejor mal tercio de la historia, lo siento mucho pero tendrán que adoptarme.
Ruedo mis ojos. —Nunca.
Lester se mueve un poco y su rodilla se toca con la mía. —Te adoptaría si no tuviéramos la misma edad —afirma—. Pero mejor dinos, ¿Qué quisieras hacer después de la escuela?
Clava su tenedor en una fresa. —Quiero ser feliz —admite—. Quiero ser muy feliz y hacer a otras personas felices, podría ser doctora o lo que sea, pero quiero ser feliz por el resto de mi vida.
Sonrío. —Podrías ser un payaso.
Asiente y mira hacia arriba, las nubes acumuladas sobre nosotros. A nuestro alrededor los pájaros emiten pequeños gritos que solo ellos saben lo que significa y el cielo deja de verse tan azul, tornándose lentamente en gris.
— ¿Qué quisieras ser tú, Douglas? —cuestiona.
Respiro profundo. —Lo mismo que tú —concuerdo—. Ser feliz, por muchos días, que al final de todo no tenga ni un solo arrepentimiento.
Lester toca con la punta de sus dedos mi mano. —No sé por qué pero, ¿No sienten que sí tendremos buenas vidas? —pregunta y ambos volteamos a verlo—. No hablo de dinero, es como si, todo los años que la hemos pasado mal se acabarán y se nos recompensará con lo mejor de los tiempos.
—Yo creo que ha empezado —Angeline afirma—. Creo que nuestros mejores días están muy cerca.
Yo creo que ya están aquí.
—Supongo —digo.
El viento sopla, enfriando mis mejillas.
—Honestamente, no sé qué sucederá pero sé que será imposible olvidarlos. Quizás a los setenta años me sentaré en mi mansión y recordaré a mis dos amigos de la secundaría que cambiaron mi vida —Angeline afirma.
Lester y yo soltamos un par de carcajadas.
—Bueno —Angeline dobla sus piernas—, ¿Cuándo vuelve a bailar Tania? ¿Le preguntaste si podríamos ir a su próxima presentación?
—Si —responde Lester—. Es en dos semanas.
Miro a Lester, mañana es su cumpleaños y me emociona bastante poder pasarlo con él. No quiere hacer nada especial, nos pidió que solo nos reuniéramos de nuevo, como todos los días.
—Tengo que comprar un atuendo lindo para ir —Angeline afirma—. Um, ¿vamos el fin de semana al centro comercial? Quizás al verlos me dan un descuento, ventajas de tener amigos semi atractivos.
La fulmino con la mirada. —No me interesan las mujeres.
Rueda los ojos. —Obviamente no pero quiero descuentos.
Lester ríe, es tan tierno cuando aprieta los ojos y mueve su cabeza hacia atrás.
Angeline chasquea sus dedos frene a mí. —Douglas Cold, ¿puedes dejar de babear por mi amigo?
Exhalo pesadamente. — ¿No tienes que irte ya?
—No —toca sus labios—, um, espera… tengo una reunión en línea con una terapeuta, mi papá se conectará desde su oficina.
Lester pregunta: — ¿Quieres que te acompañemos?
Muerde su labio mientras piensa. —Um, no, estaré bien pero quizás dos chicos altos pueden acompañarme a mi casa para que no pase nada, ¿sí?
Me levanto sin pensarlo y estiro mis manos a ellos, la toman y los ayudo a levantarse.
Fuimos a dejar a Angeline a su casa y ella nos prometió que nos llamaría más tarde.
Camino cerca de Lester dejando que su mano se roce con la mía. Me gustaría tanto entrelazar nuestros dedos pero no quiero imaginarme como podría reaccionar su padre si lo viera o alguien le contara.
Lester no quiere ocultarse y a mí no me molestaría en absoluto que el mundo entero supiera que lo quiero pero, no voy a ocasionarle problemas. De ahora en adelante, lo protegeré.
—Ayer… —empieza—, por primera vez en la vida mi mamá habló sobre divorciarse de papá.
Me detengo y lo miro. — ¿De verdad?
Asiente. —Pues lo hizo y, no sé, sé que debería sentirme mal pero en unos meses iré a la universidad y mi hermana se irá con mamá a casa de mi tía —me explica—. Eso me hace sentir mejor, por ellas.
Si mis padres se divorciaran me sentiría muy triste pero la situación de Lester no es la misma que la que hay en mi casa. Sus padres se han peleado todo el tiempo, él no se siente cómodo y aunque lo ha intentado, nunca ha formado un lazo solido con su papá.
—No me estoy rindiendo con papá —me explica—. Pero creo que un tiempo lejos nos ayudará a todos, quizás él se dé cuenta que nos extraña y lo intentará, quizás.
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Editado: 15.06.2023