Mientras conducía a bordo del Tsuru el cual afortunadamente no habían identificado aún, no ponía atención a los letreros tan solo me dejaba guiar por las calles y me iba a las menos transitadas para tomar una carretera a algún lugar tranquilo donde nadie me conociera, y podría tranquilo ejecutar el plan que tenía en mente, el día era soleado y el cielo despejado de nubes.
Estaba muy nervioso sentía que en el alto de un semáforo cuando un vehículo se ponía a lado de mí me reconocía, estaba sudando pero no bajaba las ventanas cuando un semáforo cualquiera cambiaba a verde arrancaba como si estuviera en esas carreras clandestinas tipo rápido y furioso. Tenía un delirio de persecución que jamás había experimentado, llevaba manejando quizá unas 3 horas hasta que me di cuenta que me dirigía al norte hacía "Kavadarchi" y tuve que parar a llenar el depósito de gasolina, en la tienda que estaba ahí pase a comprar una bebida sentía muy seca la garganta y estaba sudando como si hubiese corrido una maratón, también me compre unos lentes de sol baratos, una vez en la caja del mostrador la señorita me dijo:
- Son 10 dólares por favor - yo sudaba mucho y mantenía la cabeza viendo al suelo en esas tiendas siempre hay cámaras de seguridad entones tenía que estar así aunque levantará una ligera sospecha, pague con un billete de 20 y mientras la cajera abría la caja registradora para darme el cambio sentí su mirada en mi cabeza y dijo:
- Emm señor ¿Le ocurre algo? Esta sudando mucho.
- No . Respondí - tan solo tengo mucho calor, allá en el sur no estamos acostumbrados a una temperatura tan alta.
No pude ser su rostro pero me imagine que hizo una mueca de que no me creía, por fortuna no dijo nada más dejo el cambio sobre la palma de mi mano, me di una bolsa con lo que había comprado y salí corriendo del lugar, me monte en el Tsuru y me dirigí hacía Kavadarchi leí en cierta ocasión (mientras esperaba a un cliente para cerrar un trato de la compra de una casa) que ese lugar tenía fama de ser tranquilo, en épocas navideñas donde el clima descendía nevaba, estaba rodeado de montañas la mayoría de las veces tenían un toque blanco con el verde de la hierba, con el frío el cielo formaba un techo de nubes grises creando a la vez un lugar cálido y hogareño, fui ahí porque al ser un poblado tan pequeño supuse que no llegaban las noticias de la gran ciudad o si llegaban tardaban en hacerlo, así que conduje una hora más a lo largo de un camino lleno de curvas, mientras más me acercaba, más me relajaba pues sabía que este era el lugar ideal, al estar en las montañas te inunda de una paz increíble hasta que vi un letrero que decía "Bienvenido a Kavadarchi, un lugar cerca del cielo" casas pequeñas de construcciones medievales que del marco de la puerta colgaba una lámpara te daban la entrada (este lugar te atrapa nada más entrar), nadie se me quedo viendo raro, no resultaba sospechoso me alivio saber eso y seguí mi camino en el carro escuchando la radio y una noticia me resultó sorprendente:
- A Tomas el niño que sobrevivió el pasado 23 de Diciembre al brutal asesinato que le quito la vida a su familia le realizaron estudios, según estos dijeron que presenciar un acto violento puede desencadenar agresión y desordenes de ansiedad tales como estrés agudo o trastorno por estrés post-traumático e inclusive puede llegar a ocasionar problemas relacionales y una ruptura en el desarrollo de la capacidad empática. La neuróloga Dafne Miller opina al respecto: "La violencia es el resultado del desarrollo entre el cerebro y el medio en el que se desarrolla. Debemos entender que la violencia no tiene alguna causa única, puede venir de múltiples factores. Todo lo que nos encontramos o experimentamos en nuestras vidas tiene el potencial de afectarnos, unos más y unos menos, la violencia en una persona es el resultado de un bucle de retroalimentación complejo, pero también es cierto que ese bucle puede romperse y es ahí cuando una persona empieza a tener transtornos psicológicos"
Eso me había pasado a mí, me volví alguien violento, si tan solo alguien me hubiera dicho o ayudado seguramente no hubiera hecho lo que hice, ahora todos esos niños a quienes les quite la felicidad de la navidad no revivirán, no podrán abrir sus regalos, recuerdo la ilusión con la que me vio aquel niño cuando fui vestido de Santa Claus y yo a sangre fría lo maté, él creyó que yo era el Santa real que iba a dejarle sus juguetes pero fue todo lo contrario fue un Santa lleno de rencores y el regalo del pequeño fue una bala en la cabeza, si pudiera regresar el tiempo no hubiera dejado que maten a mi familia para poder seguir teniendo aquella "magia de la navidad", quizá hubiera tenido una familia, una bella esposa, unos hijos con los cuales podría compartir aquello que yo amaba, adornar la casa juntos, darles los regalos que querían, poner el árbol mientras nos tomábamos muchas fotos juntos y más actividades que yo hacía de pequeño, en fin ya no había marcha atrás. Seguí manejando hasta que encontré donde rentaban una habitación el lugar lo alquilaba una señora de alrededor 60 años, le dije que me quedaría poco tiempo que solo estaba de descanso en el lugar porque necesitaba tranquilidad en mi vida, me dijo que Kavadarchi era el lugar ideal para hacerlo y me dio la llave. La habitación era sencilla, una cama, un baño y un pequeño closet para guardar las pocas cosas que cargue conmigo, pero así estaba bien no necesitaba más.
Me había comprado una escopeta Baikal y muchos otros instrumentos que pensaba utilizar en futuras ocasiones eso fue de las pocas cosas que empaque conmigo porque cuando entrara la policía a mi departamento no las inspeccionará y no vean donde compre todo eso, ya estaba acabado pero aún iba un paso adelante de ellos, aún tenía margen para actuar. Tenía tiempo un poco de oxigeno en esta ola que me arrastraba al fondo del mar, y en este lugar podía pensar con total tranquilidad.
Editado: 09.12.2024