Selenio, Metalion
Izan sintió un leve dolor en su hombro lo cual hizo que se despertará, Henry siempre le había dicho que era imprudente y que algún día pagaría las consecuencias de sus actos y en ese mismo momento lo estaba pagando. Daba gracias a Metalia que tenía esa herida para poder deshacerse de la hija del hechicero de Selenio, no sabía ni cómo se llamaba de tantas que tenía, recordaba que le había dicho que se llamaba Aheli o Tarian, sea cual sea su nombre era demasiado empalagosa para su gusto, pero tampoco quería sonar grosero más cuando estaba en su territorio y podía causarle cualquier herida.
De la única que no había olvidado su nombre era de aquella rubia menor que tenía la mirada tímida pero cuando hablaba no tenía nada de eso. Era bonita debía de admitirlo, pero nada fuera de lo normal. No quería levantarse pues eso implicaba tener que tratar con las hijas del hechicero: La mayor era obvio que lo detestaba, la pelirroja no le caía bien pero tampoco le desagradaba su presencia, la castaña rojiza era una desesperada que buscaba la primera oportunidad para irse y que mejor que con el heredero al ducado de Niobio y la menor… bueno no sabía si le caía bien o mal.
Tocaron la puerta rezando Izan que no fuera ninguna de ellas por suerte paso su más fiel teniente Annia, quien le había seguido de Niobio para protegerlo, se conocían desde pequeños y desde entonces no se había separado de ella, sin su compañía estaba seguro Izan que hubiera muerto desde años. Era la única chica que conocía que no trataba de intentar algo con él todo el tiempo. Annia era la chica más sexy y letal que había en todo Niobio, siempre llevaba su cabello rubio platino en una alta coleta de caballo, sus ojos eran de un azul grisáceo que no mostraban algún sentimiento, su piel era blanca y sus facciones eran delicadas. Su mirada era seria y se reflejaba lo mortal que podía llegar a ser.
Hubo un tiempo en que los dos pensaron en que podían llegar hacer algo más, pero sabían que podían arruinar la amistad entre ellos dos pues era su más grande confidente después de Henry y Leari. Además, Annia decía que era muy inmaduro para ella. Pero al verla vestida con su traje de combate blanco y agarrando con firmeza su espada pensaba que si había tomado la decisión correcta.
-Heredero el hechicero real me ha mandado avisarle que el desayuno ya está listo y que puede pasar a desayunar con ellos -hablo seriamente-.
-Por Metalia no -se quejó, se acostó sobre su cama cubriéndose su cara con sus dos manos-. Tengo que aguantar a sus hijas.
- Si así lo desea alteza puedo cortarles el cuello mientras duermen -propuso Annia-. Será rápido y eficaz.
-No quiero que haya problemas entre Selenio y Niobio -se negó-.
-Nadie sabría que fuimos nosotros -le aseguró.
-Será mejor que les diga que estoy indispuesto por la herida en el hombro y que prefiero que me traigan el desayuno a la habitación si no es molestia.
-Alteza tarde o temprano tendrá que lidiar con las hijas del hechicero -comento Annia-. ¿Puedo preguntarle algo?
-Sabes Annia que puedes decirme lo que sea.
- ¿Por qué le caen mal las hijas del hechicero si ni las conoce? -preguntó curiosa.
-Solo mira en el palacio que viven -señalo todo el lugar-. Ellas nunca han tenido que despertarse por la madrugada porque tenían que escapar de los oscuros. Su padre se encargó de construirles una burbuja especial a ellas y eso las hace unas engreídas. Para empezar la mayor de todas ellas se cree la gloria porque es la sucesora de su padre…
-Aheli alteza -le recordó-. No se le vaya a olvidar su nombre.
-La pelirroja de nombre Scarlett que nos llevó hasta el templo se cree invencible y mejor que cualquiera de nosotros -se quejó-. Tarian es una niña caprichosa que no sabe lo que tiene y prefiere cambiarlo sólo por un poco de diversión. Y Celine…bueno exactamente no sé quién es ella.
- ¿A qué se refiere alteza?
-Bueno no demostró la actitud prepotente de su hermana mayor tampoco se ve que sea buena en las artes marciales como Scarlett y no es caprichosa como Tarian -respondió intrigado-. Parece que no le importa nuestra presencia y en cambio de Tarian se ve más tímida y alejada.
-Acuérdese de lo que le dijo Henry acerca de coquetearle alguna de las hijas del hechicero sólo está aquí por asuntos del Estado -menciono Annia-. Debería pensar en una forma de aguantar a las hechiceras porque no sabe si su estancia es temporal. Debe de esperar las órdenes de Henry y mientras tanto debe de estar aquí.
-Ni me lo recuerdes -dijo irritado-. Espero que ese cabezota se apure y no se tarde a propósito.
Editado: 26.04.2020