Kalium, Metalion
El bosque era un lugar tranquilo donde podía meditar las veces que quisiera sin ser interrumpida y desquitar su furia. En cuanto ellos habían llegado al templo la guardiana los estaba esperando furiosa, y ahora lo estaba más porque sus tres primeros sucesores habían salido fuera de la seguridad del templo para hacer algo en el mercado de Kalium. Al parecer había ordenado que otros guardianes los siguieran y le relataron que se habían encontrado con alguien en una taberna pero que no supieron nada más porque no habían podido pasar. Había pensado que en el principio Marian los iba a delatar a los tres, pero ella se quedó callada y negó todas las sospechas de la guardiana.
Estuvo dos horas interrogándolos para que dijera algo de aquel encuentro, y al ver que ninguno de los tres pensaba hablar los dejó libres, pero a Leari le había dicho en privado que si se atrevía a ir nuevamente a la ciudad echaría a Marian y si después volvía a salir entonces echaría a Francis. Basto aquella amenaza para que Leari decidiera no volver a salir. Pensó en las palabras que le había dicho la guardiana: “Lo hago por tu bien algún día comprenderás todo lo que he hecho por ti”. Aquellas palabras sólo hacían que su furia aumentará. Francis quería acompañarla, pero en ese momento lo único que le apetecía era estar sola. Tomó su espada y la lanzó hacía el árbol quedándose clavaba en el tronco.
Trató de sacar su espada del tronco, pero por más que lo intentaba no podía, apoyó su pie sobre el tronco para intentar sacarla, pero sólo logró que cayera de espaldas en la tierra. Ahora estaba embarrada de lodo, era lo único que le faltaba. Malhumorada decidió que era momento de regresar al templo cuando busco a su caballo y se dio cuenta que no estaba, maldijo su mala suerte, ahora tenía que buscarlo por todo el bosque. Camino por todo el bosque intentando buscar ese caballo de color plateado, no podía dejarlo porque no era su culpa que ella hubiera estado de malhumor como para haber olvidado amarrarlo algún árbol y ahora por ella estaba perdido. Pensó que nunca lo iba a encontrar cuando lo vio de lejos por la carretera comiendo del pasto tan relajado sin darse cuenta del problema que había causado
-Estúpido Xenón -masculló Leari.
Lo agarro de la correa dispuesta a llevárselo nuevamente al templo cuando escuchó como un carruaje se acercaba, levantó la vista hacia el lugar donde provenía el ruido y observo como un carruaje de color azul marino con el emblema de un cisne plateado grabado en la puerta. Sabía a quienes les pertenecía ese carruaje, se escondió detrás de los árboles esperando que no la encontrarán de lo contrario estaría en serios problemas. Saco las dos dagas que tenía escondido en sus botas y guardo silencio.
El carruaje paso como si nada, pero al ver al caballo parado sin ningún dueño se detuvieron. Leari maldijo aquel caballo, por su culpa ahora estaba metida en problemas. Los guardias que escoltaban en caballo al carruaje se detuvieron para inspeccionar el caballo, Leari observo como uno de ellos se acercaba a la ventanilla para informarle de sus hallazgos a su superior, este hizo un ademán para que siguieran buscando.
-Revisen la zona y verifiquen que no esté ningún rebelde al asecho -les ordenó.
Fue las palabras que necesito para saber que era hora de esconderse, agarro sus dagas con la boca y cuidadosamente de no hacer ningún ruido trepó en silencio el árbol esperando que nadie se diera cuenta. Una vez que llego a la rama del árbol observó el carruaje, eran por lo menos seis guardias que montaban a caballo para resguardar quien estuviera dentro del carruaje lo que quería decir que era alguien de la nobleza, seguramente de una familia feudal de Noche, por lo que no le convenía causar muchos estragos.
La mejor opción era quedarse escondida esperando que no miraran hacia las ramas del árbol porque entonces estaría en serios problemas. Volvió a guardar sus dagas en sus botas, pelear no era una opción, lo más sensato en ese momento era guardar silencio y si la descubrían hacerse pasar por una campesina oscura.
Miro hacia abajo los guardias buscaban meticulosamente pisadas de alguien que hubiera pasado por ahí, nunca miraron hacia arriba, siguió conteniendo el aliento esperando que se fueran para respirar de nuevo. Los guardias al ver que no había nada regresaron hacia el carruaje para informar seguramente que era segura la zona. Entonces se abrió la puerta del carruaje y salió el regente de Metalion. Se quedó paralizada cuando lo vio, pudo reconocerlo al instante pues lo había visto de lejos cuando acudía algún evento en Kalium, siempre pensó que nunca lo vería tan cerca y ahora que lo estaba no podía creerlo.
Eran ciertos los rumores que decían acerca de su apariencia, no parecía un oscuro pues estos son caracterizados por tener los ojos y el cabello de color negro y su piel pálida. En cambio, el regente Clark tenía su cabello de color rubio platino, sus ojos eran de color azul celeste y su piel era tan pálida que parecía no tener color. Si antes no tenía oportunidad de luchar mucho menos ahora que estaba el mismísimo encargado de gobernar Metalion en nombre de la Reina Oscura. Lo consideraban el regente más joven pues a sus veintiún años ya tenía el título de regente por ser el preferido de su majestad.
Editado: 26.04.2020