Kalium, Metalion
Pensó en una idea tan descabellada que si Francis estuviera con ella en ese momento le diría que era mala idea, pero como él no estaba ya no importaba eso… ya no más. Se puso un vestido más gótico del estilo de los oscuros para poder para desapercibida como uno de ellos, esperaba que nadie la reconociera entre las calles porque entonces ni con la ayuda del regente podría librarse de lo que le espera. Eligio un vestido de color marrón oscuro, de escote de corazón y con un corsé beige en la cintura hecho de cuero. La falda era larga y lisa, tenía una abertura en el muslo que hace relucir sus botas largas de color marrón. Se puso una chaqueta gruesa de estilo bolero del mismo color que su vestido, cubriéndole la espalda y los hombros, y por último se puso un corbatín en forma de cascada.
Ya estaba lista solo faltaba la forma en la que iba a escapar del templo, no había problema en eso ya lo había hecho otras veces anteriores, el verdadero problema sería encontrar a Clark en Kalium si es que no se había ya marchado hacia la capital. Esperaba que no se fuera tenía que hablar con él lo más rápido, puede que fuera por el sentimiento de soledad que la invadió o porque se sintiera como una prisionera o también porque quería probarle a Francis y a ella misma que Clark le estaba diciendo la verdad.
Se escabullo por el establo esquivando a los capataces que se encargaban del cuidado de los caballos, por suerte eran unos idiotas, se encontraban tan entretenidos platicando entre ellos que ni siquiera se dieron cuenta cuando Leari saco a Xenón de su caballeriza, le hizo una señal a su caballo para guardar silencio, pareció entenderle pues comenzó a caminar junto a ella en silencio sin soltar ningún relinchido. Una vez que estuvieron fuera de los límites del templo, se volteó a mirar su hogar una vez más preguntándose como algo tan hermoso puede provocarle tanta felicidad y dolor al mismo tiempo. Se subió de un salto sobre el lomo de Xenón cabalgando hacia el bosque donde tomaría el camino hacia la ciudad, miro hacia el cielo, todavía el sol estaba en su punto más alto estaba a buen tiempo de ir a buscar a Clark y regresar sin que nadie se diera cuenta de su ausencia.
-Llévame a la ciudad -le susurro a Xenón.
Su caballo de color plateado comenzó a emitir una luz blanca que provenía de su frente, esa luz formo un círculo blanco, Leari se quedó atónita pues no sabía que Xenón podía hacer eso, el caballo corrió más rápido saltando hacia el circulo. Supo lo que era cuando entro en él, era un portal que había creado, pero no era como cualquier portal este emitía una luz tan radiante que tuvo que cerrar los ojos para no lastimarse. En cuanto abrió los ojos le costó ver con claridad ya que veía todo borroso a su alrededor, cuando finalmente pudo ver claramente noto que estaban en el callejón de los caídos, el último lugar donde había estado Xenón. Habían llegado en menos de cinco minutos a la ciudad cuando antes le tomaba una hora llegar desde el templo. Miro con inquietud a Xenón, nunca se había imaginado que aquel caballo que le había regalado la guardiana a los trece años fuera un caballo dayli, un caballo perteneciente al reino de luz que era capaz de viajar a través de portales hechos de luz.
-Con que te lo tenías bien escondido ¿verdad? -le dijo, acaricio cariñosamente su cabello blanco-. Pudiste desaparecer aquel día y evitarme todo esto, pero al parecer el destino no quería que fuera así -soltó un relinchido como respuesta-. ¿Cómo llegaste a Metalion? En especial a las manos de la guardiana -lo acaricio una última vez antes de dejarlo amarrado a un poste de madera-. Quédate aquí no tardo mucho.
Las calles a esta hora de la tarde no estaban tan transitadas como en la noche, la mayoría de las personas eran metalianos pues los oscuros no les gustaba salir cuando el sol estaba en lo más alto porque se maltrataba su piel. Ver a la gente pidiendo en las calles alguna migaja para comer le daba tristeza, la mayoría de los niños moría por deshidratación o por hambre, en el mercado era donde había más personas para que alguien se compadeciera de ellos o les robaban a los comerciantes. Un niño con su cara mugrienta se acercó a ella tendiéndole sus manos para que le diera alguna moneda. Leari se le quedo viendo fijamente observando que su ropa estaba sucia y rota, llevaba un gorro rojo que le cubría sus cabellos castaños claros tiesos de la suciedad, sus labios habían perdido el color rosa y estaban secos, sus uñas estaban manchadas de tierra y maltratadas, tenía un golpe en el ojo derecho de color morado, sus ojos plateados habían perdido el brillo de vida que debían de tener.
Leari le acaricio con cariño su cabeza haciendo sonreír aquel niño, por suerte había traído con ella un poco de dinero dándole al niño una pequeña bolsa llena de monedas de oro. En cuanto el niño vio lo que le estaba regalando Leari sus ojos brillaron de la emoción, este le hizo una reverencia como agradecimiento y salió corriendo hacia un puesto de comida para comprar algunas frutas como una manzana o un banine. Leari miro satisfecha al niño, tal vez no podía ayudar a todo, pero al menos había logrado ayudar aquel niño al que no le preguntó su nombre. Iba a ir a preguntarle su nombre cuando vio a dos hombres que le bloquearon el paso hacia el puesto de frutas, el niño los miro asustados, trato de correr sin embargo uno de ellos lo sujeto del cuello de su camisa y lo alzo al aire.
Editado: 26.04.2020