Dictadura de Metal #1 Princesa de Bronce

Capitulo 33: El Ultimo Adiós

Texas, Estados Unidos

De repente sintió unas grandes ganas de tomar agua, se despertó poco a poco con la intención de bajar a la cocina a tomar un vaso de agua cuando los recuerdos de la noche le vinieron a la mente. Lo último que recordó fue que estaban escapando de unos encapuchados después de eso no recordaba nada, se despertó de golpe, miro hacia el techo reconociendo su habitación lo que la dejó confundida. Sintió que estaba encima de algo cómodo y caliente, dándose cuenta que estaba dormida en el pecho de Henry, provocando que se sonroja de golpe. No sabía cómo había llegado a su casa y como Henry estaba en su cama, lo único que le calmaba era saber que los dos llevaban su ropa puesta y que nada había pasado entre ellos. Movió la mano que tenía en su cintura, se quedó admirándolo un buen rato, en otro momento ella hubiera estado encantada de estar abrazado a él y sentir su mirada al despertar, pero eso nunca iba a poder ser.

Se removió incomodo al no sentirla, pero después de unos minutos dejo de removerse y se quedó quieto. Se paro de puntillas de la cama, sintiendo el suelo frio en sus pies descalzos, su mirada se desvió a Olena quien se encontraba dormida en el sofá. Entonces supo que Olena había sido quien los había traído a su casa, se acercó a ella para cobijarla con una manta que sacó de su armario y le dio un beso en la frente sonriéndole agradecida. Sintió un horrible dolor de cabeza, no se acordaba cuanto había bebido, pero sospecho que debió de haber sido mucho si tenía una jaqueca como esa. No podía recordar nada de lo que había pasado en la noche, solo tenía pequeños fragmentos borrosos en su mente y dudaba que algunos fueran verdad como el bailar salsa junto con Henry estando demasiado pegados del uno del otro.

Bajo en hurtadillas hacia la cocina procurando hacer el menor de los ruidos para no despertar a sus padres o su hermano. En cuanto llegó a la cocina sacó en uno de los estantes de arriba una caja de aspirinas que guardaba su madre para el dolor de cabeza, le fue difícil alcanzar la caja por su estatura así que tuvo que utilizar una silla para alcanzarlo. En ese momento le llegó un recuerdo: estaba tirada en el suelo y miraba una flecha que estaba incrustada en la pared, miro a Henry asustada, después de eso los dos se encontraban corriendo mientras veían que eran perseguidos por unos oscuros, luego cayeron al suelo y si no fuera por Olena los hubieran matado. La cabeza comenzó a doler peor que antes, tomo un vaso rojo del estante y lo llenó de agua para bebérsela junto con la pastilla y entonces otro recuerdo azoto su mente: estar bebiendo sin parar junto con Henry y después estar besándose apasionadamente.

Soltó el vaso de plástico de la conmoción regando el agua por todo el suelo, sintió su corazón latir con mayor fuerza, su primer reflejo fue llevarse sus dedos a sus labios tratando de recordar el sabor que tenían los labios de Henry sobre los suyos. Se enrojeció ante la mera idea de haberse besado con este, y no podía negar que la idea le fascinaba. Entonces su mirada se dirigió hacia enfrente observando como su hermano menor Lance le miraba raro mientras sostenía su oso azul de felpa. Estando parado en la luz de la cocina pudo admirar con mayor precisión a su hermanito, se dio cuenta que se parecía tanto a su madre que no podría negarlo, aunque lo quisiera. Su cabello era rubio y ondulado, sus ojos eran del mismo tono azul claro que el de su madre, tenía la misma forma de la barbilla que ella y había heredado sus pestañas largas. Siempre se había preguntado porque ella no las había heredero, ahora ya sabía él por qué.

-Lance -mencionó Regina-. ¿Qué haces despierto a estas horas? Deberías estar durmiendo.

-Viene a tomar un vaso de agua al igual que tu -respondió, miro el pequeño charco de agua-. ¿Por qué te has asustado? Papá ha estado preguntado por ti, pero mi mamá dice que no se preocupe ¿Te sucede algo?

Regina miro los ojos inocentes de su hermana, no pudo evitar que su corazón se entristeciera ante la idea de tener que dejarlo. Corrió hacia él y lo estrecho entre sus brazo fuertemente, teniendo que agacharse a la misma altura que él.

-Te amo tanto Lance como no tienes idea -le susurro, escondió su cabeza en su cuello-. Hay tantas cosas que quisiera decirte en este momento que no puedo -sintió como sus pequeñas y suaves manos la abrazaban con la misma intensidad que ella lo hacía, provocando que unas lágrimas se le escaparan-. Y que si te digo no lo vas a entender.

-Gina puedes decírmelo yo intentaré entender -dijo dulcemente.

Regina trato de no sollozar, sabía que eso solo preocuparía a su hermanito y era lo que menos quería en ese momento, se aguantó las ganas de llorar y tuvo que mantener su voz firme para que él no sospechara nada.

-Solo tienes que recordar que, aunque yo no esté contigo físicamente lo estoy en tu corazón -dijo afligida, se separó lentamente de él y puso su mano en la altura de su corazón sin dejar de verlo-. No importa que tan lejos estemos solo tienes que mirar a las estrellas para encontrarme.



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En el texto hay: diosas, reinas y princesas, guerra

Editado: 26.04.2020

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