Dos mes habían pasado desde que había llegado a la base, dos mes desde la muerte de Olena y desde que dejo su vida atrás para enfocarse en recuperar algo que le pertenecía desde nacimiento. En ese corto tiempo se la había estado pasando todo el día con Leari practicando a combatir cuerpo a cuerpo, después de salir del entramiento de Leari iba con Izan para practicas más la lengua natal tanto de Metalion como de Nuxier, el reino de la Noche, para aprender tanto el idioma suyo como el de su enemigo. Si eso no fuera todo luego iba con Henry para practicar con su arco, había días en los que podía platicar durante todo el entrenamiento sobre cosas triviales y hasta llegaban a reírse juntos y había otros días en los que si mencionaba una sola palabra recibía una reprimenda por parte de este diciendo que no se tomaba enserio sus prácticas. Se llegó a cuestionar Regina si Henry tenía algún problema mental que le hiciera cambiar de opinión constantemente y estuvo a punto de preguntárselo, pero prefirió mejor callárselo porque no quería hacerlo enfurecer.
Una vez que terminaba con Henry se iba directamente con Celine a controlar sus poderes o por lo menos el relicario, ya que sus poderes seguían sin poder manifestarse, lo único que lograba hacer era cambiar el estado material de un objeto a otro y lo hacía fluidamente. Cuando llegaba la última hora del día iba con Dan a repasar todo lo que había aprendido, según para reforzar sus conocimiento y habilidades, así que cuando llegaba la hora de dormir Regina caía rendida a la cama. Y esa era su rutina de todos los días, la única que parecía comprenderla era Sidney quien intentaba animarla todos los días sacándola al bosque para pasear juntas y hablarle de los chismes de la base, al parecer era lo único que la mantenía divertida en toda la base. La compañía de Sidney en las tardes era lo que lograba confortarla todos los días, siempre lograba sacarle una sonrisa y alegraba su humor, antes de caer con la compañía de Henry.
En la última semana no había sido capaz de dirigirle la palabra y cada vez que esta quería acercarse a entablar una conversación con él o por lo menos decirle un hola, este huía como si se tratará de la peste y la evitaba cada vez que podía. Lo que hacía que Regina se preguntará si había hecho algo que lo hubiese ofendido para que le dejará de hablar de manera tan cortante, en otro momento se hubiera sentido sola, pero Izan le hacía compañía sino era Leari o Sidney, muy pocas veces veía a Celine sino era en su hora de entrenamiento pues evitaba salir sino era necesario. La única compañía que esta tenía era la de Sidney y la de su lobo zafiro llamado Zuky, era adorable y cuando trató Regina de acariciarlo Celine exploto de la rabia y le grito que se alejara de él después de eso le grito que se fuera. Desde ese entonces Regina ha evitado hacer contacto visual con el lobo.
Aunque también estaba la compañía de la gente de la base, los niños salían a perseguirla solo para poder hablar con ella y pedirle a la “salvadora” que jugara con ellos, mientras los más jóvenes querían acercarse a ella para poder conocerla mejor. En pocas palabras era popular en la base, antes la veían como si fuera un fenómeno ahora la veían como si fuera el mayor tesoro de sus vidas, lo cual comenzaba alegrar un poco a Regina y le servía de distracción de su gran pena.
Regina siguió el camino hasta poder llegar a su habitación de la cual aún no se acostumbra a ver; ese color oro con tapiz de flores de bronce en su nueva habitación, al tacto de la seda de las sabanas de bronce, la cama en forma circular con unos pequeños focos alrededor de esta iluminándola, un gran candelabro hecho de cristales alumbrando toda la habitación con ese olor impregnado a canela que tanto le gustaba, un gran armario de color oro con bordes bronces en espirales formando varias flores, varios estantes colocados en los extremos de la habitación hechos de metal repletos de libros que ni siquiera había hecho el intento de leer.
Salto hacia la cama sintiéndose como si estuviera en un gran algodón de azúcar, miro hacia el techo dándose cuenta que había un sol dibujado lleno de pequeñas piedras preciosas a su alrededor, era tan hermoso, que sintió que había sido pintado especialmente para ella, pero no solo eso pintado, pues al parecer se trataba de un amanecer que solo le pertenecía a Regina. En ese momento se había dado cuenta que debió de haber sido pintado personalmente para la salvadora, pues ella sería el sol que los iluminaria de la oscuridad trayendo nuevamente la luz, se sintió tan despreciable, ellos se habían tomado todas esas molestias mientras que ella no hacía más que quejarse de los entrenamientos. Toco en ese momento por inercia su relicario tratando de saber que haría su madre, si estuviera en su lugar, necesitaba una respuesta por parte de ella, la cual pareció no obtener.
Sentía como el sueño le estaba ganando sintiendo cada vez más pesados sus párpados, apenas cuando cerro sus ojos, el relicario que aún seguía trayendo en sus manos comenzó a emitir una luz bronce que despertó por completo a Regina teniendo que ponerse en alerta. No lo había activado, no que ella se hubiera dado cuenta, entonces ¿Cómo se pudo haber activado? El relicario no paraba de resplandecer empezando a preocuparla. Como si la respuesta le hubiera caído del cielo, supo lo que debía de hacer, agarro entre sus manos el relicario imaginando como este se comenzaba a transformar en un arco con un carcaj lleno de flechas, sintió como entre sus manos sentía algo más pesado, abrió los ojos, apareciendo nuevamente el arco.
Se amarro sus alborotados cabellos rubios en una perfecta trenza simple que se hizo rápidamente, se cambió la ropa por una más cómoda que hallo en el armario: una bata de gasa blanca de manga larga casi transparente con una gran capa larga negra con capucha que se puso para que no la reconocieran y unas botas negras. Escondió el arco con el carcaj entre la capa, se asomó por los pasillos observando que todo seguía desolado, ningún ruido se escucha, por lo que decidió huir antes de que se dieran cuenta de que no estaba, si es que lo hacían. Siguió caminando por los pasillos sigilosamente hasta poder llegar a la salida de la base, cuando se sobre salto al oír un violín tocar una canción tan triste y melancólica, venir de la azotea de la base, le entro un sentimiento de tristeza, pues las notas musicales entraban en su corazón, tan sombría, tan emocional, que podía transmitir sus sentimientos a ella.
Editado: 26.04.2020