Apareció acostada en un sillón negro de seda en la biblioteca, a lado de ella estaba Leonelle sonriéndole para tranquilizarla y a su otro lado estaba Leari apretando su mano para darle fuerza. Celine se acercó a Regina poniéndose enfrente de ella en cuclillas, ya sabía cómo era, se lo había explicado días anteriores para el momento de este día. Cerró los ojos concentrándose en visualizar aquella puerta violeta que la dejaría entrar al plano astral.
Según le había explicado, el mundo se divide en tres planos: El plano terrenal que es el mundo en que viven los gaianos o myssianos y solo ellos pueden estar, aunque algunos seres se manifiestan en el mundo, pero temporalmente. El plano espiritual que solo le pertenecen a los muertos, está situado en el inframundo, así como los fantasmas pueden ir y venir en el plano terrenal, también un humano o myssiano podría entrar, al igual que ellos temporalmente, el problema es que para entrar al Inframundo es difícil al igual que para salir. Y el plano astral que era el punto intermedio de estos dos planos, donde cualquier alma podía ir y venir sin ningún problema, donde podrían encontrarse con sus ancestros para pedir consejos por parte de ellos, aunque la diferencia era que no habría nadie que perteneciera a él.
- ¿No tengo que volvértelo a repetir?
Negó como respuesta.
-Entonces prepárate porque el viaje va a ser tedioso.
Celine chasqueo los dedos tomando un resplandor dorado en sus manos, empezó a susurrar en un idioma que no pudo logro entender Regina, le toco su frente con su dedo índice induciéndola a un sueño.
-Dulces sueños.
Al momento en que le toco, sintió como de repente tenía tanto sueño, no solo eso, sintió una sensación como si la hubieran empujado bruscamente, es comparado con la sensación que sientes cuando te vas a caer mientras estas durmiendo. Todo era totalmente oscuro por más que quería abrir los ojos no podía, como si pesaran una tonelada, haciendo que se enfocara en visualizar aquella puerta.
-Despierta -le susurro Celine.
Abrió los ojos de golpe encontrándose todo totalmente oscuro, sin ninguna luz, sin nada, con ninguna puerta violeta, ni siquiera se podía apreciar el cielo, pues parecía estar atrapada en una caja oscura. Empezó a recorrer todo el lugar, tratando de buscar alguna salida, pero por más que intentaba regresaba al mismo lugar. Siguió explorando aquel lugar que parecía un laberinto, trato de recordar lo que le había explicado Celine acerca del plano astral:
-Debes de saber lo que dicen acerca del plano astral, es una dimensión donde las almas tanto muertas como vivas pueden viajar, aunque a cada uno es un diferente camino. Para los vivos es necesario someterse a una prueba para poder entrar que es buscar la puerta violeta, la entrada al plano astral, pero para cada persona es diferente, descuida esa prueba no es nada física sino mental, tampoco es de adivinar un acertijo sino poner aprueba cuán lejos puede llegar tu mente, no creas que llegar al plano astral sería fácil, debes de apurarte porque el tiempo es diferente al nuestro, unos minutos halla podría significar el doble del tiempo que aquí, pero tienes que tener cuidado trataran de confundirte.
- ¿Cómo llego a la puerta?
-Es muy confuso eso, según he leído el libro de los hechiceros, pero hay una forma de poder encontrarla, debes de dejar algo en el plano que será tu llave para regresar cuanta veces quieras.
- ¿Cómo qué?
-No es nada material sino un recuerdo, el que más te ha marcado, no importa si es bueno o malo, pero no solo eso, podrías vencer algún miedo que tengas dependiendo en la situación que estés.
- ¿Y si me pierdo?
-Escucha las voces de tus ancestros que te guiaran hacia la puerta astral, tal vez tengas suerte y puedas ver a la Reina de Bronce.
-Abuela -susurro Regina desesperada.
Agarro su relicario entre sus manos, pensando en su abuela, sin saber si a estas alturas lograría escucharla.
-Ayúdame por favor.
No escucho nada, por más que intentaba agudizar su oído todo era totalmente silencioso, empezaba a dudar que alguien fuera ayudarla, debía de seguir buscando pues solo estaría perdiendo tiempo. Dio un paso dispuesta a encontrar esa puerta astral cuando vio que con cada paso se iluminaba el piso de un resplandor bronce, como si le estuvieran mostrando el camino, quería estar segura que se trataba de un camino y no de su imaginación, camino en dirección contraria a la que estaba caminando dándose cuenta que no había ningún resplandor, salto de la emoción, su abuela la antigua Reina de Bronce no la había dejado sola, siguió caminando, iluminándose con cada paso que daba un camino de bronce sin poder evitar correr pues no siempre iba a tener la oportunidad de ahora pero tuvo que detenerse bruscamente cuando se dio cuenta que había llegado al final del camino llegando a un precipicio cayéndose por poco mirando hacia el vacío que estaba totalmente oscuro.
- ¿Siempre eres así de descuidada? -dijo una voz femenina.
Aquella voz hizo que se sobresaltara y que casi le diera un infarto, pensaba que era la única ahí no esperaba compañía, se volteó lentamente con miedo porque no sabía que podía esperarse, pero todo aquel sentimiento desapareció al verla. Delante de ella estaba una mujer que no debía de pasar de los treinta años, era extremadamente hermosa y su cara le era familiar, sabía que la había visto en alguna parte, pero no podía recordar en dónde. Sus cabellos eran rizados del color de las castañas, sus ojos eran de color bronce como los de ella, su piel era aperlada y las facciones de su cara eran definidas. Su sola presencia desprendía una paz en todo el ambiente en especial con su sonrisa tan cálida, fue en ese momento al contemplar su sonrisa en su rostro que supo de quien se trataba. No podía olvidar aquella sonrisa que tanto la caracterizaba sobre todo cuando era la única que en todos sus retratos sonreía.
Editado: 26.04.2020