Diez razones para amarte

Capítulo 3: Términos físicos y otras alegorías obvias de la atracción

Correr por los pasillos del University College de Londres se ha vuelto costumbre en mí… aún cuando solo tengo media hora de haber comenzado clases en tan prestigiosa casa de estudios.

—Vamos, Allison, ¿piensas detenerte de una buena vez?

Escuchar mi nombre hace que mi cuerpo se frene en seco. Doy media vuelta con la frente arrugada y comienzo a ver de un lado a otro por el campus para intentar reconocer de dónde proviene la voz que detuvo mi andar.

—Es oficial, Max: ¡somos completamente invisibles!

Una hermosa chica de grandes ojos almendrados y largo y ondulado cabello castaño suspira con fingida derrota, mientras forma un puchero con sus labios color rosa.

A su lado, un chico lleva sus manos a su cabello gris y pasea sus dedos entre las delgadas hebras, al menos aquellas que son más largas y se dejan domar por su tacto: su corte es asimétrico y moderno, ligeramente ladeado a la izquierda; sus ojos son de color negro azabache y tiene un par de túneles que adornan sus orejas.

—Lo siento, yo no…

—No te preocupes, Allison Strahm. Anne Marie y yo podemos tolerar el ser ignorados —dice mientras se ríe con total naturalidad, contagiando a la chica que está a su lado.

Doy algunos pasos al frente para acercarme a este par tan singular, mientras los observo con aún más suspicacia que antes.

—No los estaba ignorando, solo intentaba llegar a Secretaría General para buscar una copia de mi horario. Acabo de perderlo por segunda vez en lo que va de mañana.

—Vaya, sí que eres desordenada, ¿no? —pregunta la hermosa chica con una sonrisa en la boca que deja ver dos adorables hoyuelos en sus mejillas.

—No lo soy, pero…

—… pero has perdido dos horarios en menos de una hora —me interrumpe el apuesto chico.

Tiene razón, pero esto no es usual en mí. Debí perderlo mientras me perdía en la voz y en la mirada de Scott O’Brien.

—No le prestes atención a este tonto —se disculpa Anne Marie mientras le suelta un manotón en el hombro—. Seguramente estás nerviosa porque es tu primer día de clases, nosotros también lo estamos. Pasamos toda la noche texteándonos para calmar los nervios del otro.

Un momento. ¿Cómo saben que es mi primer día en la universidad? Además, ¿cómo…?

—¿Cómo saben mi nombre?

Los amigos comparten una mirada cómplice antes de sonreír de soslayo. Es increíblemente espeluznante la manera en la que actúan, parecen dos marionetas controladas de manera simultánea por alguna fuerza extraña y ajena a la realidad.

—Estamos contigo en la clase de Steinhold.

—Oh… Lo lamento, no tuve tiempo de ver a todos mis compañeros.

—Lo sabemos. Estabas bastante ocupada declarándole tu amor a McAvoy —dice el chico de cabello gris como quien no quiere la cosa.

—¿Qué? ¿De qué hablas?

—Lo que Max quiere decir es que así comienzan las historias de amor. Ya sabes: chico y chica se conocen; luego se encuentran por casualidad y pelean por alguna tontería; eventualmente, se conocen de verdad, es decir, con secretos incluídos; y, finalmente, descubren que son el uno para el otro y terminan juntos por siempre.

—No sé de qué están hablando, nosotros… un momento: ¿cómo saben que nos conocimos antes de la clase?

—Vamos, Allison, ¿por qué otro motivo te tendría un apodo? —pregunta con diversión la chica de los adorables hoyuelos.

—¿Un apodo, dices?

—Hazel, para ser más precisos —complementa Max.

—Oh, eso… En realidad, es mi segundo nombre.

—¡Vaya! Te trata por tu segundo nombre, así que… asumo que ya pasaron por la pelea y por los secretos —puntualiza Anne Marie—, ¿acaso están en la etapa en la que descubren que se aman?

—¡No! Apenas estamos en la etapa de la pelea, por lo que… Es decir, no estamos en ninguna de esas etapas. Simplemente es un idiota con el que tuve la mala suerte de toparme y en quien no debí confiar, yo jamás podría sentir algo por alguien como él.

Max y Anne Marie comparten otra mirada cómplice antes de apretar sus labios con fuerza, como esforzándose por no dejar que se les escape una risotada.

Arrugo mi frente nuevamente y me cruzo de brazos, lo que hace que ambos se recompongan de inmediato.

—Escucha, Allison. ¿Qué tal si Anne Marie y yo te acompañamos a buscar ese horario que ya has perdido en dos ocasiones y luego nos tomamos una bebida caliente? Se nota a leguas que eres una chica maja y nos encantaría conocerte mejor, ¿qué dices?



#45835 en Novela romántica
#11816 en Joven Adulto

En el texto hay: drama, amor, romance

Editado: 25.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.