Difícil de matar

Capítulo 4

RHETT

 

Cuando la gente hace contacto visual conmigo, su primera reacción es cagarse en los pantalones. Lo único que ven es a un maldito desgraciado con cara de diablo. Ni siquiera me consideran humano.

No se equivocan.

No solo parezco un demonio, sino que lo soy.

La perra mantiene la mirada clavada en todas partes excepto en mi. Hay miedo, asco y repugnancia en sus ojos incluso superioridad. Estoy tan acostumbrado a estas reacciones que no me sorprendo de la fuerte impresión que le he dejado a la enfermera que se está encargando de revisar a Gravity. 

Juzgando sin conocerme. 

Sin saber que son ella y esta maldita sociedad enferma, los que han creado este monstruo que está de pie enfrente de sus narices. Sin saber que soy mucho peor de lo que piensan.

— Hazte a un lado— exijo con calma.

Traga fuerte y niega. Su respuesta es  jodidamente irónica, aunque está temblando como un jodido cachorro asustadizo permanece delante de la puerta sin claras evidencias de que vaya a moverse. Interponiéndose en mi camino para ver a la culpable que me ha arrastrado aquí a estas horas de la mañana. Necesito traspasar la puerta para ver con mis propios ojos a Gravity Jodida Hendrix y, comprobar que la desgraciada ha burlado a la muerte y está de vuelta, en su maldita habitación como Dwayne me ha informado. Evaluar la situación y el estado de Deuce, conseguir la respuesta de si vale más, viva que muerta o no. 

Doy un paso hacia adelante. 

— No lo volveré a repetir. Apartaré—  niega de nuevo, estoy tentado de poner mis manos sobre su cuello y partirselo, dejar de perder el tiempo. Después me recuerdo que no mato inocentes, siempre que no sea necesario. 

La respiración de la enfermera se vuelve acelerada con cada paso que doy hacia ella. 

— Es mi paciente, es mi deber mantenerla tranquila y sin alterarla, es difícil en este tipo de ambiente— balbucea de forma entrecortada. Excusándose por negarme la entrada— .Vosotros la asustáis— añade como si eso me fuera a detener. 

La miro y me río se la estupidez que ha soltado. 

— Te puedo asegurar que a Gravity nada le asusta— suelto sin apartar mis inexpresivos ojos de ella, está equivocada si cree que voy a retroceder

Ella frunce el ceño en respuesta.

— Su padre está hecho de piedra y su madre ha nacido para partirlas.

Y por mucho que odio reconocerlo Gravity ha heredado lo mejor de los genes de cada uno; la inteligencia de su padre y la lealtad de su madre, además de sacar su fortaleza. 

— Ha crecido entre constante peligro peligro y rodeada de monstruos toda su vida— al final hasta lo más puro acaba marchitándose, ella no es la excepción—. Hay más mal dentro de ella que en ninguna otra persona dentro del club. 

Mis pensamiento van directos al cuerpo del maletero del coche que Gravity ha estrellado contra la reja del taller. El vehículo es un maldito desastre, lo bueno es que es fácil de resolver y ocultar, la verja tampoco será un problema, pero si lo serán las putas que han visto todo el maldito espectáculo. 

En cuanto al cuerpo, lo añadiré a la lista de deberes de los que me tengo que encargar cuanto antes. Lo extraño de la situación es la condición del hombre del maletero. Una maldita masa de músculos, blanco de entre treinta y cuarenta años. Por sus cicatrices he podido intuir que tuvo formación militar. Y aún así, Gravity le ha dejado como un jodido queso, agujeros repartidos por cada extremidad, ninguna zona de salvado. 

Bajo mi admirada a la pequeña mujer que sigue sin dar indicios de que vaya a moverse. Estoy tan malditamente cerca de ella que siento su respiración chocar contra mi pecho incluso percibo la fina capa de sudor formarse en su frente. 

Está asustada de la muerte. 

Pongo mi mano sobre su hombro y siento cómo empieza a tensarse a medida que la alejo de mi camino. 

Escucho unas pisadas acercarse y sin apartarme un centímetro de ella, me giro hacia el pasillo de donde provienen los ruidos. 

— Puedes marcharte, Viola— es lo primero que dice Zach, me da una mirada de advertencia, ruedo los ojos y me alejo—. Recuerda que nada de lo que has visto esta noche ha sucedido. Le ingresaremos el pago de lo acordado al Dr. Prison— parece que ese es todo lo que necesita la tal Viola para desaparecer.

Prison es el médico de confianza del club, nunca nos traicionaría. Viviendo en la clase de mundo que vivimos, donde matar y torturar es un modo de vida tener a un doctor a nuestra disposición nunca viene mal. Él al igual que nosotros tiene mucho que perder si los trapos sucios del club son destapados. 

Zach pasa por mi lado y agarra el manillar:

— Cualquiera que te viera diría que estás preocupado por Gravity— no lo contradigo es innecesario, Zach no es cualquiera. Puede que ya no este en el club, sin embargo sabe que la mala hierba tarda en morir, o en crecer. 

Estar preocupado por Gravity supondría primero que ella me importara. Y no lo hace. 

Gira el pomo y abre la puerta sin decir nada más mientras yo lo sigo detrás. 

Lo primero que capto es el bulto en la cama y a Greeta dormida, con su cabeza encima de sus brazos en el lado izquierdo de la cama. El bulto conocida también como Gravity gira su cabeza en nuestra dirección. 



#3849 en Detective
#1996 en Novela negra
#12861 en Thriller
#5266 en Suspenso

En el texto hay:

Editado: 14.04.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.