«Duele tener una persona en tu corazón, sin poder tenerla en tus brazos».
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Hoy era un día hermoso para tantas personas, esta era la época para el amor, para que las personas recapaciten y se entreguen sin temor, pero, en mi caso, digamos que sucede todo lo contrario. La vida me ha tirado el peor de los tacones para que tome todo mi orgullo y me retire junto con él, y justamente hoy no sé qué hacer con esto.
Miro como las hojas caen, así como lo hace mi corazón, envolviendo a la ciudad, a esas personas que tienen la más feliz de las sonrisas, las que envuelven regalos para aquellos parientes más amados, a aquellos que solo desean quedarse en su casa y disfrutar con su familia el mayor tiempo juntos, y a esos, que miran las hojas con anhelo esperando algún indicio, alguna pista para resolver lo que sea que la mente le preocupa. Y luego estamos los que, como yo, han rechazado cualquier parentesco y los han botado cual mascota no necesita dueño. Lo sé, lo sé, bastas comparaciones, pero mi mente está hecha añicos, mi vida es tan típica, pero lo bueno de todo esto es que no es en navidad, estamos a comienzos de septiembre y ya se siente la felicidad que entra al llegar la navidad. Pero la mía, está en lo más profundo de los "ábrete puerta" de Lucy, amo a esa chica —y a Natsu también, ese chico es precioso—. Aunque eso no iba al caso. Suspiro lloroso y miro mi reflejo en los escaparates viendo una imagen lamentable.
Dios, parezco el grinch. Maquillaje corrido, ojos de lagartija llenos de come ojeras, una expresión llena de sufrimiento, y hasta tengo el rostro todo malhumorado por el pensamiento de haber llorado por lo que me hizo ese cínico.
Escapo de esa vista y agarro mi bolso con fuerza, ¿me creerían si ando de huérfana por la calle? Pareciera que mis pies no hallan tocado ni un zapato en su vida, por cierto, los tacones se los había tirado en la cabeza dejándole un pequeño regalo que no se le quitaría por semanas, y lo admito, eso me hizo sentir un poco mejor. Aunque, las miradas de lástima hicieron que lo pensara, estaba por poquito de tirárselo a ellos, sin embargo, no lo hice. Ya me veía lo suficientemente ridícula en su perspectiva como para agregarle "No se conformó con ser una loca rechazada, no, agregó par de tacones más para el público, se ve que le faltaban varias tuercas, bien se merecía ese rechazo". Y créanme que me veo lo suficientemente 'me dejaron', como para agregarle las miradas reprobatorias y agrias del público.
Pero siendo correctos, él no me dejó, él me dijo de la peor manera «no te quiero en mi vida», y no había sido caballeroso al hacerlo, porque vale, mal estaría que yo lo hubiera acosado —cuando no fue el caso, el mismo era mi amigo, hace mucho tiempo—, porque es evidente que ya no lo es más. Pero no fue así, ¿está tan mal que una mujer se le declare al hombre que le gusta? Porque perdón que tenga los malditos ovarios y las jodidas agallas para aguantar el rechazo, porque ahora ni sé a dónde voy a vivir. Junten las dos piezas, Lenin + Luna + New York = Vivir juntos. Lo que significa que uno de los dos se tiene que ir, y señores, no me importaría dejar el mugroso apartamento con tal de que mi corazón se relaje y lo olvide, de verdad que no me importaría.
Ya no hay vergüenza en mi cuerpo, sé que en la mañana me estaré dando golpes por idiota, sé que mi celular debe estar a rebosones por las llamadas y mensajes de Zack y Wendy, pero no me importa, con tal de respirar, con tal de que este dolor que siento se apacigüe es una de las mejores cosas que haré. Mi cuerpo se recuesta de la pared importándole las miradas curiosas y las de ¿qué diablos le pasa a esta juventud? Crucifíquenme si quieren, pero en este momento soy yo que sufro, en este momento soy yo la que necesita paz y no cuestionar lo que dirán de mí así que a la mierda todo.
Cualquiera diría que sufrir por amor es lo más tonto del mundo, te lo acepto, porque el amor es la cosa más desgraciada y bonita que te puede pasar, y admitámoslo el que no haya sufrido, el que no haya tenido los famosos cruces —o siquiera llorado por un amor ficticio— claro ejemplo es el sensual, besable y excéntrico de Magnus Bane. Como decía, es que la vida le importa una mierda. Yo necesito esa perspectiva, porque demonios, siento como cada jalón me lleva al quinto infierno al recordarlo, y saben, no es nada bonito, para nada.
En silencio una figura masculina parece encontrarse disfrutando de mi desgracia al colocarse al frente mío, creo que es el dueño de la tienda, pero no me importa, no soy ningún vagabundo que espera recompensas de él, no, soy una dama aún con todo y dudas. Siento como algo se coloca en mis hombros y el olor de su perfume muy cerca de mí.
—Desearía no ser grosero, pero afectas la vista a mi tienda, todos se centran en ti, y lamentablemente, yo no quiero eso. No sé cómo hacer esto pero, ¿quieres entrar? Tu imagen es lamentable, no pareces una chica en esas condiciones y lo que menos deseo es tener un adorno destrozado en mi acera.
Lo miro ceñuda, ¿así es que ofrece ayuda a la gente? Dios, tiene que mejorar sus líneas, y parece que disfruta mucho el ser grosero porque lo único que veo es diversión en su mirada. Suspira cuando no le contesto, agarrándome de ambas manos para levantarme, no comprendo lo que hace solo siento como me arrastra hasta su tienda con sumo cuidado a que no dañe algo. No soy tan gorda imbécil, quise decirle en voz alta pero ya me miraba todo indignado, uff, que susceptible me salió.
—¿Sabes? No hay necesidad de hacer esto.
—Lo sé, sólo no soporto que la gente ande de papa juzgador en las cosas que no les incumbe, ven toma esto —me entrega una toalla y un par de zapatos que acababa de sacar—. Los zapatos cuestan $500 dólares, y la toalla unos $200 espero que sepas apreciarlos, y saber que tienes que cuidarlos como si fuera la mismísima lady gaga ¿Ok? —Abro la boca indignada y el presta atención a lo que sea que esté buscando en la computadora dejándome con mis pensamientos confundidos.