Dile al corazón

Capítulo 10: Un grupo disparejo.

Yo realmente no esperaba que un simple gesto, de una persona que apenas recuerdo, me afectase tanto hasta el grado de venir como un zombi a la universidad, consecuencia que tuve que arreglar con un poco de maquillaje, echo bastante molesto he de decir. No es que deteste el maquillaje ni nada por el estilo, porque obligatoriamente tengo que verme bien siendo una diseñadora de modas, —además que no me gusta verme horrible tomando en cuenta que eso después se me hará costumbre—. Pero es que cada vez que lo hago, la gente se me queda mirando de una forma un tanto… lasciva. ¿No habían visto a personas maquilladas que se vean bien, o qué? Detestaba que los hombres sean unos obsesionados con el sexo, ¿no podían enamorarse, de una forma tierna, sin engaños, ni mentiras? ¿acaso es tan difícil? Resoplé cuando vi que en mi casillero habitaban personas desconocidas para mi círculo social, hecho que me molestó bastante, por lo cual no me importó ser descortés con aquellos intrusos.

—Este es mi casillero señores, no el suyo. ¿Están viendo el número por casualidad? Es mío, indicando que no deben estar aquí, ¿o tengo que recurrir a lo directo y sin rodeos? —Giré sin quedarme a ver su expresión más de dos segundos, estaba de mal humor en toda la mañana, era propensa a que las cosas me salieran mal cuando estoy en estado zombi, y maquillada. Sobre todo, maquillada.

—Que genio, ¿no deberías tratar con educación a las personas que necesitan tu ayuda, o que vienen a pedir algo de ti, Luna? —Apostillé una mueca y me giré con la clara intención de mandarlo a la mierda—. ¿Qué? ¿No eres esa clase de chica? Mira que lo lamento por ti, porque es algo que tienes que hacer sí o sí, belleza.

—Obvia el belleza sino quieres terminar tirado en el suelo sin unas cuantas costillas en tu cuerpo, ¿Quién me obliga a ser cortés con personas que no conozco? Para algo existe el libre albedrio, sino sabías, yo decido cómo comportarme, no alguien más. Si no tienes nada más inútil que compartir conmigo, me iré yendo —cerré el casillero y me alejé tan solo unos centímetros de aquel chico que andaba más como hermano gemelo de Light, aunque soporto en todos los sentidos a mi querido Light, pero igual me sigue cayendo mal.

—Ya veo que no tienes interés en absoluto en tratarme como una persona, así mismo yo tampoco tendré que tratarte como tal —mira mis libros sin un poco de interés, y sonríe con amargura hacia mí—. Deja de creerte la gran cosa pequeña, no eres ninguna diosa para estar tratando a las personas así, ¿pero eso me interesa? En absoluto, ya desperdicié el poco de mi tiempo en ti, como sea, el trabajar contigo será un solsticio, actitudes como la tuya hace que afirme que el mundo se está destruyendo, en todos los sentidos —me observa con pereza, lanzándome un análisis despectivo que hizo removerme en mi sitio de forma incómoda—. El jueves a las 2 p.m. sin falta. No quisiera decirle al profesor que su alumna favorita está indispuesta de darme tutorías.

—Espera, espera. ¿De qué tutorías me estás hablando? No me han dicho absolutamente nada de una tutoría —apremié una sonrisa llena de alegría cuando eso salió de mis labios—. ¿Estás loco? ¿Cómo puedes confundirte con algo como eso? No soy la única Luna de por aquí, ¿sabías? —Reproché con molestia, no tenía ninguna tutoría en mi cabeza con una persona tan insufrible como esta, a no ser…

—¿No te lo dije? Soy de la facultad de criminología, y por más que te cueste creerlo, sí, necesito tutorías de una diseñadora de modas, por muy increíble que eso suene —se rasca la cabeza con aparente incomodidad—. Mi profesor… dijo que dominabas demasiado bien el coreano, y necesito clases particulares sin invertir mucho dinero en ello y casi todos los días. Me va a costar aprender con una persona que a primera vista quiere lanzarme de un acantilado —suspira aturdido, dejando de lado la forma tosca en la que me estaba hablando, esperaba que siguiera con su comportamiento, pero imagino que sabe que, si quiere pedir algo, que al parecer es sumamente importante para él, tenía que hacerlo con amabilidad—. Sino te molesta, ¿Querías... impartirme tutorías?

Me quedé callada alrededor de dos minutos para reírme, no de esas risas de que todo estará bien, no, de aquellas que te hacen pensar que está loca y que no hay nada de bueno en ti. Y es que, ¿Cómo diablos caí en las manos de una persona que quiere aprender el idioma natal de mi mamá? La vida es realmente irónica en ocasiones... o la mayoría del tiempo y yo no me doy cuenta.

Arreglé mi cabellera negra con ese sentimiento agrio que siempre se posaba cuando había algo relacionado con corea, en múltiples ocasiones fui víctima de mentiras y acosos por parte de mis compañeros sur coreanos, por cosas tan estúpidas, que me pregunto ahora si estaban en su sano juicio en ese entonces. Una sonrisa completamente lunática se posó en mis labios, lo sé porque no es común ver a una persona con un rostro dubitativamente extraño de sí seguir a mi lado o irse lejos de mí, y con una mueca de por sí, esa faceta solo las tocan aquellos que por azar de la vida, muestran interés en mi lugar de nacimiento, país que está fuera de mi campo de visión en todos los sentidos, pero sí él quiere aprender ese idioma lleno de falsedad e hipocresía, estaba bien, no era yo la que iba a estar allí.




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