"¿Dónde guardo la mirada que me diste alguna vez?
¿Dónde guardo las promesas?¿donde guardo el ayer?"
Nancy se había mudado a un apartamento más grande en otro edificio cercano a la zona de su antigua vivienda por lo que podía irme caminando sin contratiempos hasta el café de Aiden, mis pasos se detuvieron con ansiedad una vez estuve afuera.
Vamos Fabiola, que ya no eres una niña, actúa con seguridad. Me repetí mientras tragando saliva, entré a Evannas Place. El café seguía tal como mi memoria lo recordaba. Acogedor, cálido y hogareño.
Me quedé un instante en la puerta mirando a cada esquina y a cada mesa y silla, solo había dos personas conversando en una mesa pero me sentí tan... En casa que me dieron ganas de llorar.
Asquerosa nostalgia.
Miré hacia la barra y mi corazón dio un salto hacia la visión de Lisseth sentada tomando unas notas en una libreta. No había rastro de Aiden en ningún lado.
Caminé hacia ella con una sonrisa en mi rostro, no hablaba con ella desde hace tres años y justo ahora no podía evitar que mi corazón se apretara por el cariño contenido.
—Hola —saludé al llegar a la barra.
—Buenos días —Lisseth alzó su mirada hasta mi con una sonrisa en su cara pero en el instante en que sus ojos me reconocieron sus ojos parpadearon y dio un paso atrás quedándose en shock. — ¿Fabiola?
Mi sonrisa creció y asentí.
Ella vio a mí alrededor, me vio otra vez, miró sobre su espalda y luego volvió a mí
—¿Me he desmayado? ¿Eres tú de verdad? —sus ojos me repasaron de arriba abajo con conmoción
—Sí Lisseth, soy yo. Fabiola. ¿Te acuerdas de mí?
Una risotada salió de sus labios y apresuró sus pasos a través de la barra para abrazarme
—¿Que si me acuerdo de ti? ¿Pero qué preguntas son esas, niña? Por supuesto que sí. Por supuesto que me acuerdo de ti —sus brazos me rodearon con fuerza y yo no pude evitar rodearla y abrazarla con la misma intensidad.
Se sentía tan bien ser recibido. Notar la alegría de alguien al verte luego de tanto tiempo.
—Te extrañé tanto —murmuré controlando las pequeñas lagrimas que se escaparon de mis ojos
—Yo también, no tienes idea. ¿Pero cuando llegaste? ¿Qué haces aquí?
Lisseth me soltó y nos sentamos en los taburetes de la barra
—Llegué hace dos semanas y Aiden me dijo ayer que viniera hoy por el puesto de camarera.
Lisseth abrió sus ojos pareciendo aún más sorprendida que antes
—¿Así que eres tú? —susurró
—¿Yo qué?
—Aiden vino esta mañana y me dijo que ya había conseguido una persona para la vacante, me dijo que me iba a dar mucho gusto saber quién era pero nunca me imaginé, ni por un segundo, que fueses tú.
Solté una pequeña risa nerviosa. ¿Aiden había estado aquí y luego se fue? ¿No me iba a entrevistar o esperar?
—¿Así que vas a trabajar aquí? ¿Con nosotros? —ella parecía increíblemente sorprendida e impresionada.
—Eso parece. ¿Aiden me va a entrevistar? —esa era una indirecta para que me dijera donde estaba
—No, tenía una reunión así que se fue.
Tampoco lo había visto esta mañana en la panadería y no quería tener la sospecha de que quizá él no fue para no encontrarse conmigo.
No te creas tan importante, Fabiola
—Pero me dijo que te diera las instrucciones y la bienvenida.
Lisseth me explicó todo al pie de la letra, y mis recuerdos de las veces que había ayudado aquí en años anteriores se refrescaron en mi mente. Lisseth me dio mi delantal y me habló de la paga y del horario, la paga era mucho mejor de la que me esperé y eso se sumaba a las propinas. Iba a poder ahorrar un buen dinero antes de empezar con mi especialización.
Empecé a trabajar ese mismo día y fue un día lento, Lisseth y yo almorzamos juntas y seguimos hablando sin parar, contándonos en resumidas cuentas nuestros últimos tres años.
A finales de la tarde, la puerta se abrió y Aiden Strachan entró.
Su presencia, inevitablemente se impuso en todo el café, llenando y abarcándolo todo, unas chicas se giraron hacia él y se dieron de codazos mientras con la cabeza lo señalaban, pero Aiden parecía inmune a todas las miradas y los suspiros que causaba. Estaba hablando por el celular con su usual sonrisa en el rostro irradiando todo a su alrededor, él colgó mientras caminaba hacia la barra y saludaba a una que otra persona pero en cuánto sus ojos me encontraron, sus pasos se detuvieron y su sonrisa se desvaneció. Por un segundo pareció desconcertado, miró hacia su izquierda con confusión, luego miró hacia mi otra vez, sus ojos verdes eran impenetrables al mirarme.
"—Porque te amo, Fabiola, y te estoy pidiendo que te quedes."
Los recuerdos atravesaron mi mente sin poder controlarlos o detenerlos y la nostalgia que siempre provocaban se quedó, se asentó y se solidificó.
Parpadeó dos veces y recomponiendo su sonrisa caminó hacia mí y no pude evitar que mi piel se erizara y me sintieran tan nerviosa como si fuese una chiquilla de catorce.
—Hola Fabiola ¿Cómo estás? —saludó pero fue tan impersonal que me sentí una extraña, como si fuese una trabajadora más y no una persona que alguna vez, fue importante en su vida.
—Hola, bien ¿Y tú? —esta conversación sonaba tan falsa y forzada que me daban ganas de vomitar.
—Bien, disculpa por no haber estado temprano y darte la bienvenida ¿Lisseth habló contigo? —Aiden miró a su alrededor buscando a Lisseth pero ella atendía unas mesas lanzando miradas curiosas y furtivas entre Aiden y yo.
A veces me sentía como si la gente nos mirase como si fuésemos una exhibición o un espectáculo, a juzgar por su mirada y por la mirada de anoche de los amigos de Nancy.
—Sí, ya me explicó todas mis funciones de pies a cabeza.
Aiden sonrió y asintió
—Perfecto. Cuando el contrato esté listo te aviso para que lo firmes. ¿Trajiste tus papeles hoy?