No pude pararme para ir a trotar, tenía tanto sueño que lo único que mis músculos ansiaban era dormir y dormir y dormir.
La parte racional en mi se sentía un poco culpable de haber dormido envuelta en la chaqueta de Aiden pero la parte acosadora estaba nadando en la felicidad de respirar su olor.
¿Loca yo? No que va.
Decantándome por ser una persona productiva me levanté de mi cama y salí a la cocina, Nancy y Brodic ya estaban despiertos.
—Que no, no quiero seguir en casa. Quiero volver a la oficina, me estoy volviendo más loca, Bodric. Loca
—Loca ya estas —Brodic rio y Nancy le lanzó una servilleta en su cara
—¿Que acabas de decir? ¿Me acabas de llamar loca? Fabiola —Nancy miró hacia mí— Me dijo loca ¿Escuchaste?
—Pero eres mi loca favorita —Bodric le lanzó un beso y Nancy le mostró el dedo
—Pues si yo soy loca, tu hijo también lo será. Así que mejor te preparas.
—Tranquila, ya estoy listo para montar el manicomio ¿Verdad Fabiola?
Caminé hacia la nevera sacando una botella de agua y sacudí mi cabeza
—A mí no me metan.
—Respuesta acertada, Fabiolita —Nancy me señaló— porque si te pones del lado de éste, vete olvidando de ser la madrina del gusanito.
Me quedé estática en medio de la cocina
—¿Voy a ser la madrina? —pregunté en medio de un susurro.
Nancy abrió la boca y la cerró y luego miró a Bodric
—Mujer pero tú no cuidas esa lengua tuya —mi tío suspiró— no se suponía que te lo pediríamos así pero ya que. Nosotros estaríamos muy felices si accedieras a ser la madrina de nuestro hijo.
—¿Yo? —no quería ni hablar porque estaba segura de que comenzaría a llorar.
—Pues si tonta. ¿Hay alguna otra Fabiola en la sala?
—¡Que sí! ¡Por supuesto que quiero! Sí, sí. Lo seré. Seré la madrina —me lancé encima de los dos y los abracé con tanta fuerza como era capaz lanzando besos a diestra y siniestra.
—No te lo mereces por haber faltado a la boda pero ya ves que no soy rencorosa.
—Ya sé que pasaré toda la vida compensándotelo.
—¿A mí? Las cosas serían muy diferentes para ti si hubieses ido
—Mujer.. — Bodric suspiró y sacudiendo su cabeza tomó un sorbo de su café
—Solo digo... —Nancy se encogió de hombros
Me senté a su lado en la mesa de la cocina tomando un panecillo como desayuno, mi tía nunca superaría el que me perdiera su boda pero era o presentar mi trabajo de grado o asistir al evento. Así que yo tomaba sus comentarios sin replicar porque a veces ni yo me perdonaba el no haber asistido.
Mi celular vibró al recibir una llamada entrante de un número desconocido
—¿Si? —contesté
—Fabiola, hola, soy yo, Hilka, ¿Cómo estás? Aiden me dio tu número.
—Hilka. Bien, si, ¿Cómo está todo? —hice lo mejor que pude por ocultar la sorpresa que estaba llamada causaba
Nancy y Bodric tenían su atención puesta en mí con expresiones interrogantes y me encogí de hombros
—Perfecto. Escucha, Aiden y yo queríamos saber si hoy estarías disponible para enseñarte la casa, sabemos que es tu día libre y que quizá tienes cosas que hacer, Aiden ya me comentó que tienes amigos en la ciudad y eso es estupendo pero, ya sabes, no hay mejor momento que el ahora. ¿Qué dices?
Abrí mi boca y la cerré porque esta mujer sonaba tan entusiasta y con tanta energía que me hacía sentir exhausta de pronto
—Pues, me has tomado con la guardia baja. No sabía que querían empezar con eso tan pronto.
—Claro, cuanto antes mejor. Hay que aprovechar el tiempo.
Nancy asintió seguidas veces instándome a aceptar y suspiré
—Si claro, está bien.
—Pasamos por ti en dos horas.
El sentimiento de culpa volvió a mí, ella sonaba tan amable y simpática conmigo y yo seguía teniendo deseos ocultos por su prometido y además, había dormido con su chaqueta durante toda la noche, fantaseando sobre él.
Aparentemente, Aiden le había hablado sobre nuestro encuentro de anoche y si también le dijo que le había robado su chaqueta me moriría de la vergüenza. Lo menos que quería era que Hilka pensase que estaba intentando meterme en su relación.
—Era Hilka —anuncié— Aiden y ella quieren enseñarme su casa más tarde.
Los ojos de Nancy se abrieron
—Eso es fantástico, Fabi. Te digo que es una excelente oportunidad de trabajo y según lo que he escuchado la casa es hermosa. Así que toma bastantes fotos y después me las enseñas
—¿Nunca han ido? —pregunté
Bodric sacudió su cabeza
—No. Solo Rupert, creo que queda por las colinas.
—Ya, bueno, será mejor que me aliste.