—¿Cuantas fases son? —quise saber
—La buena noticia es que la fase tres es la huida. ¿Por qué? ¿Ya quieres huir? —me preguntó y yo moría por decirle que sí.
Miré hacia Rupert, quien me miraba a mí, como si estuviese, otra vez, evaluándome.
—¿Cómo está Nancy? —preguntó
— Creo que se va a disgustar cuando sepa que no la invitaron a este evento —susurré hacia él para qué Han y Henrique no escucharan.
—La organizó la familia de Hilka. A Nancy preferí no decirle nada porque después ya sabes cómo se pone y a Bodric tampoco porque no quiero meterlo en un aprieto.
—¿Y los demás? Bonnie, Candice y Eduardo —no había visto a ninguno de ellos por aquí y para ser sincera me sentía un poco ofendida de no haber recibido nuestras invitaciones
—Damián está enfermo y hoy es el cumpleaños de la madre de Eduardo. —Rupert miró a Han por encima de mi cabeza, porque sí, yo era lo suficientemente pequeña para que pudieran mirar por mi coronilla. Han también estaba echando vistazos furtivos entre Rupert y yo—. ¿Puedo preguntar cómo es que estás aquí con él?
—Si te soy sincera, ni yo misma se.
Esta era yo, en mi intentona de hacer recuerdos que opacaran a Aiden.
—¿Vas a tomar algo? —me preguntó Han. Miré hacia los mesoneros que lo único que traían era champagne
—A Fabiola no le gusta el champagne —comentó Rupert a mi lado tranquilamente como si hubiese leído mis pensamientos.
Han frunció el ceño hacia Rupert y luego me miró con una pregunta en sus ojos y me encogí de hombros
—Creo que haré el intento. —porque de que necesitaba un trago, lo necesitaba.
—¿Cómo no te va a gustar el champagne? —Han estaba incrédulo
— Eso es falta de confianza —comentó del Señor Henrique— deja ver qué otra cosa podemos conseguirte por ahí.
—¡Tío!
Estaba tan distraída que no noté en que momento Hilka se acercó a nosotros y se afianzó en un fuerte abrazo con el señor Henrique
—Fase dos en pleno desarrollo —susurró Han en mi oído sin dejar casi espacio personal entre los dos.
—Mi Hilka. No seas dura con tu tía. Ya sabes cómo se pone con estas cosas
—¿Pero como se le ocurre hacerme una fiesta de compromiso sorpresa? Te digo que le pongas un parado porque esta obsesionándose. —Hilka parecía agobiada y luego miró hacia Han— y tú, Han, pobre de la muchacha con la que te cases porque tu madre no dejará... ¿Fabiola?
Pero yo no la miraba a ella, miraba a Aiden detrás de su prometida que ya me había notado y se había quedado mudo. Me miraba de la misma forma en la que me miró cuando nos encontramos en la panadería hace casi un mes. Como si yo fuese un fantasma
—Pero... ¿Tú también sabias de esto? ¿Viniste con Rupert? —Siguió conversando Hilka dándole un beso a su cuñado— Hola Rupert, que guapo estás.
—¿Conoces a mi prima? —comentó Han con sorpresa e Hilka puso la misma expresión
—¿Qué? ¿Ustedes dos ya se conocían? —Hilka miró de Han a mí.
Mis ojos otra vez miraron hacia Aiden, que al igual que su prometida, miraban hacia nosotros y al escaso espacio que había entre los dos y luego, a la mano de Han que se posaba en mi cintura con confianza. Quería salir corriendo.
—Sí, es mi amiga. —Han acarició mi cintura mirándome con una sonrisa y creo que ese gesto no pasó inadvertido para nadie.
—Que pequeño es el mundo —Hilka se acercó, envolviéndonos a los dos en un mismo abrazo que por poco me corta la respiración — ¿Si te acuerdas que te dije que quería presentarte a alguien? Era ella.
Miré otra vez hacia Aiden, porque vamos, que él era como un imán y yo el metal. Era algo que no podía ni siquiera controlar. Aiden permanecía en el mismo lugar, sumamente quieto. El señor Henrique le dio una palmada en la espalda saludándolo y Aiden contestó a su saludo sin quitar su mirada de mí. Rupert a mi lado se aflojó la corbata como si estuviese asfixiándolo.
¿Momentos incomodo? Mi reina, yo podía dar una clase sobre momentos incómodos.
—¿De dónde conoces tú a Fabiola? —preguntó Han zafándose del abrazo
—Por Aiden, por supuesto. Cariño —Hilka se volteó hacia Aiden— ¿Viste que Han y Fabiola son amigos?
Aiden, que ahora saludaba a su hermano, se acercó a nosotros.
—Sí, que sorpresa. Parece que no hizo falta que los presentaras
—Te dije que ellos dos se llevarían bien.
—¿Ustedes habían estado hablando de nosotros? —Han frunció el ceño sin lucir muy contento e Hilka rio.
Si Ethan estuviera aquí. Mi Dios, sin tan solo le contara. Él y Melissa iban a morirse. Morirse pero de la risa. Porque para quien no estuviera viviéndolo en carne propia esta situación era divertidísima. Me convencí de eso para no ponerme a llorar.
—Sabes que yo siempre ando hablando de ti.
—¿Qué tal Han? —Aiden lo saludó pero no se acercó y dado que la mano de Han aún seguía en mi cintura... — Tiempo sin verte
—Y qué alivio ¿No? —Han sonrió con un deje irónico e Hilka abrió sus ojos hacia él
—¡Han! —lo regañó justo como su madre lo había hecho minutos atrás
—¿Qué? —se hizo el desentendido
Y como quien dice salvada por la campana, esta vez seria salvada por las copas porque la señora Helena hizo sonar su copa con un cubierto logrando llamar la atención de todos.
Aiden todavía no me había saludado.
—Mi marido y yo queremos darle nuestras infinitas gracias por asistir esta noche, a este evento tan especial para nosotros. La fiesta de compromiso de nuestra sobrina Hilka, que es la hija que no tuve. La adoración de nuestros ojos. Con su prometido, Aiden Strachan. —la señora hizo silencio dejando que los aplausos llegaran de todas partes y los fotógrafos siguieran con su trabajo— Solo las personas que tienen hijos puede ser conscientes de la inmensa plenitud y dicha que nos alberga al saber que la luz de nuestros ojos, como lo son los hijos, unirán sus vidas para siempre con una persona honesta, que las represente y que las impulse a ser mejores cada día. Sé que Aiden es esa persona para mi Hilka. Sé que mi Hilka, es esa persona para Aiden, quién en este tiempo que han estado juntos, ha sabido ganarse el corazón de todos nosotros, él ahora es un hijo más para mí. Mi deseo para ustedes, es que cada día cuando se despierten, se miren a los ojos y se sigan eligiendo.