"He soñado el momento
De verte aquí, a mi lado, dejándote llevar"
Hacer labores diarias con él era refrescante, cada matiz lograba conseguir un nuevo color, algo tan insignificante antes, junto a él, se convertía en especial. Cocinar, lavar los platos, cortar una zanahoria, compartir una mirada, pasarle un pañuelo, regalarle una sonrisa, sentir sus hoyuelos
Cada vez se sentía distinto, se sentía más profundo, la manera en que mi cuerpo respondía a él, esa conexión intangible que solo nosotros dos comprendíamos, era extraño, era difícil de explicar, se sentía incluso mágico, como su solo pensamiento era capaz de despertar sensaciones en mi piel, mi sangre parecía calentarse, mi corazón latía mas rápido, mis piernas podían temblar, mi respiración se agitaba, mis vellos se erizaban y mi vientre se volvía agua, sucedía cada vez y luego, venia la calma, una calma tan profunda y pacífica, como si flotase entre las nubes, casi celestial.
Así se sentía estar con Aiden. Besar a Aiden, reír con Aiden
Amar a Aiden.
Apasionante y pacífico al mismo tiempo.
Me gustaba mirarlo, muchísimo, me encantaba escuchar su voz.
Estaba enamorada hasta los huesos, esa era la única verdad, tan enamorada que a veces me daba miedo.
—La próxima semana empiezo el postgrado —le comenté cuando lavábamos los platos luego de cenar.
Aiden me pasó otro plato y lo sequé antes de guardarlo
—¿Es decir que ahora sabrás más cosas para decorar nuestra casa?
Sonreí ante la delicia de escuchar "nuestra casa"
—Sí. Hay un módulo enfocado en la cultura escocesa al respecto.
Aiden sonrió mostrándome sus hoyuelos
—Si deseas aprender sobre la cultura escocesa, yo soy todo un monumento.
Se inclinó hacia mí para darme un beso apagando mi risa por un momento.
—Gracias por el ofrecimiento
—Cuando tú quieras, mi vida.
Coloqué los vasos en su compartimiento y le eché un vistazo a la cocina.
—Por lo menos me alegra saber que has logrado conservar ordenada tu cocina
—Sí, es obra de Hilka, no tienes idea de cómo se enojaba cuan.... —se calló abruptamente antes de mirarme— Lo siento, no pretendía...
La sonrisa disminuyó en mi rostro e intenté no demostrar que ese comentario me afectó.
—Está bien.
Aun así hubo un silencio un poco incómodo entre los dos.
—¿Te quedas esta noche conmigo? —preguntó acercándose.
—Sí —me puse de puntillas, alzándome para alcanzar sus labios.
Sus dedos se enredaron en mi pelo en su expedición hacia mi boca, su abrumadora presencia me nubló como cada vez.
—La próxima vez tienes que traer ropa para que dejes aquí, en el guardarropa hay un gran espacio que lleva tu nombre.
¿El mismo espacio que Hilka había desocupado?
Un desagradable sabor amargo se instauró en mi saliva que obligué a desechar.
—Lo pensaré —solté con gracia
Las manos de Aiden bajaron hasta mi trasero, donde se instauraron y apretaron.
—Me parece... —sus dientes mordisquearon mi barbilla— que tendré que convencerte.
—¿Cómo harás eso?
Se alejó, tomó mi mano y me guío hasta la sala
—Ven, siéntate.
Me senté en el sofá, él fue hasta la mesita, sacó algo de un cofre y regresó para sentarse a mi lado, una de sus manos se posó en mi pierna, su sonrisa se volvió dulce y tendió la otra mano hacia mí, de ellas colgaban unas llaves.
—Necesitarás tus propias llaves de este apartamento.
No las cogí de inmediato, el sabor amargo de antes volvió y eclipsó la alegría.
—¿Son las mismas llaves que Hilka te regresó? —no pude evitar preguntar porque si así era, quería saberlo.
Entendía que Aiden me quería a mí y no dudaba de su amor pero me desagradaba sentir que estaba tomando todo lo que ella había dejado.
Suspiró y apretó los labios un momento.
— Sí pero también son las mismas que tú misma me regresaste hace tres años, en un inicio te pertenecían a ti.
Eso solo hizo que me sintiese peor, él le había dado a ella mis llaves, quién también se las había regresado, pero al menos Aiden se las había pedido así que, mejor enfocarme en lo bueno que en lo malo.
—Estas llaves no parecen ser un buen augurio ¿Eh? —intenté bromear tomando las llaves de su apartamento, esas que él había sacado para mí cuando recién empezamos a salir hacer tanto tiempo atrás
—Esta vez no serán regresadas —concluyó con seguridad, sus ojos buscaron en los míos al mismo tiempo necesitando mi confirmación. — Puedo sacar otras si lo prefieres.
—No, no importa, de cualquier forma son solo unas llaves.
Suspiró y se alejó, se recostó del sofá, apartando su mano de mi pierna
—Si tú lo dices...
Dejé las llaves en la mesa para abrazarlo, besar su mejilla y descansar mi barbilla en su hombro
—Gracias, las uniré a las llaves de la casa de las colinas.
Llaves que Hilka me había dado pero que ahora eran mías.
Su rostro se giró para mirarme, si yo debía elegir una parte de su cuerpo que prefería serían sus ojos, cuando él me miraba de esa forma, todo estaba bien en el mundo.
— A veces te veo y me parece irreal que estés aquí, que estemos los dos aquí, tu y yo. —susurró logrando que su aliento acariciara mi cuello. — Temo cerrar los ojos, dejar de tocarte, porque siento que desaparecerás.
Toqué su mano para enredar sus dedos en los míos.
—Tuve que dejar de buscar noticias de ti, ¿Sabes? Se estaba volviendo una obsesión, fue difícil pero tu... Cada vez te veías más inalcanzable, tan guapo en esos vídeos, tan feliz en tus entrevistas. A veces pensaba que lo que tuvimos fue solo producto de mi imaginación, estaba convencida de que te habías olvidado de mí, que no era posible que me siguieras queriendo de la forma en la que yo te seguía queriendo a ti.
Sus dedos repasaron los míos con lentitud y paciencia