Dime que te Iras (amor a lo Escoces #2)

Capitulo 40

La gente me miraba y no solo eran miradas furtivas o descuidadas, ni siquiera eran disimuladas. No. La gente de verdad me miraba. Descaradamente. Un grupo de chicas incluso se quedó de pie dejando de caminar para mirarme con fijeza y seguir mis pasos con sus ojos, sus miradas se hacían sentir en mi espalda.

Joder que sensación tan extraña. En clase todo fue igual, chicas con las que no crucé palabras en lo que llevaba de clases me hablaron de la nada, me saludaron como si fuésemos íntimas. Me abrazaron y me preguntaron cómo estaba.

Aún más extraño. Se sabían mi nombre

Durante las clases se topaban con mi mirada y me sonreían cómo si entre nosotras existiese un tipo de secreto.

—Hans — susurré en medio de una clase luego de regresarle la sonrisa a otra chica— ¿tengo caraotas en los dientes?

Hans me regresó la mirada con gesto extraño

— ¿Qué?

— La gente me está viendo

— Por supuesto, no eres invisible. Todos te pueden ver.

— Hans...

Hans se reclinó sobre el asiento desplazando sus ojos sobre una de las chicas que no me había sonreído hoy. La reconocí como la chica por la que Hans me dejó botada en Medialuna

— ¿Cómo te va con ella? — pregunté

Hans me ignoró

— Eres noticia ahora. Todo el mundo vio tu video en medialuna, eres la envidia de todas las mujeres y bla bla bla.

— No soy la envidia de todas las mujeres

— En eso, estamos de acuerdo.

Rodé los ojos y volví a enfocar mi atención al profesor. Unos minutos después una de las chicas sentadas cerca me habló

— Fabiola

Giré hacia ella, sorprendida de que se supiera mi nombre, estaba segura de no saberme el de ella

— Felicitaciones por tu relación con Aiden — dijo con una sonrisa amable antes de que sus ojos se desplazaran a mi mano— ¿ese anillo es una alianza? ¿Se casaron?

Parpadeé sorprendida, no estaba segura de cómo responder a esa pregunta, no quería terceros estando al tanto de mi relación, no era un secreto pero me molestaba las personas que solo se entrometían por chisme.

Hans se inclinó sobre el asiento y para mi suerte, me salvó de tener que responder.

— ¿Cómo te llamas? — Hans preguntó con una sonrisa irónica

La chica giró sus ojos hacia Hans con el ceño fruncido

— Zara

— Zara, pareces ser una señorita de buenos modales. ¿No te enseñaron que preguntar sobre la vida privada de desconocidos es de mala educación?

Zara abrió y cerró la boca con impresión, me miró esperando que dijera algo pero mantuve mi boca cerrada y con gesto molesto, volvió a voltear la cara y nos ignoró

Perfecto

— Gracias — susurré

Hans miró el anillo en mi mano e hizo una mueca.

— No puedo creer que se hayan casado.

— Yo tampoco —reí, a Hans no le hizo mucha gracia.

Las clases terminaron, la tarde se cernía sobre nosotros y yo tenía un hambre de los mil demonios.

— ¿No vienes? — Hans preguntó cuando no lo seguí hasta el estacionamiento

— Aiden me viene a buscar

Hans soltó un bufido antes de regresar hacia mí, tomarme del brazo y obligarme a caminar

— Llámalo y dile que no lo haga.

— ¿Por qué le diría eso?

—Porque nos debes una grande. A Katia y a mí, nos dejaste botados en Medialuna sin importarte nada

— Fuiste tú quien me dijo que me alejara de ti, es más, ni deberías tocarme porque si llega a salir tu amiguita y nos ve, se molestará

—Ella ya sabe que estás con Aiden, como todo el mundo en Edimburgo, así que no importa. Katia espera verte y se lo debes, no tengo que explicarte lo ofendida que está porque no le contamos lo tuyo con él.

Ay mierda. Eso era tan cierto. Se lo escondimos sin ser intencionado, pero podía entender que se sintiese ofendida.

—Bien. Le mandaré un mensaje a mi esposo — hice énfasis en la palabra esposo solo para molestarlo. Por supuesto, cumplió el cometido porque Hans fingió un escalofrío de pies a cabeza.

Manejamos hasta la tienda de tatuajes donde Katia trabajaba y entramos como perros por nuestra casa hasta uno de los estudios donde Katia estaba, realizándole un tatuaje a un cliente.

— Katia querida — Hans entró de primero conmigo siguiéndole el paso — te traje una sorpresa

Katia alzó la vista brevemente del cliente para notarme y hacer un sonidito

—Qué bonita sorpresa — dijo con sarcasmo.

Miré a Hans y él solo se encogió de hombros

— Hola

— Hola. —Respondió con sequedad

—Trajimos pizza —alcé la caja de pizza en mis manos con una sonrisa que ella no regresó.

— ¿Cuánto te falta con ese tatuaje? — Preguntó Hans

Un señor cuarentón estaba acostado en la camilla de espaldas donde Katia realizaba un tatuaje de lo que parecía un dragón en su espalda. El tatuaje se veía tan real que me quedé anonada unos segundos mirando la figura

— Está quedando genial, Katia. — observé. Los tatuajes en los brazos de Katia eran espectaculares, pero verla en acción realizando uno era un tema completamente diferente.

— Lo sé. —fue su respuesta.

Pff, esto era súper anormal de Katia quién por lo general siempre era efusiva y energética

— Fabiola vino a disculparse — dijo Hans, dejando las cajas de pizza en la mesa vacía

— ¿ah sí? — preguntó Katia sin levantar la vista del tatuaje

— No. — respondí. Hans me miró, Katia también — Vine a darte una noticia.

—¿Qué tienes una relación con Aiden? De quién no he dejado de hablar desde que te conocí, sorpresa, ya lo sé y no gracias a ti.

Sacudí mi cabeza y di un paso hacia a ella

— No. Otra noticia, una primicia, algo que solo muy pocos saben

Eso atrajo aún más la atención de Katia que ahora quitó por completo su atención del tatuaje, parándolo por un instante. Permaneció en silencio esperando a que continuara

— Estas hablando oficialmente con Fabiola Pardo de Strachan — avisé levantado mi mano donde residía la alianza



#912 en Novela romántica

En el texto hay: humor, drama, amor

Editado: 19.04.2022

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