Asombrada, puesto que en el pasado Tae la había ayudado económicamente con bastante frecuencia y generosidad, Aixa frunció el ceño y le preguntó:
– Entonces... ¿qué vas a hacer?
– Esto me resulta muy doloroso– le dijo Taehyung secamente– Seré franco. A no ser que aceptes seguir siendo mi mujer, no haré nada por ti.
– No querrás decir que...– Aixa lo miró con fijeza.
– Por eso no quiero criticar a Theo... ambos somos de ese tipo de hombres enérgicos que saben lo que quieren y que no se toman el fracaso demasiado bien.
– Taehyung... tú no eres como mi abuelo.
– Estoy dispuesto a presionarte y a usar la coacción para obligarte a hacer lo que deseo -señaló Tae claramente.
– No, no eres capaz de hacerlo...– Aixa agitó la cabeza con lentitud.
– ¿Y tú qué sabes?– Los gélidos y oscuros ojos de Tae se encontraron con los de ella ofreciéndoles un desafío – Nunca antes me había sentido traicionado por ti. Ya te dije que no quiero divorciarme
– Hasta ahora siempre he podido confiar en ti– le recordó Aixa, obstinada.
– Pero esta vez no. Nuestros intereses están en conflicto.
– ¿Y qué hay de Dottie y Sam?
Taehyung se encogió levemente de hombros y estudió a Aixa con la mirada.
– ¿Y los animales? – Preguntó Aixa con total incredulidad– Muchos de ellos son demasiado viejos y no podrán ser trasladados a otro hogar.
– Lo sé.
– ¿Quieres sacrificarlos?
– No. Serás tú quien lo haga. No habrá sacrificios si decides seguir siendo mi esposa.
Aixa levantó la mano y hundió los dedos en su larga cabellera castaña. La mano le temblaba. Estaba empezando a darse cuenta de que ella nunca había sido capaz de hacer coincidir la imagen pública de Tae con la imagen del hombre que ella conocía en privado. O la imagen del hombre que ella creía conocer y entender. Taehyung tenía razón: ella nunca lo había traicionado antes; al menos, hasta que le había pedido el divorcio.
La despiadada reputación que Taehyung poseía en el mundo de los negocios era legendaria. Y tampoco se comportaba como un perrito faldero con sus amantes. Bien cierto era que trataba bien a las mujeres de su familia y a ella, pero más allá de ese círculo selecto era conocido por su frialdad y su falta de sentimientos. Aixa cerró la mano en un puño.
– Les debo mucho a Dottie y a Sam– dijo Aixa– Les prometí un hogar estable y la salud de Sam se resentirá si se le somete a algún tipo de estrés. Y aunque los animales no sean seres humanos... si les ocurre algo, creo que se me romperá el corazón y moriré atormentada por la culpa.
– Pues deja de luchar contra mí y verás cómo todos tus problemas desaparecen – le avisó Tae cortésmente – Mientras sigas siendo mi mujer cuidaré de ti y todos tus enemigos serán mis enemigos.
A Aixa se le erizó el vello de la nuca. Los ojos de Taehyung eran oscuros como ventanas en la noche y su voz sonaba como si fuese articulada por otra persona. Aixa intentó combatir la sensación de vacío que el miedo producía en su estómago.
– Podemos aplazar el divorcio...– dijo finalmente.
– No. Todo o nada – replicó Tae.
–¿Qué me importa ahora el divorcio, después de todo?– Consintió Aixa con una amargura nueva en ella– Desde luego no puedo tener un hijo sin una cierta estabilidad económica. ¿Si me olvido del tema del divorcio te sentirás satisfecho? ¿Me prestarás el dinero que necesito?
– Todo o nada– le recordó Tae– Quiero una esposa y la quiero en lugar donde pertenece: en mi cama.
Las mejillas de Aixa se sonrojaron con violencia. Miró a Taehyung sin poder creer lo que estaba oyendo.
–¡Púdrete!– gritó Aixa.
– Soy un hombre chapado a la antigua – murmuró él con una frialdad insolente– Te habría tenido antes en la cama si hubiera sabido en su momento que no tuvimos noche de miel.
– Incluso entonces era demasiado tarde...
– No lo creo. Por lo que dicen tengo un cierto poder de persuasión. Si no hubiera estado todo este tiempo aterrado por el miedo a haberte hecho daño aquella noche, no te habría dejado llevar la vida independiente que has llevado durante los últimos ocho años– replicó Tae, con sus esbeltos rasgos endurecidos por la pasión – Eres mi esposa y nunca he pensado que fueras otra cosa para mí más que eso, mi esposa.
– ¿Tu esposa?
– Mía. Eso es. Y lo que es mío nadie me lo quita.
– ¡No seré tu esposa... para siempre!
– Si eso es lo que quieres...– Taehyung comenzó a andar hacia la puerta y, apenas pasaron unas décimas de segundo, Aixa reaccionó y salió disparada tras él.
– ¡No puedes dejarme así! -gritó ella.
– Puedo hacer lo que me plazca– Tae irguió la cabeza con sus ojos resplandecientes fijos en ella.
– Si no retiras tu proposición, nunca te lo perdonaré...
– Es un riesgo que estoy dispuesto a correr.
– Te llevaré a juicio y te demandaré por abandono. Te obligarán a proporcionarme ayuda económica – argumentó Aixa.
– Pero los procesos legales son muy lentos y no tienes mucho tiempo de sobra, ¿verdad? -contraatacó Taehyung.
–¿Así que te parece bien golpearme de esta manera cuando estoy en mi momento más bajo?– sin fuerzas, Aixa dejó caer sus hombros.
– Eres la única mujer a quien le he pedido que se case conmigo – con hielo en la mirada, Tae estudió el rostro de Aixa– Y me parece intolerable oírte hablar del matrimonio como si fuera una especie de insulto o tortura. Siempre te he tratado de forma honorable.
– ¡Nada de esto tiene que ver con el honor!
Taehyung sacó del bolsillo un papel y lo lanzó sobre la mesa del recibidor.
– ¡Si quieres ser tratada honorablemente, empieza por comportarte como una esposa de verdad!
Aixa bajó la mirada y observó el papel que había sobre la mesa: un recorte de revista que mostraba la fotografía que el periodista les había sacado a Leo y a ella en el restaurante.
¿Había aparecido de verdad en las revistas esa fotografía robada?