Con la ayuda de Dottie, Aixa dispuso en un confortable lugar las cestas para sus perros más viejos, Sooty y Minnie, y los hizo quedarse allí, puesto que el cocinero había dejado bien claro que no le entusiasmaba tener ningún tipo de animal de cuatro patas en sus dominios. Dottie se puso a la defensiva sintiendo simpatía por Aixa.
– Señora, Oakmere es su casa. ¡Debería decirle a ese chef marisabidillo que se aguante con los perros!
– La cocina es su territorio y gracias a Dios que lo es, porque yo odio cocinar – le recordó Aixa– No a todo el mundo tiene por qué gustarle los animales.
Aixa nunca había vivido sin una pareja de perros a sus pies. Y sin embargo era consciente de que Taehyung había crecido sin mascotas y no estaba acostumbrado a vivir con ellas. Dottie se marchó. Aixa tenía ganas de explorar la casa y ver cómo marchaban las obras de remodelación, pero se estaba haciendo demasiado tarde. Embarrada todavía y más que cansada por la tarea de dar agua y alimento a los animales, se apresuró escaleras arriba para tomar una ducha y cambiarse antes de la cena. Se sentía increíblemente fatigada y pensó que quizá iba siendo hora de pasar por una revisión médica.
Después de todo, se recordó, su ciclo menstrual se había alterado, lo cual no era normal en ella. Veinte minutos después, Aixa salió del baño envuelta en una toalla y con el pelo aún húmedo peinado hacia atrás. Tae la esperaba de pie, mirando a través del ventanal de la habitación.
Los ojos de Aixa se encendieron: ansiaba contarle lo bien que había funcionado el refugio de animales durante su ausencia. Pero cuando Taehyung se dio la vuelta, Aixa percibió el enfado de su mirada y el estómago le dio un vuelco.
– ¿Qué ocurre? ¿Qué ha pasado? – le dijo.
En respuesta a su pregunta, Taehyung lanzó a sus pies la lámina de píldoras. Aixa tragó saliva y apretó los labios sin esconder su sentimiento de culpa.
– Cariño...
– ¿Eso es todo lo que tienes que decirme? – contraatacó Taehyung.
– Esas píldoras estaban en mi bolso – Aixa evitó la pregunta– ¿Cómo las has encontrado?
– Tropecé con tu bolso al salir del coche y se cayeron.
Con las mejillas al rojo vivo, Aixa intentó seguir evitando la confrontación.
– Ya había decidido dejar de tomarlas –dijo después de tomar aliento.
– ¿Y se puede saber cuándo tomaste esa decisión? –Aixa se ruborizó porque sabía que su respuesta no le iba a causar la menor impresión.
– Anoche.
– ¿Cuándo decidiste tomar anticonceptivos? – el gesto ceñudo de Tae seguía sin desaparecer. Se lo dijo. – Así que has estado mintiéndome desde el momento en que empezamos a vivir como marido y mujer.
Aixa se encogió pero intentó defenderse: – Es una forma muy exagerada de decirlo...
– ¿Y cómo te gustaría que lo dijese? – la profunda voz de Taehyung tenía un tono peligrosamente tranquilo. – Como si fuese una cosa del pasado.
– Eso no me importa.
– Pues debería importarte porque tomé esa decisión en el pasado, no ahora.
– Lo que importa es la confianza que sentía por ti – le deletreó Taehyung.
– Sí, pero las circunstancias...
– No cuentan – Tae no se rendía– Deberías haberme dicho que estabas usando métodos anticonceptivos. Es algo que deberíamos haber discutido entre los dos. Pero tú no querías, ¿verdad? Preferiste hacerlo a mis espaldas y engañarme.
Aixa podía sentir cómo contenía la rabia. Lo notaba en la rigidez de su cuerpo, en el resplandor de sus ojos, en la prominencia de sus mejillas. Quería gritar por la frustración. Todo había sido tan maravilloso, tan perfecto; el futuro, tan prometedor. No tenía por qué haber sabido que estaba tomando esas malditas píldoras. ¿Por qué no se había deshecho de la evidencia cuando aún estaba a tiempo? En medio de todos esos pensamientos, le sorprendió la presencia de otras ideas en su cabeza. ¿No había sido ella siempre sincera? ¿Por qué Taehyung no tomaba eso en consideración? Había vuelto a su vida y ahora le importaba más que nada en el mundo. No quería que su relación con él se estropease.
– Durante todo el tiempo que pasamos en Italia no dijiste que estabas tomando anticonceptivos – dijo Tae para romper el silencio.
– Ni se me ocurrió pensar en ello – dijo Aixa a la defensiva– Lo único que me importaba era lo feliz que estaba siendo contigo y...
– ¿Feliz?... ¿En serio? – una nota sarcástica apareció en la voz de Taehyung– Pues te salió muy bien la actuación. ¡Querías un hijo, pero en ningún momento pensaste en tenerlo conmigo!
– Eso no es cierto y, además, no estaba actuando...
– Hace un par de meses estabas dispuesta a ir a un banco de esperma y elegir a un extraño para que fuera el padre de tu hijo. Yo no soy lo suficientemente bueno para ti.
– Eso es ridículo – tartamudeó Aixa– No estaba preparada todavía para contarte lo de los anticonceptivos. Es sólo eso.
– No me lo ibas a contar. ¿Crees que no me doy cuenta?
– No eres nada justo, Kim – Aixa estaba tan tensa, que le dolía la espalda.
– ¿Y tú si lo eres? – le dijo Tae en tono iracundo mientras su gesto impasible iba poco a poco tornandose en una mueca de cólera– ¿Qué hay de justo en hacerme creer que estabas dispuesta a formar una familia conmigo? Yo quería tener un hijo por ti. Me parecía un poco apresurado, pero sabía que tú lo deseabas. ¿Es así como me pagas por intentar darte lo que querías? ¿Me pagas con mentiras y engaños?
Y fue en ese preciso momento cuando Aixa se dio cuenta del daño que había causado a su matrimonio. Se sintió horrorizada. El poco control que aún mantenía sobre sus emociones se vino abajo.
– ¿Acaso me diste otra opción al principio? No sabía qué esperar de ti – protestó ella– Me obligaste a consumar nuestro matrimonio y tuve que protegerme como pude. Estaba pensando en nuestro futuro...
– Pethi mou... ¿así que todo lo que hemos compartido no ha sido más que un engaño? – Tae replicó ásperamente– ¿También estabas fingiendo tu felicidad?