14-El Camino al Ser p.1

En los montañosos y escarpados senderos del Tíbet el carromato se abría paso con dificultad, nada detenía su andar laborioso…o al menos eso pensaban hasta el día que se quedaron varados tres horas esperando que pasara una marejada de ovejas.

-¡Largo de la vía, bestias lanudas!

-¿Qué te ocurre, Akuma?, ¿No te gustan los animales?

-Soy yo a quien no le gustan ellos, más bien, ¿Por qué no te bajas y vienes a ayudarme?

-Dame un minuto.

Procurando no reírse porque un grupo de ovejas asediaban a su asistente entro al carromato, Mu descansaba en la cama, había aumentado de peso las últimas semanas pero aun no parecía ser suficiente para cargar por sí sola el vientre de cinco meses de embarazo que portaba, eso sí, en lo que a Kouro concernía nunca se había visto tan hermosa.

-¿Cómo están mis dos bellas doncellas este día?

-¿Por qué estas tan seguro de que va a ser niña?, podría ser un niño.

-No, no, yo sé de esto-se apoyo para escuchar el movimiento interno de su bebe-esta energía es típicamente femenina.

-Llevamos un buen rato quietos, ¿Qué sucede?

-Ovejas, Akuma y yo trataremos de apurarlas, ¿Necesitas algo?

-Solo a ti y ya te tengo.

-Te amo, a las dos, no tardare.

Las ovejas son animalitos inofensivos y por principio temerosos pero cuando van en grupos de varios cientos eso como que se les olvida, tenían a Akuma contra el borde de la montaña cuando a Kouro se le ocurrió recurrir a Mizu, recientemente habían descubierto que la serpiente podía disparar agua caliente por la boca y a punta de manguerazos hicieron andar al rebaño, ya terminaban cuando apareció un furibundo tibetano, el pastor seguramente, preguntando porque causa estaban empapando a sus ovejas.

-Es agua tibia-Kouro trato de calmarle-no se altere, por favor.

-¿Y si pescan un resfrió?, ¿Qué hago yo si pescan un resfrió?

-Puede comer cordero el resto del mes-propuso Akuma.

-¿Tío?, ¿Eres tú?

Los gritos hicieron que Mu se decidiera a salir y la sorpresa fue mayúscula entonces pues resulto que el pastor era ni más ni menos que su tío, hermano de su padre, apenas la reconoció se le fue todo el enfado y los abrazo y los beso a todos con lagrimas en los ojos, agradeciéndoles de mil maneras y desatendiendo completamente el rebaño para conducirles a la aldea.

Hacía cuatro años, cuando Mu tenía quince, una horda de maleantes habían atacado el poblado, mataron a muchos, incluyendo a sus padres, y se llevaron a algunos jóvenes, los sobrevivientes reconstruyeron y con la conciencia pacifica que caracterizaba a su gente se resignaron ante la realidad, ahora sin embargo una hija perdida regresaba y la alegría no podía ser mayor, incluso Mu se dio el permiso de sonreírle a todos, llevada del brazo por Kouro lo presento como su marido y fue ampliamente felicitada por su suerte y su embarazo; después de varias horas el Uni tuvo que disculparse y salir un momento, jamás había logrado sentirse cómodo en medio de una multitud, se fue caminando hasta la mitad del pueblo, desde allí se apreciaba una vista casi recta de las montañas y muy arriba de estas algunas edificaciones que seguramente eran el templo del que Mu le había hablado, trataba de calcular la distancia y cuanto se demoraría en el carromato cuando un sonido venido desde aquellas simas lleno enteramente el aire, algo como un gong pero más vivido, más nítido, con una frecuencia constante y mayor, con una resonancia que repicaba dentro de su ser.

-Por todas las fuerzas espirituales, ¿Qué es ese glorioso sonido?

-Primero-dijo la voz de Akuma a sus espaldas-deberías dejar de hablar solo, sobre todo si lo vas a hacer como una señora elegante, segundo, es una campana.

-¿Campana?

-No te la sabría describir, al menos en la práctica es muy parecida a un gong, imagino que la tocan de acuerdo a ciertos ritos, pero hablando de otra cosa, ¿estás pensando en subir allí?

-Lo estaba considerando pero no quiero dejar a Mu ahora y no creo que esté en condiciones de subir hasta allá.

-También está el ver si se permite el paso a extraños, si quieres yo puedo subir a investigar.