Asique Kouro se quedo, a la mañana siguiente de atrapar al dragón, a quien por cierto nombro Kasai, fue despertado por el potente repicar de la campana, guiarse por el sonido era absurdo pues parecía venir de todas partes pero desde el patio pudo darse una idea de por dónde estaba y la encontró, una gigantesca campana de metal solido a la que hacía sonar golpeándola con el tronco entero de un árbol.
Saciada su curiosidad fue a hablar con el maestro Wu, le diría que había decidido quedarse algún tiempo y que aceptaba su ofrecimiento de enseñarle a conjurar su propio Tulpa.
-Si de verdad quieres hacerlo te enseñare, pero recuerda, tienes que trabaja duro, solo con paciencia y disciplina hallaras el camino a tu verdadero ser.
-Tampoco espero tanto-buscaba aligerar el ambiente-estoy bastante cómodo con lo que conozco de mi.
-Te felicito-dijo paternal-pocos conllevan con tanta facilidad tener una predisposición a la locura, tu aura purpura puede seguir creciendo en paz.
Le miro boquiabierto, ya sospechaba que los ojos ciegos del maestro Wu verían algo en particular pero que ese algo fueran las auras era lo último que hubiera podido esperar, y no solo las veía sino que las conocía bastante bien, por fin hubo un nombre para la excéntrica aura de Kouro, Locura, y otro para su opuesto ondulado, apatía; antes de que pudiera objetar que su carácter era sensible más no inestable el maestro Wu le hizo ver el mayor error en su investigación.
El color base del aura no señalaba la personalidad, se trataba más bien de un límite de resistencia, así pues una persona de aura roja no era necesariamente un ser violento sino uno capaz de retener bien su coraje y alguien de aura verde no vivía atrapado por el temor, al contrario, lo soportaría con una entereza envidiable, entender eso le hizo reevaluar enteramente a su familia y lo que hasta entonces pensara sobre ellos.
-Pero cuidado-advirtió solemnemente-porque si llevas a alguien al límite de su propia resistencia nunca volverá, la locura tiene muchas forma de conducirte a la muerte.
-Pero siguiendo lo que ha dicho-dijo, tozudo-yo tengo pocas posibilidades de volverme loco.
-Dije eso, en parte, y también dije que si tu límite se rompe caerás en un abismo insalvable, tu única esperanza es dominar tus emociones, encuentra el equilibrio entre mente y corazón.
Insistió muchísimo en eso y también en que aprendiera a aceptar los reveces que la vida le diese con dignidad, porque todos eran dueños de sus actos pero nadie lo era de sí mismo y lo que se hiciera con nuestro tiempo de vida decidiría nuestro destino final, salvo los agregados budistas y la palabra “Nirvana” aquello se oía cada vez más como una de las charlas de su padre sobre el dragón.
-Y ahora, el Tulpa-le entrego un lienzo de tela roja-para conjurar a esta criatura debes engañar a tus propios sentidos.
-¿Y esta tela como me ayudara?
-¿Practicas algún arte?
-Pinto a menudo, me ayuda a desahogarme.
-Esta tela es tu lienzo ahora, imagina un ente que la usara, visualiza cada pequeño detalle, hasta la más nimia textura, hazlo real.
-No creo estar entendiendo, ¿Cómo voy a pensar que es real si lo estoy imaginando?, eso, eso no tiene sentido.
-Ya lo tendrá-concluyo.
-Oh, bueno…pero quisiera saber, ¿Qué es exactamente un Tulpa?, ¿Qué usos puede tener?
-Los que a ti se te ocurran, el Tulpa respeta a su creador y está ligado a sus pensamientos, te obedecerá ciegamente y si está bien sincronizado incluso se adelantara a tus deseos.
-El suyo tenía tentáculos, ¿Así quiso que fuera?
-Son criaturas maleables, aun si intentas ser muy preciso una vez hecho real parte de él quedara fuera de tu control, es el riesgo a pagar por fingir ser como un Dios.
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Abajo en la aldea Mu miraba la montaña con nostalgia, echando de menos a su amado, estuvo contemplando la cima hasta que el cansancio le hizo buscar donde sentarse.
-Ya, mi niña-se sobo el vientre-ya.
-¿Esta inquieta esta mañana, no?-Akuma se le acerco con una garrafa.
-Extraña a su papá.
Editado: 07.08.2018