Akuma tuvo suerte, en medio de las rocas nevadas dio con la madriguera de un conejo y ahora el rollizo ejemplar se cocinaba junto a un par de batatas en la olla, mientras preparaba la cena no dejaba de vigilar a Kouro, quien sentado junto a un árbol tenia buena vista del precipicio y las cumbres que aun les faltaba por recorrer.
-Es una noche maravillosa-dijo en voz alta-brilla mucho la luna pero deja ver algunas estrellas, ¿no quieres que traiga tu caballete?, puedes pintar un poco antes de comer.
Silencio, de no ser porque Mizu y Kasai jugaban haciendo ruido por allí o porque incluso el Tulpa sobre el carromato parecía producir alguna vibración con su presencia Akuma se habría creído completamente solo, le dedico otro rato a la preparación del conejo antes de volver a mirarle, no se había movido un centímetro, casi parecía ser parte del paisaje, decidió que era el momento de acercarse.
-Kouro, oye-se paro frente a él pero no consiguió que le mirara-ya ha pasado una semana desde que nos fuimos de…allá…y en todo ese tiempo no has comido nada, apenas y duermes, a menos que seas inmortal no sé cómo es que sigues vivo.
-…
-Mi punto es que no puedes seguir de esta manera, yo sé cuánto te duele haber perdido a Mu y a tu hija, se que fue cruel e injusto pero esas cosas suceden y no vas a ser ni el primero ni el ultimo en perder a alguien así.
-…
-¿Qué paso con tus planes?, pronto saldremos de estas montañas, seguiremos hasta Constantinopla, ¿recuerdas lo emocionado que estabas por ir a Europa?, ¿O que, ya nada de eso importa?, vamos, amigo, si no lo vas a hacer por ti y no te interesa ninguno de los que te acompañamos, entonces hazlo por Mu, ¿tú crees que ella hubiera querido ver como estas?, ¿Qué diría si te rindieras?
-…Akuma…
-¿Si?
-…Déjame un momento…por favor…
Era la primera vez que decía algo en siete días y pensando que querría llorar a solas su pérdida se alejo, no obstante se le ocurrió voltear a decirle otra cosa y fue entonces cuando vio que se llevaba algo a la cabeza.
-¡Kouro, no!-salto sobre él obligándole a tirar su vara de fuego.
-¡Déjame, déjame!-rompió a llorar-¡Por piedad, quiero morir!, ¡Déjame morir!
-Hasta crees, ¡Quédate quieto, demonios!-lo abofeteo-ya me canse de ser amable contigo, ¡Están muertas y tu vivo!, ¿Entiendes?, ¡Matarte no te llevara con ellas, no después de lo que has hecho!-una mano blanca le tomo del hombro-¿Y tú qué quieres?
Obedeciendo a lo que era su razón de ser, el Tulpa atrapo a Akuma con sus tentáculos y lo alejo de su creador, Kouro se levanto del suelo, frotándose el golpe con la mano donde aun tenia aquella onda azul, parecía que nunca iba a dejarle pero su dolor era tan hondo que su presencia no le ayudaba, recupero su vara de fuego y se la guardo.
-¿Acabas de abofetearme?-su tono de ira indignada le llamo la atención.
-¿Qué querías?, estabas fuera de control.
-Suéltalo, Tulpa-así lo hizo y Kouro pudo acercarse para darle un golpe al estomago que le doblo en dos-nunca, jamás, vuelvas a tratarme así.
-Estas…chiflado…
-Dime algo que me interese.
-Co-como digas… ¿podrás…comer algo…?
Y si comió pero no le dirigió la palabra, durante los siguientes días de viaje Akuma no supo decir si las cosas mejoraban o empeoraban, había logrado sacarle de su retraimiento pero el pobre estaba hecho un desastre emocional, tan pronto se volvía irascible y no era posible ni respirarle cerca como le agarraba la depresión y había que estar sobre él para que no se lastimara, pintar no ayudo, los pocos lienzos que le quedaban se llenaron de imágenes de pesadilla y cuando se hubieron terminado los quemo junto con los cuadros buenos en un hoguera que pudo ahogarles con el humo que levanto, nada le aliviaba y sin embargo resistía, no estaba loco como Akuma creía, no aun, su límite aguantaba.
-¿Qué fue lo que hice?-pregunto de pronto, su voz desde el interior del carromato hizo que Akuma se sobresaltara.
-¿Perdón?
Editado: 07.08.2018