21-Venganza y Honor

Un par de siglos después los humildes orígenes del Imperio Uni habían quedado en el olvido pero nadie dudaba de su poder, Kouro Koukamy había llegado a convertirse en el segundo hombre más prospero del Japón, solo superado por el emperador y mucho se equivocaría la gente si un buen día no llegaba a desbancarlo.

Era la época dorada de los Uni, su territorio partiendo desde Nagasaki comprendía toda la isla de Kyushu y algunas otras aledañas, gente de todo el país viajaba para ponerse bajo sus órdenes, se decía que quienes entraban al palacio de Kouro Koukamy no volvían a salir jamás y si lo hacían no sería como seres humanos.

Todo aquello tenía completamente sin cuidado a Koguchi, de diez años, que regresaba a casa cargando una liebre en brazos; su familia vivía en una población a relativamente corta distancia de la ciudadela Uni, en días claros podían ver las terrezuelas del palacio a la distancia, su padre era un reconocido forjador de espadas con un desubicado sentido del honor, vivían allí porque era bueno para el negocio y el negocio era bueno para la familia pero no le gustaban los Uni y no le daba ningún temor declarar que nunca haría un arma para ellos, dramático diría su madre, pero para nada prudencial.

-¡Papá!-debía gritar para hacerse oír sobre su martillo-¡Ya vine!, ¡Mira lo que traje para Kiori!

-Seguro le animara-dijo el hombre, dejando de martillear la hoja ardiente.

-Voy a llevárselo ahora.

-¡No tardes, te necesito en la fragua!

-¡Enseguida!

Su pequeña hermana, Kiori, tenía seis años y llevaba en cama los últimos días debió a un persistente resfriado, cuando llego su madre acababa de hacerle beber un té amargo, su puchero se convirtió en una sonrisa al ver a su hermano.

-¡Koguchi, gracias!-y abrazo feliz a su nueva mascota-siempre quise un conejito.

-Qué bueno que te guste pero es una liebre.

-No es cierto, es conejo, velo que chiquito esta.

-Porque es una liebre pequeña pero la saque del monte asique…-se detuvo-¿Por qué estoy discutiendo contigo?, voy a ayudar a papá.

Fue por su mandil y un par de guantes, en minutos ya estaba asistiéndole en la herrería, echando carbón a la fragua, pasándole herramientas y atendiendo a los clientes que entraran pues aparte de espadas su padre también componía herramientas gastadas, de vez en cuando Koguchi se distraía de sus labores para dar un vistazo a la espada más valiosa de su padre, pocos la hubieran tomado por tal, era un simple sable Kendo de madera enmarcado en la pared pero para aquel maestro forjador valía lo de mil catanas de acero, nadie sabía por qué y Koguchi menos.

-¡Más agua!-fue el grito que le sobresalto, la tina para enfriar metales se vaciaba.

La tubería estaba afuera y a una cierta distancia, era de manivela y el oxido la hacía cada día más difícil de accionar pero con tal de no decepcionar a su padre Koguchi tomo dos baldes y salió, los coloco donde les cayera agua y aferrándose con ambas manos a la manivela lucho para hacerla girar.

-Vamos…muévete…

-¿Necesitas algo de ayuda, pequeño?

Iba a decirle al desconocido que no, gracias, pero verlo le dejo sin palabras, ¡Era un Uni!, y no cualquiera, era el general Hakai, dirigente de los ejércitos Uni, famosísimo conquistador, ignorando su miedo le sonrió con la mirada e hizo girar la manivela tirando de ella con un solo dedo, en instantes ambos baldes estaban llenos de agua.

-Gra-gracias, señor.

-Espera-dijo gentilmente- ayúdame tú ahora, ¿Sabes dónde puedo hallar a Kiyoshi el herrero?

-¿Mi…papá?

-¿Es tu padre?-eso parecía sorprenderle-llévame con él, por favor, yo llevare eso.

Tomo las cubetas y Koguchi no tuvo más opción que conducirle a la herrería, tal y como esperaba a su padre no le hizo la menor gracia recibir a un Uni en su hogar, secamente le ordeno vaciar las cubetas e irse con su madre y hermana, Koguchi obedeció únicamente a lo primero, cuando entro a la casa dejo entre cerrada la puerta que le conectaba desde el taller y observo desde allí.