Retrocedamos y veamos que fue de los que se quedaron en la ciudadela Uni tras la partida de su rey.
Los primeros en acusar el golpe fueron precisamente los convertidos, sin su maestro se desconectaron y aunque seguían con sus tareas lo hacían con mucha menos atención y energía; al verlos deambular como zombis sin un propósito, Hakai recordó como había enfermado su padre cuando Kouro se marcho de casa por primera vez, ahora a los soldados les pasaba lo mismo y su hermano no tenía la menor idea de ello, no sabía que su poder para fortalecer la magia era un arma de doble filo, Hakai nunca se lo dijo la primera vez para no amargarle con esa idea y no se lo dijo luego precisamente porque esperaba que cometiera el error de irse, debilitando sin querer a todas sus fuerzas.
La cuestión era, ¿Qué iba a hacer ahora?, tenía entre cinco y seis meses para idear algo pero estaba solo, demasiado lejos de los Oni para pedir su ayuda, gracias a Koguchi sabia más o menos por donde estaba el grupo de Lady Sheng…Koguchi, aun no lo superaba, era lamentable que hubiera llegado tan lejos para nada, solo para terminar como esclavo de a quien tanto odiaba; pasaba junto a la habitación de su hija cuando escucho un estrepito de cristales.
-¡Tara!-casi tira la puerta al entrar, Tara acababa de romper el espejo con su cepillo-¿Estás bien?, ¿Qué paso?
-Él me dio eso-señalo el cepillo como si fuera una víbora venenosa-él me lo dio.
-Mi niña…
Comprendía por lo que estaba pasando, él había tenido la misma crisis al comprender que su pequeño hermano se había convertido en un monstruo sin alma, la idea de que alguien a quien amabas y creías conocer pudiera hacer cosas así era casi imposible de tragar y Tara se estaba desmoronando, recordar de pronto de donde venia el cepillo que siempre usaba resulto ser la gota que derramo el vaso.
Hakai supo entonces que era lo que debía hacer, por el bien de su hija y de todo lo que le importaba necesitaba cometer su primer acto de valor.
-Hija, dime, ¿recuerdas bien las lecciones de supervivencia que te di?
-Si-lo miro extrañada-¿Por qué?
-Voy a hacer algo por ti y no está a discusión, te sacare de aquí.
-¿Del cuarto?-seguía sin entender.
-De la ciudadela-ella abrió muy grande los ojos-vas a escapar, te diré como llegar con los Oni, se que Lady Sheng te recibirá.
-Pero, papá, ¿y tú?
-Yo debo quedarme por tu madre.
-Si me escapo mi tío te va a matar.
-Ni siquiera eso sería peor que seguir viendo cómo te consumes y ya está decidido, te vas, y Kiori se va contigo.
Debajo del palacio existía un calabozo con poco uso, allí había despertado Kiori sin recordar absolutamente nada desde que vio a cierto ser extraño en el jardín, durante los siguientes tres días solo pasaron a verla soldados con comida que ignoraron completamente sus suplicar por ver a su hermano, a Kouro o a cualquiera que pudiera explicarle que estaba haciendo allí, al cuarto días Hakai se presento y le explico, con la congoja de quien anuncia un deceso, lo que había pasado con ella y con su hermano; en ese momento creyó perder la razón, le grito de todo, lo llamo embustero y mentiroso, Hakai solo pudo bajar la cabeza y dejar que se desahogara con él hasta que de tanto llorar perdió la voz.
No dijo otra palabra desde entonces, estaba devastada, comía apenas lo suficiente para sobrevivir y apenas dormía, la culpa era su gran carga, porque ella había abogado por Kouro, ella le había pedido a su hermano que no lo lastimara y ella había terminado siendo el señuelo en la trampa, sentía que su egoísmo le había costado a su hermano el alma y por ello se había prometido vivir para, como mínimo, pedirle perdón si es que alguna vez lo volvía a ver.
-¡Kiori!-dormitaba cuando la voz de Tara le despertó-Kiori, pero que horror, ve como estas.
-Baja la voz-pidió su padre.
-Perdón-susurro- ¿Qué crees, Kiori?, nos vamos, hazte para atrás.
Se fue hasta el fondo de la celda, permitiendo así que Hakai soltara la reja sin lastimarla, en cuanto se asentó el polvo corrió a los brazos de su amiga, cuanto comprendía ahora su cambio, pero Hakai no les dio mucho margen para su reencuentro, el tiempo apremiaba y tenían que seguir; salieron al corredor superior, donde yacía un guardia recién noqueado, y se escabulleron a las cocinas, apenas Yuna los vio y supo lo que estaban haciendo se ofreció a ayudarles, les daría víveres y las llevaría escondidas en su carreta de mercado hasta el campo más lejano, de allí al bosque era un salto.
Editado: 11.08.2018