Myrianne.
Noviembre 2022
Ese día tan peculiar, sentí algo diferente al llegar allí; sentí que estaba en familia, me sentí libre y en paz. Desde ese día quise volver a ese lugar. Algo raro, por cierto, había escuchado de ese lugar pero nunca había llegado a ir. El lugar era algo diferente, tenía colores bonitos y estaba lleno de personas arrodilladas y otras sentadas en los bancos con los ojos cerrados diciendo palabras como 'oh gracias mi Dios por todo, te adoramos y bendecimos tu nombre'. Y en todo este entorno me llamó la atención una sola cosa: todos parecían llenos de gozo y alegría, reflejaban paz y felicidad. Y por mi mente pasó: ¿cómo puedo obtener esa felicidad? Desde entonces quise saber más de ese lugar donde estaba.
Myrianne observaba a la cristiana, la hermana Ana, entrar a la casa y entablar una conversación con la madre de Myrianne sobre Dios y la iglesia. La voz suave de la hermana Ana resonaba en la habitación mientras compartía palabras de fe y esperanza, y Myrianne podía sentir la presencia divina en aquel momento. Era como si el hogar se llenara de la luz del Espíritu Santo, guiándolos a todos hacia un entendimiento más profundo de tu amor y tu gracia.
Lo cual la llenó de curiosidad y bajó a husmear. La hermana se dio cuenta y le pidió que la acompañara a hablar. Al final, la invitó a la iglesia. Myrianne, con el corazón latiéndole con emoción, aceptó la invitación, aunque no estaba segura si era lo correcto. En ese instante, su madre, Marlen, le hizo señas de que sí, con una sonrisa cálida y alentadora. Era como si el universo conspirara para llevar a Myrianne por este nuevo camino espiritual, guiada por la amabilidad y la sabiduría de la hermana Ana. Juntas, caminaron hacia la iglesia, donde Myrianne sintió una sensación de paz y serenidad que la envolvía.
Con el corazón latiéndole con emoción, decidió aceptar la invitación de la hermana Ana a la iglesia, aunque no estaba del todo segura si era lo correcto. Una mezcla de curiosidad y esperanza la impulsaba a seguir adelante, pero en lo más profundo de su ser, sabía que aún no estaba lista para dar ese paso definitivo hacia la fe.
Con cada paso que daba hacia la iglesia, Myrianne se sentía dubitativa. ¿Estaba preparada para este nuevo camino espiritual? ¿Qué significaría realmente para ella aceptar a Cristo en su vida? Estas preguntas resonaban en su mente mientras seguía a la hermana Ana por los pasillos iluminados de la iglesia.
Juntas, Myrianne y la hermana Ana atravesaron las puertas de la iglesia, y Myrianne se sintió abrumada por la belleza del lugar y por la calidez de la bienvenida que recibía de los feligreses. La sonrisa de su madre, Marlen, alentándola desde el fondo de la iglesia, le recordaba que no estaba sola en este viaje espiritual, pero aún así, una sensación de incertidumbre persistía en su corazón.
Finalmente, llegaron a un banco cerca del altar. Myrianne se arrodilló con reverencia, sintiendo una conexión especial con lo divino en ese momento, pero una parte de ella aún no estaba lista para entregarse por completo. La hermana Ana le susurró algunas palabras de aliento y luego se unieron en oración, compartiendo sus esperanzas y sueños con Dios.
En ese momento, Myrianne supo que había tomado un paso importante al aceptar la invitación de la hermana Ana, pero también sabía que su viaje espiritual apenas comenzaba y que aún tenía mucho por descubrir antes de tomar una decisión definitiva sobre su fe en Cristo. Una sensación de paz y serenidad la envolvía, pero también había un anhelo por explorar más profundamente lo que significaba seguir a Cristo.
Después de la oración, salieron de la iglesia y el aire fresco de la tarde las recibió con un suave susurro. Myrianne se sintió renovada, como si una nueva luz hubiera sido encendida dentro de ella. Miró a la hermana Ana con gratitud y asintió con la cabeza, sabiendo que esta reunión no era casualidad, sino una señal de que estaba en el camino correcto.
A medida que caminaban de regreso a casa, las palabras de la hermana Ana resonaban en su mente. Myrianne sabía que aún tenía mucho por aprender y descubrir en su viaje espiritual, pero ahora se sentía más segura de que no estaba sola en este camino. Con la guía de la hermana Ana, su madre y la presencia divina que sentía en su corazón, estaba lista para enfrentar lo que viniera con valentía y determinación, (o almenos eso queria creer).
El sol comenzaba a ponerse en el horizonte cuando llegaron a casa. Myrianne miró hacia el cielo con una sensación de paz en su corazón, sabiendo que, aunque el camino por delante podría ser difícil, tenía la fuerza y la fe para superar cualquier desafío que se presentara.
Y así, con una sonrisa en el rostro y el corazón lleno de esperanza, Myrianne se preparó para comenzar este nuevo capítulo en su vida, sabiendo que Dios estaba con ella en cada paso que daba.
Aunque Myrianne nunca antes había considerado descubrir quién era Dios, este momento en su vida marcaba el comienzo de su crecimiento en el evangelio del cristianismo. Sin embargo, no regresó a la iglesia hasta el próximo domingo, cuando otra persona la invitó a acompañarla.
Durante la semana siguiente, Myrianne reflexionó sobre su experiencia en la iglesia y las conversaciones que tuvo con la hermana Ana, quien era una joven muy apasionada y dedicada a servir a Dios. Sentía un anhelo creciente por explorar más sobre su fe y profundizar en su relación con Dios. Cada día, sentía que su corazón se abría más a la posibilidad de encontrar respuestas a sus preguntas más profundas sobre la vida y el propósito de su existencia.
Finalmente, llegó el domingo siguiente y, con una mezcla de emoción y nerviosismo, Myrianne aceptó la invitación de su amiga para regresar a la iglesia. Esta vez, se sintió más segura y decidida mientras caminaba por los pasillos iluminados de la iglesia. La presencia de Dios parecía rodearla, infundiéndola con una sensación de paz y certeza que no había sentido antes.
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Editado: 09.07.2024