Sophia cerró la puerta y al guardar sus llaves visualizo a su madre en la sala con el semblante rígido como siempre, era normal ver su cara sin ninguna expresión.
-Me puedes explicar en qué estabas pensando?- se levantó de la butaca con furia
-De que hablas mamá? No te entiendo-
-En este artículo de chisme dice claramente que Sebastián Méndez y tú se van a casar-dijo gritando, mientras Sophia veía a su padre bajar las escaleras y a Claris retirar la mesa, rodo los ojos y suspiro
Esto será todo un proceso.
-Vaya manera de pedir matrimonio- su madre arqueo una ceja y la miró
-Mamá tengo que casarme con el idiota de Sebastián o sino la empresa de la cual mi padre es accionista puede ir a parar en manos del Estado ya que Ulises lo dejo estipulado en las clausulas de su testamento-
-Pero por qué? Por qué tienes que casarte con él?-
Su padre se sentó en el sillón sin decir nada
-Acaso no escuchaste lo que te dijo tu hija- suspiro y miro a su esposa- Sophia tiene que casarse con Sebastián y darle un hijo para que así la empresa no se pierda.-
-Y ahora que le voy a decir a la familia Lombardo?- se supone que tú mi única hija deberías de casarte con Bruno y no con el mujeriego de Sebastián- suspiro y se sentó en la butaca- Que más da, todo por las acciones que tiene tu padre en la empresa-
-Bruno era el partido perfecto
-Vaya partido perfecto. Respondió Sophia sin mirar a su madre
-Estas feliz se te cumplió tu sueño de casarte con él- se levantó y dejó el periodo en el sillón
Sophia se mordió los labios al pensar en las condiciones del testamento. Seis meses casada con su peor enemigo y luego tendría un hijo suyo
Además, no tenía que ser un matrimonio de verdad.
Al pensar en su contextura física, sintió un escalofrío al imaginarse ver su cuerpo tumbado al lado de la cama, sus largas y poderosas piernas enredadas con las suyas... Si se casan tendrán que aparentar ser una pareja feliz.
Sophia se encaminó a la puerta seguida por la vista de su madre
-¿Dónde vas?
-A ver a mi futuro esposo
Su madre la miró con el ceño fruncido sin entender su comentario
-Que sorpresa da la vida tu seras la señora de la mansión Méndez-
Sophia asintió con la cabeza y con una sonrisa volvió a ver a su padre quién la miró con curiosidad
-¿Señora? No te confundas papá, yo seré la jefa y Sebastián mi segundo al mando-
-Conociendote sé de lo que eres capaz- dejo salir su padre de su labios y su madre subió las escaleras enojada
-Deberías de ir mejor vestida, quiero decir más desente
Sophia se colgó el bolso al hombro y con cierto gusto hablo a su padre
-Si Sebastián quiere que me vista como el conglomerado de novia que suele tener, tendrá atenerse a las consecuencias.
-Espero y no salgas perjudicada de todo esto- y le dió un beso en la frente
Llegó a la empresa lo más rápido que pudo hasta el pupitre de recepción
- Sebastián está en una reunión y no le gusta que lo interrumpan -le informó la recepcionista.
Sebastián! Que confianza con mi prometido.
-Dígale al señor Sebastián que su prometida está aquí -dijo Sophia viendo la molestia en su rostro
La mujer la miró por encima del cuello.
-No sé si...
-Dígale a mi prometido que si no sale ahora mismo, lo voy a dejar plantado en el altar-la interrumpió Sophia, con cara de mala leche
Con pesar la recepcionista pulsó el botón del interfono y habló con Sebastián de manera tajante.
-Señor Méndez, acaba de llegar una joven que dice ser su prometida. ¿Quiere que llame a Seguridad?
Sophia levantó la ceja y la miró mal
-Dile que espere en recepción -respondió él.
Sophia se apoyó en el mostrador e inclinó la cabeza para hablar por el interfono:
-Sal ahora mismo. Tenemos cosas que hablar cariño.
-En la sala de juntas, en diez minutos- respondió tajante
-Aquí y ahora mismo -insistió ella.
-Desquiciada tu impaciencia enciende mi sangre. ¿Me has echado mucho de menos?
Sophia esbozó una sonrisa.
-Cariño, no te puedes imaginar lo horrible que ha sido estar sin ti. Me estoy volviendo loca. Ha sido una tortura estar sin tus besos, sin tus caricias y esas cosas que me haces en la cama... Añadio Sophia con cierto gusto -Vamos a dejar eso para cuando estemos solos.
Sophia sonrió a la atónita recepcionista, imaginándose el rostro enrojecido de Sebastián. -Nadie lo sabe, pero tiene un enorme... -¡Ve a la sala de juntas ahora mismo!
Sophia se despidió de la perpleja empleada.
-¿A que es adorable? Oye chica eres nueva aquí?
La mujer asintió y Sophia dejo salir una sonrisa
Al llegar a la sala de reuniones Sebastián la miró con irá.
-¿Se puede saber qué quieres? -le espetó mientras cerraba la puerta.
Sophia le devolvió una mirada desdeñosa.
-Aparentemente, estamos comprometidos. Lo a leído mi madre en una columna de chisme.
-Imagino la cara de la seca de tu madre, irá a la boda como si fuese a un funeral
Ella enarcó una ceja y algo en su interior quiso sonreir, a Sebastián le encantaba molestar a su madre, era evidente que tenía claro que ella no lo quería ver ni en pintura.
Al ver el tamaño de sus pechos comenzó a caminar por la habitación, nervioso, estar en aquella sala, ellos dos solos, era motivo para estarlo.
-No quiero tener un hijo contigo- escupió llamando su atención
Sophia se levantó de la butaca y lo miró mal
-Que lástima ya que si no tengo a ese bebé pues la empresa se para el Estado- miró sarcástica -Si se te ocurre alguna otra idea para solucionar esto sin tener que engendrar un bebé y casarte conmigo pues me avisas-
-No puedo creer que vaya a decir esto, pero sí. Se me ocurren cosas peores que casarme contigo.
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Editado: 04.03.2023